Danna estaba nerviosa. Ni siquiera podía estarse quieta, golpeaba el suelo con el pie y se mordía agresivamente las uñas. Habían pasado horas desde que se había hecho la prueba pero sentía que apenas podía esperar al día siguiente. Empezaba a sentir que el mundo giraba cada vez más rápido, como si e
—¿Mañana tampoco hay trabajo? —preguntó Noemi con curiosidad a Danna esa tarde. —¿Tú no deberías estar de vuelta en Zúrich? —preguntó la muchacha con curiosidad. —Chiara está pasando por una pequeña crisis con Jhon, y prefiero no estar en medio de eso. Así que aquí estoy, inútil y aburrida, espera
Danna recorrió con la mirada la casa y se le cortó la respiración. Sus paredes eran de cristal o al menos eso parecía, eran completamente transparentes y brillaban a la opaca luz de la luna. Se podía ver el cielo arriba, los árboles alrededor e incluso la tierra bajo el primer piso. Una pequeña lámp
Un segundo después los dos estaban desnudos y Loan se puso de rodillas, atrayéndola sobre él para pegarla a su cuerpo. Danna sintió su abdomen caliente pegado al suyo y aquella erección que jamás dejaba de ser monstruosa y jamás dejaba de restregarse contra ella. Su sexo se contrajo de la excitació
Dana se despertó cuando el cielo comenzaba a ser menos oscuro y lo veía por la... pues por todos lados. La cama caliente y acogedora le daba una sensación de seguridad, hasta que alargó la mano y se dio cuenta de que Loan no está allí. Se sentó de golpe solo para ver que él estaba parado junto a su
Danna se lanzó a abrazarlo y le dio un beso coqueto y lleno de ternura. Amaba a aquel hombre, y a pensar de lo difícil que había sido llegar a aquel momento, estaba segura de que él sentía lo mismo por ella y que jamás se separarían de nuevo. —Oye pero ¿sí vamos a usar el columpio, verdad? —pregunt
Loan y Danna pasearon por las calles de Sídney, sintiendo el júbilo de recorrerlas. El aire chisporroteaba de emoción mientras la ciudad bullía de vida, y su propio entusiasmo crecía a medida que se movían entre la gente y los edificios. Los Juegos Olímpicos estaban en pleno apogeo y los dos se dir
Danna se negó a despertar. A pesar del bullicio que venía desde el primer piso, se quedó bajo las sábanas calentitas. La luz del amanecer la rodeaba y por supuesto que ya Mauro estaba en pie de guerra jugando con su papá y desayunando. Sintió que la cama se hundía a su lado y su hijo saltó sobre el