BárbaraEran dos personas rotas. En mayor o en menos medida ambos peleaban su propia guerra en puntos opuestos del mapa.La dificultad con la que Bastián hablo sobre su ex esposa y la forma en como la manzana de adán subía y bajaba con esa mirada amarga le decía lo obvio. Tal vez era la primera vez que decía una verdad tan dolorosa en voz alta.Y por experiencia sabia que había una extraña forma de auto tortura en aceptar el peso de la realidad en voz alta. Una especie de recordatorio de las cosas que una vez tubo y no volvería a tener.Así que a pesar de todo tuvo un poco de empatía hacía el.Ambos eran dos extraños con un sinfín de malentendidos entre ellos, pero por alguna extraña ironía de la vida parecían tener más en común de lo que creyó posible.Así que tal vez… partiendo de ahí podía hablar de lo que le importaba, del objetivo que ambos compartían.—¿Entonces esos episodios han sucedido con frecuencia?Bastián negó. Toco su cabello haciendo una expresión amarga.—Una vez… en
BastiánLa forma en la que ella lo llamo “papá” hizo que regresara a sus sentidos. Aun se sentía en una nube hasta hace solo unos momentos. La burla en su voz hizo que el eco de sus palabras cobrara sentido.“Eres un buen padre, Bastián”Cuando lo escucho un hormigueo subió por sus piernas. Directo a su corazón. El nudo en su garganta, aunque persistente, también era una especie de candado, que evitaba que sus palabras salieran, que sus emociones se desbordaran. Así que Bastián intento concentrarse en cualquier otra cosa a la que pudiera aferrarse, pero nada parecía útil.Porque las palabras que antes le habían sonado tan imposibles. Ahora se arrastraban entre las ranuras de sus defensas y calaban en lo profundo de su ser.¿Era porque habían salido de la misma boca que lo llamo estúpido?Era porque todo estos años donde había estado luchando para devolverle algo de estabilidad al mundo de Liam. Lo único que quería era…Ser capaz de creer que, incluso si había fallado había dado lo mej
CAPÍTULO 35: LiriosBárbaraDe rodillas frente al inodoro, sus manos se aferraban a los bordes del frío porcelanato, temblando como si algo en su interior estuviera desgarrándose.Sintió su estómago convulsionarse de nuevo, incluso aunque ya no quedaba nada por expulsar. El ácido quemaba su garganta, dejándole una sensación áspera y punzante que se extendía hasta su nariz. Su cabello, húmedo por el sudor, se pegaba a su frente y sus mejillas. Cerró los ojos con fuerza mientras nuevas arcadas la sacudían, como si su cuerpo intentara expulsar algo más que solo el contenido de su estómago.El baño era pequeño y estrecho, con paredes de azulejos blancos que reflejaban la luz fría del fluorescente del techo. El olor a desinfectante no lograba disimular la humedad estancada en las juntas del suelo. Había logrado llegar al departamento apenas conteniendo todo para no desplomarse.Las voces del pasado arremetían con fuerza abriéndose paso hasta que no pudo evitar que salieran.Jamás había con
HANSTragó saliva, incapaz de apartar la mirada del desastre que tenía frente a él. No era la Bárbara mordaz que siempre tenía una respuesta para todo. Era alguien más... alguien rota. Y esa imagen le golpeó más fuerte de lo que esperaba.Tal vez porque se podía ver reflejado en ella hace años cuando llego a Sierra Verde huyendo, no esperaba encontrar nada, pensó que solo estaba de paso, casi era como un cronometro que al cumplir una cantidad de tiempo establecido saltaba de una ciudad a otra. Acostumbrado a ver sobre su hombro todo el tiempo.Jamás se imaginó conocer a esa mujer con complejo de Héroe mostrándole todo lo que pensó que había perdido para siempre. Ver a Barbara así hizo que su corazón se hundiera.Cuando vio su expresión al ver a la mujer llamada Cecilia supo que algo andaba mal. No todos tenían la capacidad de sacarla de su papel de desquiciada. Sabía que era algo más, y se terminó de asegurar cuando se acercó junto a Becker y ella murmuro algo de “Hazte cargo” para sa
Bárbara—Te ves como el asco—señalo HansBárbara dejo salir un resoplido recostada en el sofá con las piernas cruzadas. Usando un intento de paño húmedo en el rostro.El sonido de la tiza trazando en el papel fue todo en lo que se quiso concentrar en ese momento antes de responder. Sabiendo que Liam seguía concentrado en colorear los dibujos anatómicos que Barbara encontró en su casillero se quitó el paño del rostro dándole un vistazo a Hans. Quien estaba de cuclillas recostado en la pared frente al sofá.—¿Cuánto tiempo estuvieron ahí afuera?Hans rodo los ojos exasperado.—Lo suficiente.Bárbara lo pensó un minuto, el sabor acido de su garganta provoco que su voz carraspeara y se volviera más ronca. El dolor punzante en su abdomen hizo que no se moviera de lugar así que mejor se quedó ahí.—¿Quieres hablar de eso? —pregunto Hans, sus ojos estaban puestos en Barbara, irradiaban honestidad y genuina preocupación.Barbara sonrió levemente, sus labios ardían.—¿Cuándo cambiamos de posic
Barbará—No puedo irme tres días—intento Barbara, pero Greta había tomado la decisión.—Vete has lo que quieras, descansa, ¿No es lo que me pediste?Intento procesarlo. No. No era lo que quería, o más bien no quería irse a su apartamento hacer nada. Desocupada, su mente tendría el control y lo último que necesitaba era que sus pensamientos la consumieran. No era buena idea hacer eso.Barbara se mordió el labio más fuerte, pensando.—Ni siquiera hemos avanzado en el presupuesto—intento, pero Greta parecía concentrada tecleando algo en su teléfono.—Son tres días, el señor Schneider ya dijo que tenía un plan lo discutiremos cuando regreses.Barbara miro a Hans quien estaba recostado en la pared viendo a ambas mujeres.—Podemos manejar el departamento en tu ausencia de todas formas, solo vete—incentivoSe sentía atacada por todos lados.—Emily… —comenzó—Ha si hablando de eso, hazle un favor a los de oncología y dales un respiro. ¿No es suficiente con irlos a hostigar todos los días?Bar
BastiánMiro sobre su hombro por enésima vez.Ahí donde desapareció Bárbara y después Hans con Adler. Pensar en este último lo llenó de una pizca de molestia. Porque, a pesar de que estaba con Cecilia Félix, al ver a Müller marcharse, él lo siguió disculpándose, dejándolo solo con ella. Sin ninguna explicación. Sabía perfectamente la situación delicada en la que se encontraba.Ese hijo de… me las pagará.Sintió la vibración del teléfono en su bolsillo. Era la quinta vez en el día, y ya se estaba haciendo molesta. Pero, como antes, lo ignoró. Ahora tenía cosas más importantes que hacer.—El ambiente era diferente entonces, pero veo que sigue siendo tan ejemplar y eficiente.Cecilia mantenía ese tono agudo y suave al hablar, agradeciéndole por la oportunidad de estar en el mismo hospital que él una vez más. Bastián respondía con monosílabos y frases cortas. Varios doctores de otros departamentos comenzaron a acercarse al verlos juntos. Pero cualquiera que mirara con atención notaría que
BastiánSus dedos se cerraron sobre el teléfono. Las líneas de su mandíbula se tensaron. Pidió una leve disculpa y se alejó de Cecilia con todos los murmullos explotando a su alrededor.Salió de la sala de juntas con pasos firmes pero que poco a poco se transformaron en pasos rápidos. Ante sus ojos el pasillo se alargo y las voces sonaron lejanas. Sus pasos hicieron fue todo lo que escuchó.Se detuvo.Sin mirar nada en concreto levanto de nuevo el teléfono. El temblor se hacía más evidente. Las palabras que leyó una y otra vez.“Lo siento” Pudo haber sido un lo siento cualquiera. Dicho por alguien cualquiera, pero no se sentía del todo así. Cerro los ojos apretándose la cien. Su mente maquino mil explicaciones. Cualquiera pudo conseguir su número y escribirle. Incluso tecleando números al azar. No significaba nada. Pero su teléfono que poseía identificador de llamadas, el teléfono que había sido modificado para que nadie que no quisiera lo localizara hicieron que todas sus explicacio