Un segundo después los dos estaban desnudos y Loan se puso de rodillas, atrayéndola sobre él para pegarla a su cuerpo. Danna sintió su abdomen caliente pegado al suyo y aquella erección que jamás dejaba de ser monstruosa y jamás dejaba de restregarse contra ella. Su sexo se contrajo de la excitació
Dana se despertó cuando el cielo comenzaba a ser menos oscuro y lo veía por la... pues por todos lados. La cama caliente y acogedora le daba una sensación de seguridad, hasta que alargó la mano y se dio cuenta de que Loan no está allí. Se sentó de golpe solo para ver que él estaba parado junto a su
Danna se lanzó a abrazarlo y le dio un beso coqueto y lleno de ternura. Amaba a aquel hombre, y a pensar de lo difícil que había sido llegar a aquel momento, estaba segura de que él sentía lo mismo por ella y que jamás se separarían de nuevo. —Oye pero ¿sí vamos a usar el columpio, verdad? —pregunt
Loan y Danna pasearon por las calles de Sídney, sintiendo el júbilo de recorrerlas. El aire chisporroteaba de emoción mientras la ciudad bullía de vida, y su propio entusiasmo crecía a medida que se movían entre la gente y los edificios. Los Juegos Olímpicos estaban en pleno apogeo y los dos se dir
Danna se negó a despertar. A pesar del bullicio que venía desde el primer piso, se quedó bajo las sábanas calentitas. La luz del amanecer la rodeaba y por supuesto que ya Mauro estaba en pie de guerra jugando con su papá y desayunando. Sintió que la cama se hundía a su lado y su hijo saltó sobre el
Los chicos de Iluminación y Sonido ya tenían todo montado, pero también llegaron temprano para prepararse. Loan miró alrededor con una sonrisa enigmática. —Todo quedó muy bien, pelirroja. Hiciste un trabajo maravilloso —la elogió. —¿Te gusta? Será una pesadilla quitar toda la decoración después,
Danna se despertó antes de la salida del sol. La luz de la mañana comenzaba a brillar a través de las paredes, bañando el cuarto con su resplandor. Miró abajo y vio a Loan durmiendo en el sofá del salón en el primer piso. Lo había extrañado toda la noche, pero él había insistido en que debían mante
—Me vas a volver loco. ¿Por qué no te puedo decir que no? ¿Eh? —susurró Loan. —¿Porque soy el amor de tu vida? —¡Ah! ¡Eso es! ¡Ya sabía yo que algo era! Rieron juntos y una ducha después salieron de la casa tomados de la mano para dirigirse a la casa de los padres de Loan. Al llegar vieron a su