Hola a todos, soy Day Arels es un placer que sigan acompañando a Bárbara, Bastián y Liam. Sé que no he sido consistente con la subida de los capítulos; sin embargo, intentaré hacerlo más seguido. Quiero decir que este es el primer borrador, en el proceso de reedición probablemente haya pequeños cambios que no afectarán lo fundamental de la historia, pero se hará con el fin de corregir errores en general.Quiero disculparme por la crudeza de algunas escenas y si afecta la susceptibilidad de alguno de los lectores, mis más sinceras disculpas, además de que en futuros capítulos habrá escenas fuertes, por lo que lean con precaución. Sin más que aclarar, espero que disfruten esta historia tanto como yo la estoy disfrutando escribirla. Al principio el concepto era más comedia y romance, pero poco a poco los personajes cobraron vida y no había forma en que no pudiera contar su historia, la razón de las decisiones que toman, la forma en como se abren al mundo que los rodea y cómo aprenden a
BastiánEl día siguiente Bastián tuvo bastante dificultades para dejar a Liam en la guardería de nuevo, dijeron que las actividades comenzarían por la tarde así que organizo su agenda para terminar todas sus diligencias en la mañana y poder acompañar a Liam. Dejarlo fue una algo demasiado difícil, todavía se quedó parado fuera de la guardería mientras miraba a Liam tomar asiento, solo cuando vio a Sofía acercarse y a Liam interactuar tímidamente con ella dejo escapar el aire y prácticamente obligo a sus pies subir a su oficina.Ahora estaba sentado frente a su computador, pero por alguna extraña razón solo se limitaba a ver sus reflejo en la pantalla. Estático, con excepción de alguna que otra línea de expresión más acentuada su rostro seguía siendo el mismo, las grandes bolsas debajo de sus ojos no le ayudaban demasiado. Desvió la mirada cuando escucho los dos golpes en la puerta. Se acomodó en la silla ajustando su corbata.—Adelante— invitó llevando sus manos a su teclado mucho ante
BárbaraBárbara se percató de que, aunque no llevaba corbata, Bastián a veces parecía buscarla instintivamente, como si fuera parte de su uniforme diario.Al no encontrarla, murmuraba por lo bajo, probablemente maldiciones, aunque Bárbara solo alcanzaba a escuchar el ritmo apagado de sus palabras. Quiso reír, pero se contuvo. Era raro verlo fuera de su zona de confort, cruzado de brazos y con los ojos cerrados, aparentemente al margen del mundo.Desde esa perspectiva se dio cuenta que Bastián era por mucho más ancho de hombros, no parecía tan musculoso, pero tenía un cuerpo atlético, y le sacaba casi una cabeza de altura. Todo el dorado en él estaba cubierto por capaz y capaz de cansancio. Las líneas de expresión en su frente, las ojeras no le quitaban ningún atractivo. Algunas personas murmuraban en su dirección dándole miradas de soslayo, pero toda aquella atención chocaba con un enorme muro y se perdían.Casi parecía estar en una burbuja aislado de todos a su alrededor.No supo por
BastiánLa forma en la que ella lo llamó “papá” hizo que regresara a sus sentidos. Aun se sentía en una nube hasta hace solo unos momentos. La burla en su voz hizo que el eco de sus palabras cobrara sentido.“Eres un buen padre, Bastián”Cuando lo escucho un hormigueo subió por sus piernas. Directo a su corazón. El nudo en su garganta, aunque persistente, también era una especie de candado, que evitaba que sus palabras salieran, que sus emociones se desbordaran. Así que Bastián intento concentrarse en cualquier otra cosa a la que pudiera aferrarse, pero nada parecía útil.Porque las palabras que antes le habían sonado tan imposibles. Ahora se arrastraban entre las ranuras de sus defensas y calaban en lo profundo de su ser.¿Era porque habían salido de la misma boca que lo llamo estúpido?Era porque todo estos años donde había estado luchando para devolverle algo de estabilidad al mundo de Liam. Lo único que quería era…Ser capaz de creer que, incluso si había fallado había dado lo mejo
BastiánUn pacto con el diablo. Así lo llamo Adler.A pesar de eso no había borrado esta estúpida sonrisa desde que le conto sobre el asunto.La sala de reuniones comenzó a llenarse de personas, los jefes de departamento tomaban sus puestos en la gran mesa redonda. Adler daba órdenes a las asistentes para colocar los reportes en la mesa frente a los jefes y repartir algunas copias a sus acompañantes.Bastián sentado de espalda a las puertas clavo su vista en el asiento vacío frente a él. Ahí donde había un cartel que indicaba el nombre de la jefa de radiología. Su pie no había dejado de moverse durante todo el tiempo que estuvo esperando. Llegó quince minutos antes, encontrándose que Adler lo había situado justo frente a Barbara. El dejo salir un resoplido cruzando los brazos sobre el pecho. No le importo realmente porque la “jefa de radiología” no era quien llegaba a esas reuniones. Quien ocupaba su lugar en todas las reuniones era Greta Bauer.Además, conociendo la personalidad de B
BastiánTodos se giraron hacía Bastián. Su mente lo torturó porque sabía que lo que había hecho, la mayoría no pensaría que el meticuloso y correcto Bastián pudiera provocar un incidente de esa forma en medio de una junta. Y por Dios, él era el epitome de perfección, no había forma en que se le resbalara un vaso en un momento tan crucial.Bastián no era torpe de hecho todo lo contrario sus movimientos siempre tenían un propósito, decididos y correctos. Por lo que, cuando escucharon el vidrio romperse todos lo miraron más que enfadados por haber interrumpido un momento tan importante, más bien llenos de pena porque toda la atención se concentró en él.Un ayudante de servicio se acerco a recoger los pedazos en silencio como si no hubiese pasado nada. Nadie preguntó tampoco; más bien guardaron un solemne silencio.Casi arrepentido, levanto la vista hacía Barbara quien ahora lo miraba, aunque su expresión seguía siendo pálida al menos la sombra de sus ojos vacilo, trayéndola de regreso al
CAPÍTULO 35: LiriosBárbaraDe rodillas frente al inodoro, sus manos se aferraban a los bordes del frío porcelanato, temblando como si algo en su interior estuviera desgarrándose.Sintió su estómago convulsionarse de nuevo, incluso aunque ya no quedaba nada por expulsar. El ácido quemaba su garganta, dejándole una sensación áspera y punzante que se extendía hasta su nariz. Su cabello, húmedo por el sudor, se pegaba a su frente y sus mejillas. Cerró los ojos con fuerza mientras nuevas arcadas la sacudían, como si su cuerpo intentara expulsar algo más que solo el contenido de su estómago.El baño era pequeño y estrecho, con paredes de azulejos blancos que reflejaban la luz fría del fluorescente del techo. El olor a desinfectante no lograba disimular la humedad estancada en las juntas del suelo. Había logrado llegar al departamento apenas conteniendo todo para no desplomarse.Las voces del pasado arremetían con fuerza abriéndose paso hasta que no pudo evitar que salieran.Jamás había con
HANSTragó saliva, incapaz de apartar la mirada del desastre que tenía frente a él. No era la Bárbara mordaz que siempre tenía una respuesta para todo. Era alguien más... alguien rota. Y esa imagen le golpeó más fuerte de lo que esperaba.Tal vez porque se podía ver reflejado en ella hace años cuando llego a Sierra Verde huyendo, no esperaba encontrar nada, pensó que solo estaba de paso, casi era como un cronometro que al cumplir una cantidad de tiempo establecido saltaba de una ciudad a otra. Acostumbrado a ver sobre su hombro todo el tiempo.Jamás se imaginó conocer a esa mujer con complejo de Héroe mostrándole todo lo que pensó que había perdido para siempre. Ver a Barbara así hizo que su corazón se hundiera.Cuando vio su expresión al ver a la mujer llamada Cecilia supo que algo andaba mal. No todos tenían la capacidad de sacarla de su papel de desquiciada. Sabía que era algo más, y se terminó de asegurar cuando se acercó junto a Becker y ella murmuro algo de “Hazte cargo” para sa