Danna estaba nerviosa, le encantaba la idea de volver a patinar, perono era tan simple, porque para empezar necesitaba un buen entrenador y no todos estaban dispuestos a invertir tiempo en una deportista que había estado tanto tiempo fuera del ruedo. —¿Lista para esto? —preguntó Loan dos días despu
Estaba a punto de sonreír porque reconoció el número nuevo que tenía Danna, pero la voz que escuchó del otro lado fue la del señor Roux. —Señor Keller, es mejor que venga, algo pasó con Danna. Loan sintió que el corazón le subía a la garganta al pensar que Danna se había lastimado, y condujo apres
Danna y Loan se miraron ante aquella sugerencia. El patinaje en pareja no era simple, pero según el entrenador Roux, si dos personas se apoyaban mutuamente todo se volvía más fácil. Por más que aquel no fuera el momento para pedir permiso, era obvio que ella no sabía qué hacer y que le estaba pidi
Danna respiraba el aire frío y sentía cómo la adrenalina recorría su cuerpo. El entrenador sonreía al verlos moverse juntos y les hizo un gesto de aprobación en cuanto pasaron junto a él. Loan estaba con el corazón asustado, en aquel momento, increíblemente, no tenía espacio para los celos, solo q
Danna asintió con la cabeza y le guiñó un ojo con coquetería. —Por supuesto que lo es. Me dijiste que íbamos a volver a usarlo apropiadamente. ¿No es así? Ella lo miraba fijamente a los ojos con una necesidad intensa que hizo que Loan se deshiciera por dentro. Tan pronto como sus labios se encontr
Cuando Loan comenzó a tensarse sin control, solo atinó a enredar las manos en su cabello para levantarla y las caderas Danna fueron a topar con las suyas. Sintió su miembro caliente contra su intimidad y se mordió los labios mientras bajaba sobre él, moviéndose en círculos para tomarlo todo. Rápida
Danna se paralizó al escuchar aquella voz. Durante meses había intentado olvidar cómo sonaba, pero era imposible, porque su última orden casi había destruido su vida. El aire estaba lleno de tensión y su corazón latía cada vez más rápido cuando se giró para enfrentarlo. —Emil —murmuró entre diente
—Porque se le nota, tiene cara de vicioso y depredador, lo sé —murmuró Danna—, pero con nosotras jamás se propasó en los entrenamientos, es más, apenas si nos tocaba. —Pues quizás a ti no porque es obvio que no eres de las dóciles, pero al resto de chicas que entrenó, no lo dudaría —sentenció Ted.