Capítulo XXXI

Sebastián

Siento que el alma me sale del cuerpo, siento un dolor inmenso en el pecho, solo miro cómo tratan de reanimar a mi Daphne, todo parece cómo en cámara lenta, esto es lo peor qué he visto. Solo puedo hacer escuchar la voz del doctor diciendo:

—Otra vez, ¡Anda Daphne! Tú puedes.

Veo que por fin, el monitor tiene los latidos, estos 2 minutos han sido los más largo y horribles de mi vida, siento que mi alma regresa a mi cuerpo. Una enfermera me saca, y no puedo evitar llorar, cómo un niño pequeño. No puedo parar de llorar.

Una enfermera se me acerca, y mi dice:

—Joven tranquilo, venga vamos a la sala de espera.

Me lleva hasta la sala de espera, estando ahí todos me miran, y se me acerca su madre, y me dice:

—¿Qué pasa Sebastián? ¿Cómo está mi hija?—me sacude.

—Señora mi Daphne se fué por unos minutos. No puedo sin ella, me muero.

Nos abrazamos, y lloramos juntos. No sé cuánto tiempo pasa, y nos separamos hasta escuchar la voz del doctor:

—La Señorita Daphne, tuvo un infarto, pero
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