Entonces me detengo. No soy tan ilusa y he visto suficientes telenovelas como para saber que hay mujeres que hacen lo que sea por separar a los que empiezan a enamorarse. Y esos somos Robert y yo. Así que soltando aire me devuelvo. Ella me mira confusa. Entonces se cruza de brazos y alza una ceja.—¡Ya te dije que…!—ignoro completamente sus odiosas palabras y le paso por un lado, sin importarme lo que diga. Ella corre tras de mí y me jala con fuerza por un brazo.—¡Te dije claramente que Robert y yo nos reconciliamos, así que es mejor que te vayas o …!—Que me lo diga él—digo y jalo mi brazo de su agarre. Ella me mira con gesto sorprendido. Corro escaleras arriba.—¡Robert!—grito y corro a su habitación. Pero Teresa corre detrás de mí y se cuelga de mi cabello, lo que resulta en que yo le dé una fuerte bofetada. Ella pone su mano en su mejilla y sus ojos se oscurecen. echa chispa por sus ojos. Entonces sigo hasta la habitación de Robert, pero él atraído por los gritos sale de prisa y
—No. Nada. Puede retirarse—dice y pone sus ojos en su computador. Salgo de allí y cumplo su encargo.—El señor Brown parece que tiene planes de quedarse dónde está —Me dice Karen mientras yo ubico el hotel donde nos hospedaremos en dos días.—Pues parece que vendrán los nuevos socios a la empresa—subo mi mirada. Suspiro pensativa. Extraño a mi jefe. Siento que trabajar con Mackenna no será muy fácil de ahora en adelante.Más tarde estamos en la sala de juntas , Karen y yo. Esperando a Robert. Poco después este entra. Con un hombre más joven y muy guapo. Karen no puede disimular. Parece que la ha encantado. Casi puedo ver el hilo de baba colgar de su boca. Si , es muy guapo , este me mira y me sonríe. Le devuelvo el gesto. No tengo porque ser grosera. Tiene unos ojos grises cautivadores. De verdad, es difícil no admirarlo. No creo que sea malo después de todo , es refrescante a la vista. Y lo hago más aún al ver la cara de incomodidad de Mackenna. Se ha puesto más serio de lo normal. E
Alzo a Amelie y controlo la ansiedad que siento en este momento. Voy a la cocina con la niña en brazos y mi tía me sigue. Dejo a Amelie en el piso y me aparto con la tía. —¿Que hace él aquí? Estaba hablado que solo estaría si yo estaba presente—susurro. Ella me mira sin saber que explicación dar. —¿Que querías que hiciera? ¿Que lo echara delante de la niña?—Amelie se acerca. —Papá me trajo una muñeca muy bonita. ¿Ya la viste?—sonrío falso y hago una negación. Entonces me inclino a su nivel. —Quiero decirte una cosa—sonrío. —Sé que no amas a papá. Y es razonable, nos dejó y dejaste de quererlo, ¿Es eso lo que me dirás mami?—pregunta sorprendiéndome. —¿Eso te molesta? —No. Pero quiero seguir viéndolo mami. Estoy más feliz desde que viene a verme. Por favor mami—Entonces la alzo. La miro a los ojos. —mmm… eres una niña muy madura cariño. No haré nada que te entristezca. Y gracias por entender. —¿Quieres al señor Robert?—suspiro sin saber cómo responder esa pregunta. E
Entre el deseo, la desesperación y la locura, la razón no es bienvenida, pero muchas veces esta domina la situación, se impone y hace bajar la cabeza a las otras pendencieras que no tienen la capacidad de pensar solo de dejar salir toda su impulsividad. Esta vez no es así. Ambos están dispuestos a llegar a las últimas consecuencias en un momento de intenso frenesí… impulsado por dos cosas, un invierno que congela sus corazones solitarios y una incitación mutua imposible de ignorar. Pero está vez no es la razón, esta vez hay una voz que los sorprende diciendo :¡Paren por favor! ¡ Estoy aquí! Y ahí, en el sofá con una manta en su mano y ojos abiertos como platos está Karen. Ellos se separan rápidamente. Sus miradas son de decepción total. —¿Que haces aquí Karen?—pregunta tenue Sarah aún sintiendo la agitación en todo su cuerpo. Robert pone un puño en su boca y voltea mirando a la nada mientras Sarah resuelve la situación y él oculta su excitación. —Me diste una de las llaves y… te
Sarah con insistencia de Karen compró un vestido negro , con un hombro descubierto y una abertura que según creyó Sarah era más modesto pero que ahora que está frente al espejo mira como la mitad de su muslo está descubierto. Su silueta asemeja las curvas de una guitarra y ella se empieza a sentir insegura. Karen le coloca el colgante con un pequeño cristal blanco colgando en su cuello y ella entonces decide llamar a recepción. Debe pedir a alguien que sea capaz de coser esa abertura un poco más. Karen le quita el teléfono. —¿Estás loca? Luces espléndida, además tienes hermosas piernas. No dañarás ese vestido Sarah—Sarah respira hondo. —Es muy exagerado. ¿No crees?—No. La exagerada eres tú, ven, debo maquillarte, aún falto yo por hacerlo y no queremos llegar tarde—Entonces Karen se esmera en ponerle un maquillaje acorde al vestido y a la ocasión. —Robert pensará que gastamos una fortuna con todo esto—dice Sarah mirando el resultado final frente al espejo. —Gastamos una fortu
Al abrir mis ojos al otro día Robert no está en la cama, dónde obvio pasamos la noche. Así que me levanto rápidamente y me voy al baño. Lavo de prisa mi cara y acomodo mi cabello. Entonces salgo a la cocina, ya que el olor a café me atrae. Cuando me estoy acercando lo veo untando panes. Sonrío al verlo como todo un amo de casa dedicado. Suspiro y él me sorprende dándose cuenta de mi presencia. En seguida me sirve café. Entonces me abraza por la cintura atrayendo mi diminuto cuerpo a su imponente forma y tamaño. Me da los buenos días y me sorprende con un beso cálido. Le correspondo de manera febril. Sus labios llegan a enloquecerme de manera instantánea. Entonces nos separamos y desayunamos juntos.—De verdad creí que te habías marchado.—¿por qué lo haría?—Hablamos mientras bajamos en el ascensor. Hoy tenemos dos reuniones con dos inversionistas. El señor Parisi y el señor La Rosa. Ambos quieren invertir en la empresa para un proyecto muy grande aquí en Italia. Así que tendremos que
Es la peor noche de mi vida, debí esperar al amanecer para devolverme a Canadá y esperar horas para poder ver a mi hija. Llegué casi a las diez pm a casa y me alivié de saber que Amelie había sido dada de alta, pero encontré que Thomas estaba en casa, pues mi tía en su desesperación lo llamó, más aún al no tener noticias mías.—¿Que clase de madre eres Sarah? Nuestra hija estuvo ingresada todo el día de ayer y tú casi ni te enteras—dice Thomas apartándome a un lado cuando salí de la habitación de mi niña. Está dormida. Lo miro con gesto apagado. Me siento demasiado mal como para además tener que soportar sus reproches. Es un hipócrita.—¿Con qué derecho vienes tú a reclamar o juzgar mis acciones como madre? Tú que nos abandonaste todo este tiempo Thomas, no deberías estar aquí, es mejor que te vayas—Voy hasta donde está mi tía quien prepara algo de comer para mí. Pero no tengo hambre, lo que tengo es una enorme ansiedad. Él no me deja seguir, sino que tomándome con aspereza del brazo m
Isabella, viuda de Rhys, se queda mirando al doctor con ojos bien abiertos, Entonces mirando a la nada y con expresión afectada pregunta cuánto tiempo le queda.—Un año a lo sumo madame—La viuda podrá gozar de muchos millones de dólares en su cuenta, pero no le alcanzará la vida para gastarlos. Una enfermedad que no distingue estatus social la carcome poco a poco y ni toda su fortuna dará basto para curarla. Está muy avanzada y es cuestión de tiempo para que esta acabe con su vida. Isabella cierra su puño sintiendo coraje. Creía que su vida se había arreglado el día que contrajo matrimonio con un Rhys, pero ya ve que no fue así. La madre de Emiliano y Thomas Rhys ahora sabe que debe actuar y rápido para dejar todo arreglado el día que parta.Esa noche convoca en una cena íntima a su hijo, el falso Thomas, le pidió encarecidamente que no llevara a su esposa.Emiliano la mira con desconcierto al oír la noticia, es su madre, esta no puede morir. Oírla decir que tiene poco tiempo de vida