Loan tenía la impresión de que algo no iba bien. No podía identificar qué era exactamente, pero había algo en el aire. Se sentía en la estancia como una energía negativa que no sabía explicar. Y teniendo en cuenta que Olivia Winston estaba en la habitación eso ya era decir mucho. Aquella sin dudas
Ella asintió intentando secarse las lágrimas, pero finalmente pus aquella pequeña bolsita sobre la cama y salió. Loan la miró por un largo momento, pero terminó metiéndola en su maleta sin abrirla. Probablemente fueran recuerdos muy preciados para Danna y él quería que si los compartía con él fuera
—Olivia Winston, queda arrestada por el asesinato de Myrna Winston, antigua condesa de Winston. La cara de la mujer se transformó en un segundo al escuchar aquellas palabras. —¡¿Qué?! ¿De qué está hablando, se volvió loco? —sin embargo había más impotencia que sorpresa en su expresión. El señor c
—Sí, Lili, yo soy su padre. Yo voy a cuidarlo a partir de ahora —declaró antes de sacar una tarjeta con su nombre y su número—. Te agradezco por la ayuda que le has dado a Leda todo este tiempo. Si llegas a necesitar ayuda siempre puedes contactarnos. Dejó que la chica se despidiera del bebé y sali
Danna tembló sin poder evitarlo. Aquel parecía un documento muy importante, y ella no conocía al hombre que tenía delante. —¿Esto qué es? —preguntó nerviosa mientras se secaba las lágrimas. —Es exactamente lo que dice, un Acuerdo de Inmunidad —dijo el agente—. Se retirarán todos tus cargos a cambi
Su curiosidad era natural teniendo en cuenta que Olivia Winston era supuestamente rica. —Al parecer el Conde no accedió a pagar por un abogado de prestigio para ella, es más ni siquiera quiso parar por uno barato, así que se le asignó uno de oficio pero literalmente le envió una silla a la cabeza y
El avión aterrizó en Suiza y Loan y Danna salieron al aire fresco de la mañana. Ella llevaba acurrucado a su pequeño contra su pecho, que dormía tranquilamente. Loan posó suavemente una mano en su cadera y la guio hacia el auto que ya los estaba esperando. —Ven, pelirroja, vámonos a casa —murmuró c
"¡Maldición, aquí no hay de dónde agarrarse!", pensó Danna con desesperación mientras su cuerpo era atravesado por miles de pequeños latigazos de placer. Loan siguió besándola hasta llegar a su sexo y Danna gritó de placer cuando él comenzó a chuparla con suavidad, su lengua la estimulaba de manera