Armando
Soy alguien muy nervioso, inseguro, tímido, pacifista y mi mejor amigo dice que soy tierno.
¿Ya les hablé de mi mejor amigo? Bueno, él se llama Josué Arango, tiene 15 años y somos mejores amigos desde la secundaria. Josué tanto en su forma de ser, como físicamente es todo lo opuesto a mí, él se pelea, es más seguro de sí mismo, es muy platicador, muy simpático, pero cuando se enoja suele ser bastante explosivo y no piensa lo que dice. Físicamente es más alto que yo, más moreno que yo, más atlético que yo y bueno, hasta nuestra manera de vestir es diferente, él se viste más rebelde y yo más reservado.
A pesar de todas nuestras diferencias somos muy buenos amigos, él me cuida de todo y de todos. Yo soy la mayor razón de todas sus peleas, ya que en la secundaria me molestaban demasiado y él se peleaba con todo aquel que me dijera o me hiciera algo malo, y aunque detesto tanto que sea así (ya que no quiero que salga lastimado) así es él y no lo puedo y tampoco lo quiero cambiar.
__________________________________________Josué
Cuando llegué a casa de Armando, él ya estaba ahí afuera como esperándome. Al verme me sonrió y fue a abrazarme.
—Hola, enano. —saludé feliz y muy sonriente. —Te extrañé mucho.
—Y yo a ti. Ya no te vayas, Josué. —me lo dijo con una ternura tan bonita mientras me abrazaba más fuerte. Yo sonreí y besé su cabeza.
—Ya no me iré, enano. —lo solté para mirar su carita. — ¿Nos vamos? —le pregunté.
Él asintió y yo tomé su manita mientras caminábamos por las calles. Eso no era raro entre nosotros ya que siempre lo hacíamos.
— ¿Y qué hiciste durante las vacaciones, chaparro? —le pregunté mientras seguíamos caminando.
—Estar aburrido, porque tú no estabas conmigo y así. —dijo con algo de tristeza.
—Pero te mandaba mensajes casi todos los días, enano. —respondí.
—Tú lo has dicho, CASI. —dijo en voz alta.
—Bueno, pero te mandaba. —reí.
—No, pues gracias —rodó los ojos.
Volví a reír un poco.
—No te enojes, chaparro. —le dije.
—No me enojo, pero me dejaste solo, Josué. —dijo triste y con la mirada al piso.
—Sabes que no fui porque quisiera hacerlo, me obligaron a ir. Además, ni la pasé bien allá, la neta.
— ¿Por qué? —preguntó.
—Porque no estabas tú. —le sonreí y él me regresó esa sonrisa con otra más bonita.
__________________________________________Armando
—Llegamos. —dijo Josué con una gran sonrisa.
—Tengo miedo, Josué. —dije mientras miraba al piso.
—No tengas miedo, enano, tú sabes que yo te protegeré, te cuidaré y te defenderé de todo aquel que se atreva a hacerte daño. Lo haré con mi vida si es necesario.
—Lo sé, pero no es a eso a lo que le temo.
— ¿Entonces qué es? —preguntó confundido.
Empecé a jugar con mis manos mientras miraba al suelo pensando un poco en lo que iba a decir.
—Pues es que, dicen que casi siempre los amigos que han sido amigos durante toda la escuela, pues después de graduarse y vayan a otra escuela, así queden en la misma y en el mismo salón, pues ya no son tan amigos como antes y comienzan a tener otras amistades y se olvidan de sus amistades viejas. —hice una pausa. —Y tú vas a tener nuevos amigos y yo pues... yo quedaré atrás. —dije triste, casi a punto de llorar.
—A ver... —levantó mi cara para verme a los ojos. —¿de verdad crees que yo podría cambiarte por alguien más?
—Pues es que... —estaba nervioso mientras jugaba con mis manos.
—¡JAMÁS! —dijo en voz alta. —Eso jamás, pero jamás pasará. Tú eres irremplazable, mi niño.
A veces me dice "mi niño" y siempre cuando me dice así me siento mucho mejor.
—Tú también eres irremplazable, Josué. —le sonreí.
—Te quiero mucho, mi niño. —acarició mi mejilla con su mano mientras me sonreía.
—Yo también te quiero mucho. —dije con ternura y nos abrazamos muy fuerte.
—Pero ya, enano —me soltó. —deja de pensar en eso y mejor entremos, que no podemos llegar tarde a nuestro primer día en la prepa.
—Entonces vámonos. —dije.
Josué otra vez agarró mi mano y así juntos entramos al colegio. Me gusta mucho que a Josué nunca le ha dado vergüenza tratarme como me trata porque delante de quien sea, siempre me trata igual y eso de alguna manera me hace sentir especial.
Por fin habíamos llegado a nuestro salón de clases, pero cuando íbamos a entrar, justamente de ahí salió corriendo un muchacho, un poco moreno, flaco, un poco más alto que yo, pero más bajo que Josué. Como iba corriendo chocó con nosotros haciendo que él tirara sus cosas y Josué soltó mi mano para ayudarlo.
—Disculpa, es que ando buscando a mi primo. —dijo aquel chico moreno mientras recogía sus cosas.
—No te preocupes, todo bien. —respondió Josué en tono amable.
—Si quieres te podemos ayudar a buscar a tu primo. —le sugerí al chico del cual aún no sabía su nombre.
—Sí, solo dinos como es. —dijo Josué.
—Él es alto, delgado, fornido, castaño claro y se llama Diego. Por cierto, yo soy Fernando, Fernando Ferrer. —sonrió.
—Mucho gusto, wey, yo soy Josué y él es Armando. —me señaló.
—Hola, Armando. —me sonrió.
Ese chico de nombre "Fernando" me sonrió de una manera muy extraña mientras me veía, pero en ese momento Josué por alguna razón volvió a agarrar mi mano.
—Mejor busquemos a tu primo. — dijo en tono como molesto.
—Sí, nosotros te ayudamos. —dije con amabilidad.
—Muchas gracias. —sonrió. —Es que vamos a estar en este salón —señaló. —pero mi primo salió y no supe a donde.
—¡Ah! —dijo Josué. —Pues en ese caso los cuatro seremos compañeros porque también estaremos en este salón.
—¡Oh! Eso está padre. —sonrió. —Entonces, pues ya hice amigos.
—Sí, eso creo. —dijimos Josué y yo al mismo tiempo mientras asentíamos con la cabeza.
—Bueno, vamos a buscar al tal Diego. —sugirió Josué.
—Claro. —Fernando dio unos pasos. —¡Oh! —se detuvo. —Creo que ya no será necesario. Allá está mi primo. —señaló con la mirada. —¡DIEGO! —le gritó.
Ese chico de nombre "Diego" era realmente atractivo, tanto de cara, como de cuerpo y de todos lados; era alto, de piel blanca, ojos color miel, cabello castaño claro, delgado, pero muy atlético (incluso más que Josué) tenía un piercing en la ceja y por su actitud y su manera de traer el uniforme me daba la impresión de que era bastante rebelde.
—¿Te pasa algo, enano? —me preguntó Josué de cerca, sin soltar mi mano.
—Ah... —lo miré. —Emmm...n-no nada. —dije muy nervioso. —Josué solo asintió.
—¿Dónde andabas, primo? —le preguntó Fernando.
—Fui a comprar un agua, pero me encontré a unas muchachas que me dieron su w******p. —dijo feliz mientras enseñaba su celular.
—¡Qué raro de ti! —Fernando rodó los ojos. —Pero mira...—nos miró a Josué y a mí. —ellos son Armando y Josué, son mis amigos. —ambos lo saludamos.
—¿Ya tan rápido hiciste amigos, primo? —le preguntó Diego.
—¿Tú ya tan rápido estás pidiendo w******p? —preguntó Fernando con ironía.
—Ya me conoces. —sonrió Diego.
Fernando rodó los ojos ante lo que dijo su primo.
—Como sea. —contestó. —Pero no seas grosero, Diego y saluda a mis amigos. —dijo con algo de molestia.
—¡Ah! ¡Disculpen! Yo soy Diego, Diego Ferrer. —nos dijo con una sonrisa amable.
Hasta su sonrisa era bella, labios gruesos y carnosos, sus dientes parecían perlas, blancos, brillantes y perfectos, ¿y su cara? Bueno, parecía tallada por los mismos ángeles, tenía cero acné y cero granos, lo cual era extraño porque la mayoría de adolescentes de nuestra edad tenemos, pero a lo mejor ese chico se cuidaba bastante bien o tal vez simplemente nació así de perfecto.
—Sí, ya sabemos quién eres. —dijo Josué, que hizo una sonrisa bastante fingida en mi opinión.
—¿Cómo? —preguntó Diego algo confundido.
—Sí, primo, —asintió Fernando. —es que me iban a ayudar a buscarte.
Diego solo asintió y yo solté la mano de Josué y la estiré para saludar a Diego.
—Yo soy Armando, —sonreí. —Armando Duarte.
—Ammm... qué onda, Armando. —dijo con extraño. —Esto es raro porque ningún hombre de nuestra edad me ha saludado así y la neta yo tampoco saludo así. —rio, pero igual correspondió a mi saludo.
—Bueno, —solté su mano. —ya encontraste a uno que sí. —dije con una sonrisa y Diego volvió a reír.
—Me caes bien, seremos buenos amigos. —Diego también me sonrió.
—Espero. —asentí.
—Bueno, ya. —dijo Josué mientras rodaba los ojos para después volver a tomar mi mano.—Yo soy Josué.
—Lo imaginé, wey. —le sonrió Diego.
—Ustedes se conocen desde antes ¿verdad? —preguntó Fernando mientras miraba nuestras manos agarradas.
—Sí, —Josué asintió. —somos amigos desde la secundaria.
—MEJORES amigos. —aclaré.
—Bueno, sí, eso. —dijo Josué.
—¿Y solo son amigos? —preguntó Fernando con una sonrisa.
—Así es, ¿por qué lo preguntas? —confundido.
—No le hagan caso. —dijo Diego mientras agarraba de los hombros a su primo. —Está medio loco, ¿verdad, primo?
—Sí, perdón. —asintió Fernando. — Es que por un momento me dio la impresión de que...
—¿De qué? —preguntamos con confusión al mismo tiempo.
—De que pues... —Fernando estaba a punto de decir, pero fue interrumpido por una voz gruesa y masculina que se escuchó justo detrás de nosotros.
Cuando volteamos para ver de quien se trataba, era de un hombre adulto, pero joven, no más de 33 años, bien vestido y con un maletín, era el profesor.
—Jóvenes, —nos miró. —entren al aula ya porque iniciaremos con la primera clase.
Los cuatro asentimos y entramos al salón.
JosuéNo sabía por qué, pero cada vez que veía a Armando, no podía dejar de pensar en la manera en la que miró a Diego hace un momento y la manera en la que soltó mi mano para agarrar la de él. No sabía por qué pensaba tanto en eso, pero era claro que no me gustó para nada. También me molestó bastante la manera en la que Fernando miró a Armando, me dio desconfianza. La verdad no sabía qué pasaba, pero lo que sí sabía es que me molesta que miren así a Armando y que él vea a otros así porque se supone que yo lo debo de proteger, ¿no?En el salón de clases todos nos encontrábamos callados, hasta que llegó una chica con el uniforme de la escuela y más o menos como de nuestra edad, corriendo al salón.—¡Señorita! —dijo el profesor muy molesto. —¿Qué es esa manera de entrar al aula?—Lo siento, profe. —dijo aquella chica. —Es que, se me hizo tarde porque...
JosuéEstábamos caminando todos juntos al salón cuando de repente miramos a un muchacho como de nuestra edad, más o menos de mi estatura, cabello negro, piel blanca, complexión delgada, ojos cafés y es raro que yo lo diga, pero era hasta atractivo. El chico se acercó a nosotros y nos saludó.—Hi. —saludó aquel chico mientras sonreía, a lo que todos saludamos, todos menos Diego que por alguna razón lo veía de manera muy extraña, al igual que Leslie, solo que ella sí saludó.—Ustedes están en el mismo grupo qué yo, ¿verdad? —preguntó aquel chico de cabello negro.—Ni idea de quien seas. —negó Fernando.—Yo tampoco sé. —dije.—Soy Alexis González. Es que lo sé porque los vi ahí en el salón.—¡Ah! Sí, —asintió Armando. —te miré cuando te presentaste ante la clase.—¿Si? —le pregunté con algo de
NarradorTodos miraron a Diego con extraño por lo que acababa de decir, pero Diego cuando se dio cuenta de aquello que dijo, dejó de mirar a Alexis.—Me refiero lindo a su manera de ser, —aclaró Diego. —de que es buena persona, gentil, amable y todo eso.—¡Ay, Diego! —Alexis le sonrió mientras levemente se sonrojaba.—Como sea, Diego. —dijo Fernando. —Aquí el punto es que no debemos pelear entre nosotros.—Pues no, wey, —dijo Josué. —pero no soporto que le hablen así a Armando. —molesto.—Espero que Alexis no me vuelva a gritar por lo que voy a decir —habló Armando. —pero aún hay una manera de poder estar todos juntos fuera de aquí.—¿Cuál? —preguntaron todos mientras miraban a Armando esperando una respuesta de su parte.—Si Alexis no puede salir porque tiene que cuidar a su hermanita, ent
JosuéEra domingo por la tarde y desde aquella noche del viernes cuando jugamos al juego de "las confesiones" en casa de Alexis, donde Fernando le hizo esa pregunta a Armando, pero no la pudo contestar porque fue interrumpido por el papá de Alexis que llegó en ese momento. (Que por cierto nos sacó a todos a gritones de su casa) Bueno, desde ese día no había sabido nada de Armando, ignoraba mis llamadas, mis mensajes y cuando iba a verlo me decía que no estaba.El viernes hasta quería acompañar a Armando a su casa, pero me dijo que no y simplemente se fue y desde entonces no lo había visto. Pero no podía seguir así, no podía quedarme con esta duda de qué es lo que le sucedía a Armando, él era mi mejor amigo, yo tenía que verlo, tenía que ir a su casa, no podía estar más con esto, así que tomé mi chamarra y me fui a buscarlo.______________________________________________________
JosuéCuando Armando y yo llegamos a la prepa, en la entrada nos encontramos con Leslie y a Alexis.—¿Y cómo estuvo su fin de semana? —preguntó mi amiga mientras caminábamos.—Aburrido. —dijimos mi mejor amigo y yo mismo tiempo.—Aún me parece súper, híper, mega rarísimo que hablen al mismo tiempo. —dijo Alexis mientras reía y nosotros hicimos lo mismo.—Sí, es raro. —asintió Leslie. —Pero bueno, ¿y por qué fue aburrido? —nos preguntó.—Yo no salí de mi casa. —respondí.—Yo tampoco. —contestó Armando.—Pues ni yo porque mis padres no estuvieron y me quedé sola. —mencionó Leslie con algo de tristeza.—Tus papás nunca están, ¿verdad? —preguntó Armando.—No. —negó con la cabeza. —Se la pasan trabajando.—¿Y en que trabajan? —pregunté con curiosid
NarradoCuando Josué llegó al área de las bancas miró que Armando estaba ahí con sus otros amigos sentados en una de ellas.—Hola. —saludó y se sentó a lado de Armando.Alexis, Diego, Leslie y Fernando, le sonrieron y correspondieron a su saludo, pero siguieron comiendo.—¿Por qué te fuiste así, enano? —le preguntó.—Pues...estabas muy ocupado, ¿no? —no lo miró, ni le habló como siempre lo hacía, Josué conocía esa mirada y ese tono de voz, estaba molesto.—¡Uy! —dijeron Alexis y Diego muy burlones.—Nada más estaba agradeciéndole a Alexander por pagar mi comida. —le explicó, pero Armando rodó sus ojos.—¿Alexander? —preguntó Leslie. —¿el nuevo? —asombrada y extrañada.—Sí, él. —asintió.—¿El nuevo pagó tu comida? — preguntó Diego igual de asombrado.
JosuéArmando y yo caminamos para ir a nuestras casas, pero ninguno de los 2 hablaba, no dijimos nada por minutos, había silencio, un silencio incómodo que nunca antes hubo entre Armando y yo. Tampoco tomé su manita como siempre solía hacerlo y él tampoco me la dio. Nunca había pasado esto, entre él y yo siempre había risas y cosas de que hablar, pero ese día no era así, era Incómodo y ese silencio cada segundo se hacía más, pero decidí romperlo porque necesitaba saber algo.—¿Pasa algo con Fernando? —le pregunté mientras caminábamos.—No. —respondió sin verme.—¿Seguro?—Sí. —asintió.—¿Y por qué se estaban agarrando de las manos y por qué te dio un beso en la mejilla hace un rato? —seguí preguntando.—No sé de qué me hablas. —negó.—Armando, cuando entré al salón pude notar que estaban ag
JosuéMe sentía muy culpable de ver a mi niño así, no me gusta verlo mal y menos si es por mi culpa.—Enano... —le hablé, pero él ni me volteó a ver.—¡Déjame! —dijo con voz cortada.—Enano, ¿estás llorando? —me arrodillé para quedar a su nivel.—¡Que te importa! —decía mientras que con sus manitas cubría su rostro.—Chaparro, perdóname por hablarte así.Armando quitó sus manitas, levantó su carita y no lo podía creer, sus ojitos estaban llorosos. En ese momento me sentí peor, hice llorar a mi enano.—¡Vete con ALEX! —me dijo llorando.—No llores, ¡Por favor no llores, mi niño! soy un idiota, pero no llores, sabes que eso no lo soporto.—Según tú me cuidas de todos, cuidas que nadie me haga daño y tú me acabas de dañar. —siguió llorando.—Lo s