Capítulo XXIX

Daphne.

Estoy dando vueltas y vueltas, y no consigo calmarme.— ¡Cómo fui tan estúpida! Si sabes que el tema de su madre es muy delicado, porque no sé lo preguntaste primero—me recrimina mi subconsciente.

Le marco nuevamente, pero no me contesta, me manda directo al buzón. Apago su celular ¡Maldición! Y si algo le pasó. Salió furioso de aquí, y si lo salgo a buscar, pero a dónde.

¡Hay Daphne la cagaste! Pero si bien bonito.

10 horas después… No ha llegado, y su maldito celular sigue apagado, no puedo más con esta angustia, voy a salir a buscarlo.

Me cambio, y estoy apunto de salir, cuando la puerta se abre, es él, ¡Gracias a Dios!

Sé que esta enojado, pero me lanzo a sus brazos.

—Amor estás aquí, no te pasó nada, perdóname, no fué mi intención hacerte sentir mal.

Me abraza tan fuerte y me uno dice:

—Perdóname tú, no tuve que haber reaccionado así. ¡Te amo Daphne! Si te perdiera me muero.

—Eso no va pasar, yo estoy aquí y siempre estaré. ¡¿Bebiste?!

—Si sólo un poco.

—Ok, ve a bañart
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