Bárbara—Te ves como el asco—señalo HansBárbara dejo salir un resoplido recostada en el sofá con las piernas cruzadas. Usando un intento de paño húmedo en el rostro.El sonido de la tiza trazando en el papel fue todo en lo que se quiso concentrar en ese momento antes de responder. Sabiendo que Liam seguía concentrado en colorear los dibujos anatómicos que Barbara encontró en su casillero se quitó el paño del rostro dándole un vistazo a Hans. Quien estaba de cuclillas recostado en la pared frente al sofá.—¿Cuánto tiempo estuvieron ahí afuera?Hans rodo los ojos exasperado.—Lo suficiente.Bárbara lo pensó un minuto, el sabor acido de su garganta provoco que su voz carraspeara y se volviera más ronca. El dolor punzante en su abdomen hizo que no se moviera de lugar así que mejor se quedó ahí.—¿Quieres hablar de eso? —pregunto Hans, sus ojos estaban puestos en Barbara, irradiaban honestidad y genuina preocupación.Barbara sonrió levemente, sus labios ardían.—¿Cuándo cambiamos de posic
Barbará—No puedo irme tres días—intento Barbara, pero Greta había tomado la decisión.—Vete has lo que quieras, descansa, ¿No es lo que me pediste?Intento procesarlo. No. No era lo que quería, o más bien no quería irse a su apartamento hacer nada. Desocupada, su mente tendría el control y lo último que necesitaba era que sus pensamientos la consumieran. No era buena idea hacer eso.Barbara se mordió el labio más fuerte, pensando.—Ni siquiera hemos avanzado en el presupuesto—intento, pero Greta parecía concentrada tecleando algo en su teléfono.—Son tres días, el señor Schneider ya dijo que tenía un plan lo discutiremos cuando regreses.Barbara miro a Hans quien estaba recostado en la pared viendo a ambas mujeres.—Podemos manejar el departamento en tu ausencia de todas formas, solo vete—incentivoSe sentía atacada por todos lados.—Emily… —comenzó—Ha si hablando de eso, hazle un favor a los de oncología y dales un respiro. ¿No es suficiente con irlos a hostigar todos los días?Bar
BastiánMiro sobre su hombro por enésima vez.Ahí donde desapareció Bárbara y después Hans con Adler. Pensar en este último lo llenó de una pizca de molestia. Porque, a pesar de que estaba con Cecilia Félix, al ver a Müller marcharse, él lo siguió disculpándose, dejándolo solo con ella. Sin ninguna explicación. Sabía perfectamente la situación delicada en la que se encontraba.Ese hijo de… me las pagará.Sintió la vibración del teléfono en su bolsillo. Era la quinta vez en el día, y ya se estaba haciendo molesta. Pero, como antes, lo ignoró. Ahora tenía cosas más importantes que hacer.—El ambiente era diferente entonces, pero veo que sigue siendo tan ejemplar y eficiente.Cecilia mantenía ese tono agudo y suave al hablar, agradeciéndole por la oportunidad de estar en el mismo hospital que él una vez más. Bastián respondía con monosílabos y frases cortas. Varios doctores de otros departamentos comenzaron a acercarse al verlos juntos. Pero cualquiera que mirara con atención notaría que
BastiánSus dedos se cerraron sobre el teléfono. Las líneas de su mandíbula se tensaron. Pidió una leve disculpa y se alejó de Cecilia con todos los murmullos explotando a su alrededor.Salió de la sala de juntas con pasos firmes pero que poco a poco se transformaron en pasos rápidos. Ante sus ojos el pasillo se alargo y las voces sonaron lejanas. Sus pasos hicieron fue todo lo que escuchó.Se detuvo.Sin mirar nada en concreto levanto de nuevo el teléfono. El temblor se hacía más evidente. Las palabras que leyó una y otra vez.“Lo siento” Pudo haber sido un lo siento cualquiera. Dicho por alguien cualquiera, pero no se sentía del todo así. Cerro los ojos apretándose la cien. Su mente maquino mil explicaciones. Cualquiera pudo conseguir su número y escribirle. Incluso tecleando números al azar. No significaba nada. Pero su teléfono que poseía identificador de llamadas, el teléfono que había sido modificado para que nadie que no quisiera lo localizara hicieron que todas sus explicacio
BASTIÁNEl primero en darse cuenta de su presencia fue su hijo.Liam se levanto de inmediato al verlo, sus cejas se juntaron preocupado. El rastro de felicidad que había visto antes se estaba difuminando.—Liam, ¿Estas bien? — fue un tono suave, pero con un toque de ansiedad.El niño se crispo, asintiendo sin despegar la vista del suelo. Aunque Liam no se acercó sus ojos lo buscaron con timidez.Bastián no sabía que hacer, no sabía que más decir. Quería romper los muros y acercarse, pero no quería asustarlo.—Hey…— Barbara hizo un gesto hacía Liam. Incentivándolo a acercarse a su padre. Liam apretó sus pequeñas manos y con la resolución que le dio ese simple gesto se acercó. Uno, dos… corrió hacía el. Bastián se agacho por inercia atrapándolo.—¿Qué sucede? —alcanzo a preguntar. Liam solo se aferró a él. Sin decir una palabra.Lo agarro por debajo de los hombros para acunarlo mejor. Liam envolvió los brazos en su cuello. Parecía un pequeño koala. Incluso sin decir ninguna palabra Bas
BÁRBARA—Huele a… —algo familiar. Como un aroma nostálgico, no podía identificarlo. Pero se sentía familiar.Ella paso los dedos sobre la tela lentamente como si quisiera memorizar cada fibra.La palabra estaba en la punta de su lengua, pero no podía darle forma. Barbara tomo el saco de sus piernas examinándolo; era pesado, pulcro, con una fineza hecha a la medida. También era cálido y el aroma, aunque no podía identificarlo provocaba un cosquilleo en la punta de su nariz hasta la boca.No entendía nada en ese punto. Dudo por momento, analizando si usarlo o no. Si aferrarse o no. Su instinto hubiera sido alejarlo y lanzar un comentario mordaz, pero estaba tan paralizada por cada palabra que salía de su boca, sus acciones que termino siendo arrastrada por él. Y la verdad era que… quería hacerlo. Tal vez el cansancio, su agotamiento físico comenzaban a pasarle factura a su mente. Porque en ese momento se inclino hacía el saco con cuidado, con una lentitud que fue aterradora, cerro los o
BárbaraEl camino de la estación del tren hasta el hospital fue silencioso incluso si las calles de la ciudad estaban rebosantes de personas. El claxon de los carros y las comercios no eran más que silbidos en sus oídos, ni siquiera lograba darle forma. Estaba segura de que había caminado más que la última vez que visito a Isabela. Se detuvo un momento levantando la mirada, vio la punta de un edificio reluciente.A medida se acercaba el nombre apareció: “Clínica especializada de Oncología”. ¿Cuántos años han pasado desde que comenzó a pelear con el cáncer? Hasta que encontraron un nuevo ensayo clínico para tratarlo. No podía recordarlo.Bajo la mirada nuevamente, mirando el suelo bajo sus pies.Incluso las calles adoquinadas son diferentes. Pensó cuando escuchó el sonido de cascabeles. Giro los ojos levemente viendo la fachada de una librería.—¿Es el libro que querías? —pregunto la mujer. Una madre con su hija iban saliendo del lugar, la niña salto y levanto el libro como un trofeo
Bastián—Papá—Liam se acerco y empujo una lata de jugo en su pierna—vamos…—comenzó el niño miro al suelo un segundo antes de levantar su cabeza hacía Bastián y decir con un tono débil que se iba tornando cada vez más fuerte—a ver a Lirios.Estaban en la hora de almuerzo. Bastián había llegado a la guardería para comer con Liam unos 15 minutos antes. Así que habían estado en silenció. Bastián estaba tan concentrado en otra cosa que no se dio cuenta cuando Liam se bajo de su asiento y se acerco a el con el jugo en sus manos.—Es bueno que me preguntes antes de ir por tu cuenta—contesto tomando el jugo y colocándolo en la mesa. —Ella…—Bastián recordó la última vez que la vio, diciendo que regresaría después de tres días no le dio mayor explicación y él no se atrevió a preguntar.Se limito a verla marchar. Incluso dejando su saco con ella, esperando que de alguna forma le diera un poco de calor.—No esta en el hospital en este momento—explico Bastián. Liam se encogió mirando el jugo que