Chiara gimió de placer al sentir como Jhon la llenaba entera, su corazón estaba a punto de estallar. Él la mantuvo abrazada y comenzó a moverse dentro de ella, cada vez un poco más fuerte, cada vez un poco más rápido. El placer se extendía por todo su cuerpo en ondas que no daban tregua. Se mecían
John y Chiara volvieron a Zúrich en silencio. Ella estaba inquieta y él estaba molesto. Jamás había tenido ninguna emoción especial contra ningún sospechoso, más allá de la voluntad de eliminarlos definitivamente, pero cuando se trataba de Chiara, definitivamente sus emociones estaban comprometidas.
—¡Eres una m*****a bruja! —¡Me muero por ver los titulares! —le gritó Chiara en su cara—. ¡Famoso chef venido a menos es arrestado por acosar a su acreedora! ¡Con énfasis en venido a menos, a muy menos, porque cuando acabe contigo no habrá restaurante en este país que te contrate! Heston enfureció
El movimiento de Jhon fue preciso y habilidoso. Su bastón de golf fue a golpear la parte trasera de la rodilla de Heston, que cayó al suelo con un grito de dolor. Él parecía relajado, como si estuviera dirigiendo una obra teatral en la que conociera perfectamente el desenlace. —Chiara, ve a la hab
—Jhon, somos el banco más grande en un país que es un paraíso fiscal —respondió—. Guardamos el dinero de presidentes, senadores, ministros, magnates de la tecnología y sí, de empresarios de dudosa moralidad. Pero mi trabajo es aceptar la constancia de la procedencia de su dinero, no investigarla. J
Chiara pestañeó, aturdida. Siempre había sabido que él no era un príncipe azul, después de todo, había permitido que el enemigo de su hermano se ahogara en cemento sin mover ni un dedo para salvarlo. Pero era cierto, no estaba hablando con un hombre común, él era el Director de Crimen Organizado de
—¿Tú y yo? —Jhon rio como si fuera evidente—. ¡Nena, el Servicio Secreto de la Casa Blanca es menos serio que nosotros! Chiara lo rodeó con sus brazos y lo besó con pura coquetería antes de tirar de él y subir las escaleras de aquel ático bohemio en pleno corazón de la ciudad. —¡Lo compré para nos
Jhon quería que la tierra se lo tragara. Chiara estaba en aquella foto saludando al mayor capo de la mafia que había tenido Italia en las últimas décadas, porque había sido lo suficientemente inteligente como para ir trasladando sus negocios hacia una espeluznante legalidad. —Lo quiero tras las rej