Jhon llegó a su departamento cansado y enojado después de todo un día de amenazar, suplicar, y por último meterse a la fuerza en la oficina de Noémi —¡Tienes que decirme dónde está! Ya había pasado una semana y lo que Jhon sentía iba más allá de la simple desesperación. —Vete de aquí, Jhon. —¡Te
—Bueno... cuando usted sacrifique a su mujer y a su hijo, llámeme y hablaremos. La noticia de que Jhon Hopkins dejaba la CIA corrió como la chispa que alimenta a un incendio. En cuestión de minutos había un tumulto fuera de su oficina y su equipo más cercano le reclamaba el abandonarlos. Sin embarg
Chiara se sentó en la cama con un suspiro, intentando enfocar la vista. Apenas había podido dormir la noche anterior y se sentía extremadamente cansada. Ese primer trimestre del embarazo la estaba golpeando demasiado fuerte, y aunque su habitación era hasta acogedora y no se parecía en nada a una ce
—Dice el hombre culpable de que esté aquí —gruñó Viktor. —También estoy tratando de sacarla. —Entonces es que ni siquiera la has escuchado bien todavía. Ni siquiera la respetas. —¿¡Disculpa!? —¡Si respetaras los motivos de Chiara para estar aquí, ni siquiera habría tenido que ir a la cárcel en p
Chiara estaba agotada. Estaba sentada en su cama, con la cabeza entre las manos; sintiendo el embarazo como una losa sobre su cansado cuerpo. Aquel bebé la tenía exhausta y sin energía; pero aunque parecía como si todos los días sus fuerzas se desvanecieran, también era su mayor motivo para ser feli
—¡Es una completa locura, jefe! ¡Ni se le ocurra! —exclamaba Billy mientras lo veía prepararse. Jhon respiró profundamente y miró al techo mientras se ajustaba los arneses. —Pues es esto o escribiré en la pared del frente: "¡LEE MIS CARTAS, POR DIOS!" —replicó Jhon—. además es solo una cárcel de m
Chiara asintió mientras se despedía y fue a acostarse arropada en la manta. No durmió ni mejor ni peor que cualquier otra noche, porque entre el embarazo y los malos sueños no descansaba mucho, pero al día siguiente aquello no salía de su cabeza. —¿Chiara? ¡Chiara! —la increpó Víktor viendo que ell
Chiara miró una y otra vez aquella carta. No se había atrevido a abrirla, pero tampoco quería tirarla. No sabía por qué, porque no reconocía del todo la letra como de Jhon pero algo le decía que aquel pasaje había llegado al libro escrito por su mano. Muchas cosas la mantenían inquieta en aquellos