—Dice el hombre culpable de que esté aquí —gruñó Viktor. —También estoy tratando de sacarla. —Entonces es que ni siquiera la has escuchado bien todavía. Ni siquiera la respetas. —¿¡Disculpa!? —¡Si respetaras los motivos de Chiara para estar aquí, ni siquiera habría tenido que ir a la cárcel en p
Chiara estaba agotada. Estaba sentada en su cama, con la cabeza entre las manos; sintiendo el embarazo como una losa sobre su cansado cuerpo. Aquel bebé la tenía exhausta y sin energía; pero aunque parecía como si todos los días sus fuerzas se desvanecieran, también era su mayor motivo para ser feli
—¡Es una completa locura, jefe! ¡Ni se le ocurra! —exclamaba Billy mientras lo veía prepararse. Jhon respiró profundamente y miró al techo mientras se ajustaba los arneses. —Pues es esto o escribiré en la pared del frente: "¡LEE MIS CARTAS, POR DIOS!" —replicó Jhon—. además es solo una cárcel de m
Chiara asintió mientras se despedía y fue a acostarse arropada en la manta. No durmió ni mejor ni peor que cualquier otra noche, porque entre el embarazo y los malos sueños no descansaba mucho, pero al día siguiente aquello no salía de su cabeza. —¿Chiara? ¡Chiara! —la increpó Víktor viendo que ell
Chiara miró una y otra vez aquella carta. No se había atrevido a abrirla, pero tampoco quería tirarla. No sabía por qué, porque no reconocía del todo la letra como de Jhon pero algo le decía que aquel pasaje había llegado al libro escrito por su mano. Muchas cosas la mantenían inquieta en aquellos
Billy tuvo que hablarle por el intercomunicador y recordarle que no debía arriesgarse demasiado o no podría volver. Sin embargo al día siguiente, cuando Chiara abrió los ojos y se sentó en la cama, aquel olor a Jhon todavía estaba allí. Quizás fueran las hormonas del embarazo. Quizás solo fuera su
Chiara dio un respingo, sorprendida y del otro lado de las cámaras Jhon se levantó de su silla de un tirón, respirando como si se estuviera tragando la lengua. —¿Sa... salir...? —murmuró ella tratando de buscar una salida—. ¿A dónde? —A dar una vuelta —respondió Viktor y Jhon soltó el aire—. Hay j
Jhon sentía que el corazón se le saldría del pecho. Aquel simple gesto, aquel simple movimiento significaban todo para él. Corrió hacia la mesa y sacó su propia tableta y su juego de ajedrez, lo organizó a toda prisa y colocó aquel movimiento en el tablero. Ni siquiera tuvo que pensarlo mucho antes