Chiara sintió que algo en su pecho se desgarraba mientras veía a Jhon llorar frente a ella. —No puedes decirme eso... yo jamás quise... tú... —Jhon apretaba los puños con impotencia mientras las lágrimas se acumulaban en sus ojos y trataba de acercarse a ella—. Tú eres la persona más importante de
Chiara enmudeció y abrió los ojos mientras él sacudía su mano con un saludo delicado. —¿Hanover...? —No era un apellido muy común y ella conocía a un Hanover—. ¿De casualidad conoces a... Oskar, Oskar Hanover? Oskar Hanover había sido por muchos años uno de los gerentes regionales más importantes
Jhon llegó a su departamento cansado y enojado después de todo un día de amenazar, suplicar, y por último meterse a la fuerza en la oficina de Noémi —¡Tienes que decirme dónde está! Ya había pasado una semana y lo que Jhon sentía iba más allá de la simple desesperación. —Vete de aquí, Jhon. —¡Te
—Bueno... cuando usted sacrifique a su mujer y a su hijo, llámeme y hablaremos. La noticia de que Jhon Hopkins dejaba la CIA corrió como la chispa que alimenta a un incendio. En cuestión de minutos había un tumulto fuera de su oficina y su equipo más cercano le reclamaba el abandonarlos. Sin embarg
Chiara se sentó en la cama con un suspiro, intentando enfocar la vista. Apenas había podido dormir la noche anterior y se sentía extremadamente cansada. Ese primer trimestre del embarazo la estaba golpeando demasiado fuerte, y aunque su habitación era hasta acogedora y no se parecía en nada a una ce
—Dice el hombre culpable de que esté aquí —gruñó Viktor. —También estoy tratando de sacarla. —Entonces es que ni siquiera la has escuchado bien todavía. Ni siquiera la respetas. —¿¡Disculpa!? —¡Si respetaras los motivos de Chiara para estar aquí, ni siquiera habría tenido que ir a la cárcel en p
Chiara estaba agotada. Estaba sentada en su cama, con la cabeza entre las manos; sintiendo el embarazo como una losa sobre su cansado cuerpo. Aquel bebé la tenía exhausta y sin energía; pero aunque parecía como si todos los días sus fuerzas se desvanecieran, también era su mayor motivo para ser feli
—¡Es una completa locura, jefe! ¡Ni se le ocurra! —exclamaba Billy mientras lo veía prepararse. Jhon respiró profundamente y miró al techo mientras se ajustaba los arneses. —Pues es esto o escribiré en la pared del frente: "¡LEE MIS CARTAS, POR DIOS!" —replicó Jhon—. además es solo una cárcel de m