Cuando Lilith volvió a abrir los ojos la sangre ya estaba seca en el suelo, su corazón empieza a latir con fuerza los párpados se sentían pesados el cuerpo cansado y destruido la mente estaba en blanco el corazón herido, sus ojos avellanas carecían de emoción el brillo característico había desaparecido, sentía un gran vacío incluso abrir los ojos en su totalidad era muy difícil para ella, después de lograrlo empieza a mirar todo a su alrededor tratando de buscar una manera de escapar de allí pese a que la realidad era dolorosa y pesada, cargaba en sus hombros la culpa de no poder proteger una vida inocente, Pero tenía claro que debía salir de allí, se colocó de pie sintiendo la rigidez absoluta y la sangre seca pegada a su cuerpo.La desesperación y el dolor la azotan nuevamente, ella buscaba una salida desesperadamente, no podía seguir allí, no podía seguir con la sangre de su hijo pegado a su cuerpo, en su alma el odio empezaba a brotar el desprecio se apoderaba de ella mientras que
La celda en la cual Kamill fue trasladado era más fría y oscura que la anterior, aquella mañana Kamill estaba sentado en aquella oscura celda, la fría piedra mordía su piel como si intentara recordarle el peso de su cautiverio. Cada golpe y moretón palpitaba, pero el dolor físico era un murmullo distante en comparación con el grito ensordecedor que resonaba en su pecho. Lilith. Su nombre se desplegaba en su mente como el eco de una canción que había perdido su melodía. El recuerdo de su sonrisa era un punzón en su corazón. Kamill podía visualizarla con claridad, con esos ojos brillantes y llenos de vida que le ofrecían una paz que ahora parecía inalcanzable. En su mente, sus risas danzaban como hojas al viento, pero la realidad era otra; la incertidumbre la había robado de él. Cada día sin ella era una agonía, una herida que se abría más y más, dejando que la soledad se filtrara en cada rincón de su ser.Se sentía como un náufrago en un mar de dolor, rodeado por olas de desesperación
Lilith llevaba tres días encerrada en esa habitación que se sentía más como una tumba que un refugio. La penumbra era sofocante, pero no tanto como el peso en su pecho. Tres días sin comer, con el alma hecha pedazos, pensando en aquella conversación que su madre quiso tener con ella, pero Lilith sentía repugnante estar cerca de Sonia, entonces solo había vuelto en la habitación y a su madre no le importaba en lo absoluto ella disfrutaba saber que Lilith estaba destruyéndose con cada segundo que pasaba entonces dio órdenes de que la mantengan bajo llave. A Lilith recuerdo del bebé que estuvo en su vientre la atormentaba, una herida abierta que latía con cada respiración. La soledad era su única compañía, y el tiempo se había convertido en una masa pegajosa e interminable. Era tan doloroso para ella la sola idea de que un bebé había sido víctima de la maldad de los demás, su corazón sangraba con cada minuto de vida y la herida de la ausencia de Kamill la destrozaba aún más, entonces sol
Lilith se había colocado de pie después de observar que Sonia avanza en el interior de la habitación, la castaña por supuesto tenía cierto temor de que su madre descubriera sus intenciones y la mochila que estaba por debajo de su cama, entonces la puerta se cierra lentamente Lilith traga saliva y se acerca a la cama, ella debajo de la almohada tenía uno de los cuchillos que había robado de la cocina Sonia le daba la espalda en ese momento, observando todo a su alrededor, pero lentamente fue dándose la vuelta para observar nuevamente a su hija, Lilith quería contenerse tenía que mostrar cierta serenidad ante aquella mujer, pero el odio y el desprecio que sentía por ella era más fuerte que cualquier otra cosa. — Siento que estás ocultando algo — le dijo Sonia ambas tenían la mirada fijas en la otra — Espero que esté todo en orden contigo, porque sabes perfectamente que puedo destruirte aún más.— ¿Debería de ocultarte algo, deberías de tener miedo de mí? — pregunta la castaña con una s
mEl aire denso y caliente pegaba su ropa a la piel, y la oscuridad era casi absoluta, salvo por la pálida luz de la luna que se filtraba entre los árboles. Cada sonido parecía amplificado: el ulular de un búho, el crujido de hojas detrás de ella, el ladrido lejano de los perros que seguramente ya estaban en su búsqueda.Lilith no podía dejar de imaginarse a los guardias de su madre encontrándola, sus rostros endurecidos por el desprecio y las manos dispuestas a arrastrarla de vuelta. Cada vez que pensaba en que si podían dar con ella su corazón se aceleraba. Se detuvo un momento, con el pecho ardiendo, intentando recuperar el aliento sin hacer ruido.De pronto, escuchó voces a lo lejos. La luz de una linterna destelló entre los árboles, demasiado cerca. Se dejó caer al suelo, cubriéndose con hojas secas y rezando en silencio para que no la vieran. Su corazón latía tan rápido que creía que delataría su posición. Los pasos se acercaron, pero luego se alejaron. Lilith supo que esa era su
La espesura del Chaco Paraguayo se tornaba más imponente bajo la luz tenue de la luna, la castaña había tomado la decisión de rodear el lado opuesto de la Comunidad, al escuchar la voz de uno de los guardias que la estaba persiguiendo ella avanzó con cuidado, encontró un pequeño camino, entonces ella empezó a correr nuevamente, sus pies golpeando el suelo seco y polvoriento, dejando un rastro de hojas quebradas y ramas agitadas. Su respiración era errática, como si cada inhalación fuera un desafío al aire espeso de la noche. No se atrevía a mirar atrás. El eco de las palabras de su madre, Sonia, aún resonaban en su mente, recordándole por qué huía, lastimosamente por el susto ella había dejado caer la mochila, para seguir avanzando, ya que sentía la cercanía de aquellos que la estaban persiguiendo, por un momento pensó que no iba a lograrlo.De pronto, el silencio de la selva fue interrumpido por voces nuevamente había llegado hasta la otra puesta. Lilith se detuvo en seco, sus ojos b
Lilith apenas pudo dar crédito a lo que veían sus ojos. Frente a ella, Lucca, Susan y Loren permanecían inmóviles, con miradas llenas de asombro y una emoción que apenas lograban contener. No pasó ni un segundo antes de que los tres corrieran hacia ella, rompiendo cualquier protocolo o distancia que pudieran imponer las circunstancias. La rodearon con un abrazo apretado, desesperado, como si temieran que pudiera desvanecerse si no la sostenían con fuerza. Lilith sintió el calor de sus cuerpos y el eco de sus voces llamándola, y fue como si una represa se rompiera dentro de ella. Las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas, primero en silencio, luego con un llanto desgarrador que sacudía su delgado cuerpo. No eran lágrimas cualquiera; eran un torrente de emociones acumuladas, el desahogo de horas de miedo, angustia y dolor. Había sobrevivido al infierno de la hacienda, a las miradas vigilantes, a los susurros de traición de su madre al odio y al desprecio de la misma, al terror
PRESENTEEl gimnasio olía a sudor y determinación, una mezcla que impregnaba el aire con la promesa de cambio. Lilith estaba en el centro de todo, un pequeño huracán de fuerza contenida. La luz fluorescente resaltaba el brillo del sudor en su piel pálida, como si cada gota fuese el testimonio del infierno que había dejado atrás. Frente a ella, el saco de boxeo se balanceaba con cada golpe, como si quisiera devolverle el desafío. Sus nudillos, protegidos por vendas ajustadas, chocaban contra la superficie con una cadencia firme, casi hipnótica. Golpe. Golpe. Golpe. Era más que un entrenamiento físico; era su forma de arrancarle al pasado el control que alguna vez tuvo sobre ella. Con cada movimiento, la cadena con el dije de cruz rebotaba contra su pecho. Era un recordatorio constante de su lucha, un símbolo de la fe que había perdido y que ahora empezaba a encontrar en sí misma."Dicen que si la porta una mujer será la próxima Reina de una Organización" Lilith golpea con más fuerz