Mas tarde voy a la empresa. Intento pensar como la tía y no juzgar a mi hija por querer saber de su padre, quizás yo me volví hermética con ese tema y por eso no confio en mi y por eso hizo lo que hizo.Finaliza mi jornada. Solo Vi una vez a Mackenna. Estuvo toda la tarde encerrado en su oficina. Así que terminada mi jornada me asomo al despacho para decirle que si necesita algo más pues ya debo irme.—No Sarah, puedes irte —dice. —Solo que no olvides que hoy tenemos que vernos, tenemos un tema pendiente.—Ni siquiera se bien de que se trata señor.—No me llames señor. Solo Robert.—Aquí prefiero llamarlo señor, no quiero que nadie murmure cosas sobre nosotros—Él Suelta aire. Entonces se sienta en la esquina de su escritorio.—Murmuraran de todas maneras Sarah. A mí no me importa, si yo le importo y esta noche usted me declara su amor, todos sabrán mañana que usted es la mujer de mi vida. De eso vamos a hablar hoy. ¿ Ya pensó en una respuesta?—Tengo muchas ganas de brincar de la felic
Entonces él se levanta y me mira, mostrándome una sonrisa nerviosa y luego de un suspiro y soltar aire se le ocurre decir la más estúpidas de las ideas. —¿ Puedo llevar a la pequeña a dar una vuelta ? Creo que tenemos mucho de que hablar. Recuperar el tiempo perdido—Lo miro con sorpresa. —¿ Estás bromeando cierto?—No ¿Por qué? Es mi hija y quisiera compartir con ella, entiende Sarah. Quiero conocerla y…—¡ No! Y es mejor que te vayas Thomas. Tu no tienes absolutamente nada que hacer aquí —Parece enojarse con eso y Amelie protesta muy bajo pero alcancé a oírla. —Pero mamá—dice apretando mi mano. Él solo me mira con semblante indispuesto. Diablos, lo tengo aquí frente a mi y es tan guapo. Extraño por un momento al Thomas del que me enamoré mientras lo miro sin pestañar. —¡ Ve un momento a tu habitación Amelie!—Pero…—He dicho que vayas a tu habitación—Ella hace un gemido triste. Thomas baja su mirada y toca su cabeza. —Ve Amelie, no te angusties por mi. No me iré sin de
Thomas me toma del brazo para devolverme al auto donde nos espera mi hija. Lo miro con gesto agrio. Es su culpa que Robert se haya ido de ese modo.—No quiero ir a ningún lado Thomas —digo.—¿Cómo?—Entonces voy al auto y saco a Amelie. No sé ni siquiera por qué acepté salir con él después de todo el sufrimiento que por su culpa debí pasar.—No hagas esto Sarah. No quieres verme enojado—dice. Respiro hondo ignorando sus amenazas y llevo de prisa a mi hija dentro de la casa. Entonces me devuelvo y me pongo frente a él.—Solo por mi hija y porque no deseo que sufra, voy a dejar que te quedes un rato. Pero no pienso ir contigo a ninguna parte. Menos dejar que mi hija lo haga—Él me mira con gesto afectado.—Quiero que sepas que estoy dispuesto a todo por mi hija Sarah. Así sea reconquistarte.—No sé por qué dices tonterías Thomas, Estás casado—Lo miro con recelo.—¿Ya olvidaste lo mucho que nos divertíamos Sarah? Me miras como si me odiaras.—¿Que esperabas Thomas? —Entonces Amelie sale y
Entonces me detengo. No soy tan ilusa y he visto suficientes telenovelas como para saber que hay mujeres que hacen lo que sea por separar a los que empiezan a enamorarse. Y esos somos Robert y yo. Así que soltando aire me devuelvo. Ella me mira confusa. Entonces se cruza de brazos y alza una ceja.—¡Ya te dije que…!—ignoro completamente sus odiosas palabras y le paso por un lado, sin importarme lo que diga. Ella corre tras de mí y me jala con fuerza por un brazo.—¡Te dije claramente que Robert y yo nos reconciliamos, así que es mejor que te vayas o …!—Que me lo diga él—digo y jalo mi brazo de su agarre. Ella me mira con gesto sorprendido. Corro escaleras arriba.—¡Robert!—grito y corro a su habitación. Pero Teresa corre detrás de mí y se cuelga de mi cabello, lo que resulta en que yo le dé una fuerte bofetada. Ella pone su mano en su mejilla y sus ojos se oscurecen. echa chispa por sus ojos. Entonces sigo hasta la habitación de Robert, pero él atraído por los gritos sale de prisa y
—No. Nada. Puede retirarse—dice y pone sus ojos en su computador. Salgo de allí y cumplo su encargo.—El señor Brown parece que tiene planes de quedarse dónde está —Me dice Karen mientras yo ubico el hotel donde nos hospedaremos en dos días.—Pues parece que vendrán los nuevos socios a la empresa—subo mi mirada. Suspiro pensativa. Extraño a mi jefe. Siento que trabajar con Mackenna no será muy fácil de ahora en adelante.Más tarde estamos en la sala de juntas , Karen y yo. Esperando a Robert. Poco después este entra. Con un hombre más joven y muy guapo. Karen no puede disimular. Parece que la ha encantado. Casi puedo ver el hilo de baba colgar de su boca. Si , es muy guapo , este me mira y me sonríe. Le devuelvo el gesto. No tengo porque ser grosera. Tiene unos ojos grises cautivadores. De verdad, es difícil no admirarlo. No creo que sea malo después de todo , es refrescante a la vista. Y lo hago más aún al ver la cara de incomodidad de Mackenna. Se ha puesto más serio de lo normal. E
Alzo a Amelie y controlo la ansiedad que siento en este momento. Voy a la cocina con la niña en brazos y mi tía me sigue. Dejo a Amelie en el piso y me aparto con la tía. —¿Que hace él aquí? Estaba hablado que solo estaría si yo estaba presente—susurro. Ella me mira sin saber que explicación dar. —¿Que querías que hiciera? ¿Que lo echara delante de la niña?—Amelie se acerca. —Papá me trajo una muñeca muy bonita. ¿Ya la viste?—sonrío falso y hago una negación. Entonces me inclino a su nivel. —Quiero decirte una cosa—sonrío. —Sé que no amas a papá. Y es razonable, nos dejó y dejaste de quererlo, ¿Es eso lo que me dirás mami?—pregunta sorprendiéndome. —¿Eso te molesta? —No. Pero quiero seguir viéndolo mami. Estoy más feliz desde que viene a verme. Por favor mami—Entonces la alzo. La miro a los ojos. —mmm… eres una niña muy madura cariño. No haré nada que te entristezca. Y gracias por entender. —¿Quieres al señor Robert?—suspiro sin saber cómo responder esa pregunta. E
Entre el deseo, la desesperación y la locura, la razón no es bienvenida, pero muchas veces esta domina la situación, se impone y hace bajar la cabeza a las otras pendencieras que no tienen la capacidad de pensar solo de dejar salir toda su impulsividad. Esta vez no es así. Ambos están dispuestos a llegar a las últimas consecuencias en un momento de intenso frenesí… impulsado por dos cosas, un invierno que congela sus corazones solitarios y una incitación mutua imposible de ignorar. Pero está vez no es la razón, esta vez hay una voz que los sorprende diciendo :¡Paren por favor! ¡ Estoy aquí! Y ahí, en el sofá con una manta en su mano y ojos abiertos como platos está Karen. Ellos se separan rápidamente. Sus miradas son de decepción total. —¿Que haces aquí Karen?—pregunta tenue Sarah aún sintiendo la agitación en todo su cuerpo. Robert pone un puño en su boca y voltea mirando a la nada mientras Sarah resuelve la situación y él oculta su excitación. —Me diste una de las llaves y… te
Sarah con insistencia de Karen compró un vestido negro , con un hombro descubierto y una abertura que según creyó Sarah era más modesto pero que ahora que está frente al espejo mira como la mitad de su muslo está descubierto. Su silueta asemeja las curvas de una guitarra y ella se empieza a sentir insegura. Karen le coloca el colgante con un pequeño cristal blanco colgando en su cuello y ella entonces decide llamar a recepción. Debe pedir a alguien que sea capaz de coser esa abertura un poco más. Karen le quita el teléfono. —¿Estás loca? Luces espléndida, además tienes hermosas piernas. No dañarás ese vestido Sarah—Sarah respira hondo. —Es muy exagerado. ¿No crees?—No. La exagerada eres tú, ven, debo maquillarte, aún falto yo por hacerlo y no queremos llegar tarde—Entonces Karen se esmera en ponerle un maquillaje acorde al vestido y a la ocasión. —Robert pensará que gastamos una fortuna con todo esto—dice Sarah mirando el resultado final frente al espejo. —Gastamos una fortu