Alzo a Amelie y controlo la ansiedad que siento en este momento. Voy a la cocina con la niña en brazos y mi tía me sigue. Dejo a Amelie en el piso y me aparto con la tía. —¿Que hace él aquí? Estaba hablado que solo estaría si yo estaba presente—susurro. Ella me mira sin saber que explicación dar. —¿Que querías que hiciera? ¿Que lo echara delante de la niña?—Amelie se acerca. —Papá me trajo una muñeca muy bonita. ¿Ya la viste?—sonrío falso y hago una negación. Entonces me inclino a su nivel. —Quiero decirte una cosa—sonrío. —Sé que no amas a papá. Y es razonable, nos dejó y dejaste de quererlo, ¿Es eso lo que me dirás mami?—pregunta sorprendiéndome. —¿Eso te molesta? —No. Pero quiero seguir viéndolo mami. Estoy más feliz desde que viene a verme. Por favor mami—Entonces la alzo. La miro a los ojos. —mmm… eres una niña muy madura cariño. No haré nada que te entristezca. Y gracias por entender. —¿Quieres al señor Robert?—suspiro sin saber cómo responder esa pregunta. E
Entre el deseo, la desesperación y la locura, la razón no es bienvenida, pero muchas veces esta domina la situación, se impone y hace bajar la cabeza a las otras pendencieras que no tienen la capacidad de pensar solo de dejar salir toda su impulsividad. Esta vez no es así. Ambos están dispuestos a llegar a las últimas consecuencias en un momento de intenso frenesí… impulsado por dos cosas, un invierno que congela sus corazones solitarios y una incitación mutua imposible de ignorar. Pero está vez no es la razón, esta vez hay una voz que los sorprende diciendo :¡Paren por favor! ¡ Estoy aquí! Y ahí, en el sofá con una manta en su mano y ojos abiertos como platos está Karen. Ellos se separan rápidamente. Sus miradas son de decepción total. —¿Que haces aquí Karen?—pregunta tenue Sarah aún sintiendo la agitación en todo su cuerpo. Robert pone un puño en su boca y voltea mirando a la nada mientras Sarah resuelve la situación y él oculta su excitación. —Me diste una de las llaves y… te
Sarah con insistencia de Karen compró un vestido negro , con un hombro descubierto y una abertura que según creyó Sarah era más modesto pero que ahora que está frente al espejo mira como la mitad de su muslo está descubierto. Su silueta asemeja las curvas de una guitarra y ella se empieza a sentir insegura. Karen le coloca el colgante con un pequeño cristal blanco colgando en su cuello y ella entonces decide llamar a recepción. Debe pedir a alguien que sea capaz de coser esa abertura un poco más. Karen le quita el teléfono. —¿Estás loca? Luces espléndida, además tienes hermosas piernas. No dañarás ese vestido Sarah—Sarah respira hondo. —Es muy exagerado. ¿No crees?—No. La exagerada eres tú, ven, debo maquillarte, aún falto yo por hacerlo y no queremos llegar tarde—Entonces Karen se esmera en ponerle un maquillaje acorde al vestido y a la ocasión. —Robert pensará que gastamos una fortuna con todo esto—dice Sarah mirando el resultado final frente al espejo. —Gastamos una fortu
Al abrir mis ojos al otro día Robert no está en la cama, dónde obvio pasamos la noche. Así que me levanto rápidamente y me voy al baño. Lavo de prisa mi cara y acomodo mi cabello. Entonces salgo a la cocina, ya que el olor a café me atrae. Cuando me estoy acercando lo veo untando panes. Sonrío al verlo como todo un amo de casa dedicado. Suspiro y él me sorprende dándose cuenta de mi presencia. En seguida me sirve café. Entonces me abraza por la cintura atrayendo mi diminuto cuerpo a su imponente forma y tamaño. Me da los buenos días y me sorprende con un beso cálido. Le correspondo de manera febril. Sus labios llegan a enloquecerme de manera instantánea. Entonces nos separamos y desayunamos juntos.—De verdad creí que te habías marchado.—¿por qué lo haría?—Hablamos mientras bajamos en el ascensor. Hoy tenemos dos reuniones con dos inversionistas. El señor Parisi y el señor La Rosa. Ambos quieren invertir en la empresa para un proyecto muy grande aquí en Italia. Así que tendremos que
Es la peor noche de mi vida, debí esperar al amanecer para devolverme a Canadá y esperar horas para poder ver a mi hija. Llegué casi a las diez pm a casa y me alivié de saber que Amelie había sido dada de alta, pero encontré que Thomas estaba en casa, pues mi tía en su desesperación lo llamó, más aún al no tener noticias mías.—¿Que clase de madre eres Sarah? Nuestra hija estuvo ingresada todo el día de ayer y tú casi ni te enteras—dice Thomas apartándome a un lado cuando salí de la habitación de mi niña. Está dormida. Lo miro con gesto apagado. Me siento demasiado mal como para además tener que soportar sus reproches. Es un hipócrita.—¿Con qué derecho vienes tú a reclamar o juzgar mis acciones como madre? Tú que nos abandonaste todo este tiempo Thomas, no deberías estar aquí, es mejor que te vayas—Voy hasta donde está mi tía quien prepara algo de comer para mí. Pero no tengo hambre, lo que tengo es una enorme ansiedad. Él no me deja seguir, sino que tomándome con aspereza del brazo m
Isabella, viuda de Rhys, se queda mirando al doctor con ojos bien abiertos, Entonces mirando a la nada y con expresión afectada pregunta cuánto tiempo le queda.—Un año a lo sumo madame—La viuda podrá gozar de muchos millones de dólares en su cuenta, pero no le alcanzará la vida para gastarlos. Una enfermedad que no distingue estatus social la carcome poco a poco y ni toda su fortuna dará basto para curarla. Está muy avanzada y es cuestión de tiempo para que esta acabe con su vida. Isabella cierra su puño sintiendo coraje. Creía que su vida se había arreglado el día que contrajo matrimonio con un Rhys, pero ya ve que no fue así. La madre de Emiliano y Thomas Rhys ahora sabe que debe actuar y rápido para dejar todo arreglado el día que parta.Esa noche convoca en una cena íntima a su hijo, el falso Thomas, le pidió encarecidamente que no llevara a su esposa.Emiliano la mira con desconcierto al oír la noticia, es su madre, esta no puede morir. Oírla decir que tiene poco tiempo de vida
Más tarde estoy en el cafetín con Robert explicándole sobre la condición de Amelie. Estoy muy acongojada. Él toma mi mano. Lo miro con pena. Cómo quisiera que todo esto fuera diferente. —¿y Teresa?—pregunto. —¿Qué pasa con Teresa Sarah? Estamos aquí, tú y yo, no quiero hablar de ella. —Va a tener a tu hijo. —No sabemos si sea mi hijo. Mira Sarah, yo quiero que aclaremos las cosas. Es contigo con quién quiero estar y después de lo que sucedió entre tú y yo, quiero pedirte matrimonio. Cásate conmigo—pide tomando mi mano. Muerdo mi labio emocionada. —Pero… tendrás un hijo Robert. —Si es mío, te juro que seré el mejor padre para él. Pero no voy a vivir con una mujer a la que no amo. Por favor Sarah. Casémonos ahora mismo—Quiero decirle que sí. Entonces dejo salir mis lágrimas. ¿Por qué la vida es tan injusta? —Robert. Yo…—En ese momento entra Thomas al cafetín. Parece buscarme. Entonces nos mira y su semblante parece irritarse al verme junto a Robert. —Ah… aquí estás —dice acercánd
Entonces nos hacen pasar a la enorme mansión… Es una casa muy iluminada, tiene muchas ventanas y espacios muy amplios, está hecha con materiales muy costosos y de la mejor calidad. Amelie parece cohibida igual que mi padre y yo. Un sirviente lleva nuestro equipaje a las habitaciones. Entonces la madre de Thomas nos permite retirarnos a dichas habitaciones para descansar, y aunque prepararon tres, una para cada uno de nosotros Amelie no quiso separarse de mí. Entonces nos ponemos cómodas, aunque yo, ni tanto, no me siento tranquila en esta casa. Me siento entre desconocidos. Así que hablo con Thomas y le digo que he decidido que Amelie y yo nos quedemos en la casa de papá con él. Es aquí mismo en Florida, pero no puedo quedarme aquí. Siento que no es mi lugar. —De ninguna manera Sarah. Mi hija permanecerá aquí mientras tratamos su enfermedad. Los doctores vendrán a la hora que sea, pero no te la llevarás. Además, mi madre está feliz de que Amelie esté aquí. —Sí, pude notarlo. Es evi