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La visita inesperada

Días después…

La decisión de Valeria era inminente. Tras largas noches de reflexión, finalmente aceptó la invitación de Guillermo para vivir en la mansión. Valeria se instaló en su nueva habitación, ya que ambos habían decidido no compartir la misma hasta conocerse mejor y estar seguros de dar el siguiente paso.

Aunque se deseaban, tanto Guillermo como Valeria sabían que era un paso importante. Para él, significaba respetar la memoria de su difunta esposa. Para Valeria, era el peso del secreto que guardaba, un secreto que temía revelar por miedo a la reacción de Guillermo.

Con el pasar de los días, y con Valeria, ya viviendo en la mansión, la pequeña Laura, estaba mas apegada a ella, eso tenia muy contento a Guillermo que cada día se enamoraba mas de ella.

Una noche Valeria bajó a la cocina, no podía dormir, había momentos en que su secreto la atormentaba, sentía que ya no podía seguir ocultándole a Guillermo, quien era ella en realidad.

Decidió hacerse un té, a ver si así conciliaba el sueño. Pero no contaba con la presencia de Guillermo, que inesperadamente llegó a la cocina y al verla con ese camisón que le destacaba su hermosa figura, no pudo evitar lanzarse encima de ella y besarla.

Se dejó llevar por los besos de Guillermo, ella también lo deseaba. Pero una lagrima corrió por su rostro en ese momento, sintió que era la oportunidad de contarle a Guillermo toda la verdad. Decirle que ella era la mujer que había vendido el óvulo en la clínica de fertilización y que Laura, era su hija.

Pero cuando Valeria intentaba decirle la verdad a Guillermo, él la besó con más pasión.

—Guillermo, mi amor, necesito decirte algo. —él la besaba con más intensidad sin dejarla hablar. Solo alcanzó a decirle entre susurros rozando sus labios: —quiero hacerte el amor, quiero que seas mía.

Guillermo la cargó y la subió entre sus brazos hasta su habitación, la misma que había compartido con su difunta esposa durante años.

Valeria, se entregó al amor, se dejó llevar sin pensar en las consecuencias. Guillermo la amó con toda su pasión hasta el amanecer.

Valeria y Guillermo despertaron juntos, envueltos en la calidez de la mañana. La luz del sol se filtraba suavemente a través de las cortinas, iluminando sus rostros. Guillermo la miró con ternura y le acarició el cabello.

—Buenos días, mi amor —dijo él, con una sonrisa.

Valeria intentó sonreír, pero el peso de su secreto seguía oprimiendo su corazón. Sabía que no podía seguir ocultando la verdad por más tiempo. Decidió que ese día, después del desayuno, le contaría todo a Guillermo.

Mientras desayunaban, la pequeña Laura se unió a ellos, corriendo hacia Valeria y abrazándola con fuerza. Guillermo observó la escena con una mezcla de amor y curiosidad.

—Valeria, ¿hay algo que quieras decirme? —preguntó Guillermo, notando la tensión en su rostro.

Valeria respiró hondo y tomó la mano de Guillermo.

—Sí, Guillermo. Hay algo muy importante que necesito contarte. Es sobre Laura y sobre mí.

Guillermo la miró extrañado, no comprendía a que se refería:

—¿Pero qué pasa cariño?

El corazón de Valeria latía con fuerza, sin embargo no era el momento de hablar en frente de la niña, pero cuando estuvo a punto de decirle que fueran a hablar a la habitación a solas, llegó la sirvienta al comedor interrumpiendo:

—Señor Martínez, disculpe que los interrumpa, pero ha llegado la tía de la señorita Laura. Está en la sala de estar.

Guillermo puso una expresión que denotaba algo de seriedad, era como si no le había agradado lo que le había dicho la sirvienta.

—Gracias, por favor dile que espere que enseguida estoy con ella.

Valeria no sabía de quien se trataba hasta que la pequeña Laura, dijo emocionada:

—¡Es tía Natalia! Seguro me trajo un obsequio.

Valeria preguntó: —¿La tía de Laura?

—Sí, es la hermana de Isabel, la madre de Laurita.

Para Valeria fue una noticia inesperada, siempre que estaba a punto de contarle la verdad a Guillermo, algo pasaba.

(…)

Minutos después…

Valeria sintió un nudo en el estómago. No sabía que la hermana de la difunta esposa de Guillermo vendría de visita. Al llegar a la sala con Guillermo y Laura, se encontró con una mujer elegante y atractiva, con un aire de sofisticación e imponencia.

Natalia saludó a Guillermo con un beso en la mejilla muy cerca de su boca, cosa que incomodó en gran medida a Valeria. Saludó a su sobrina y luego se quedó mirando a Valeria extrañada mientras decía:

—Hola, soy Natalia. ¿Y tú eres…? —dijo extendiendo la mano.

—Yo soy….—pero antes de que Valeria pudiera decir algo, la pequeña Laura se adelantó:

—Es mi niñera. —Guillermo se quedó callado, porque no quiso decirle a Natalia, lo que había entre ambos, la conocía muy bien y sabía que si llegaba a enterarse de que él había decidido continuar con su vida después del fallecimiento de Isabel, iba a formar un escándalo.

Natalia al escuchar que se trataba de la niñera, la miró de arriba abajo, y le dijo de forma despectiva:

—Hola, Así que eres la niñera.

Guillermo enseguida intervino tratando de evitar que dijera algo que pudiera molestar a Valeria:

—¿Y qué te trae por acá Natalia? No me avisaste que vendrías.

—He venido a visitar a mi sobrina Laura y a mi cuñado preferido. —respondió Isabel, con una sonrisa que no llegaba a sus ojos.

—Bien, siempre eres bienvenida a esta casa. Solo que me hubiera gustado que me avisaras con tiempo para recibirte como te mereces. Pero, enseguida voy a reservar la mejor suite en el hotel al que acostumbras quedarte. —dijo Guillermo tomando el celular, pero para su sorpresa Natalia le respondió:

—No cuñadito, esta vez no vengo a quedarme en un hotel, quiero quedarme aquí en tu casa para estar más cerca de mi sobrina. Bueno, si no te molesta claro.

Tanto Guillermo como Valeria se miraron entre sí, la incomodidad era visible entre ambos, sin embargo, él como todo un caballero, le respondió:

—Por supuesto, ya te dije que siempre eres bienvenida, solo que me has tomado por sorpresa, porque siempre que nos visitabas, te gustaba quedarte en un hotel.

—Sí, tienes razón querido cuñado, solo que eso era antes cuando mi hermana Isabel , estaba viva. Sabes que ella y yo, no nos llevábamos muy bien. En cambio, siento que ahora mi sobrina Laura, me necesita y por eso decidí quedarme una temporada con ella.

—¿Una temporada? —dijo con sorpresa.

—Sí, espero que eso no te moleste. Porque a pesar de que mi hermana ya no está, seguimos siendo familia.

Las cosas comenzaban a complicarse para Valeria, porque las intenciones de Natalia, eran muy claras. Siempre estuvo enamorada de Guillermo, y era por esa razón que no se llevaba muy bien con su hermana Isabel. Y ahora que ella había fallecido, pensó que tenía el camino libre para conquistarlo, aprovechándose de que podía estar vulnerable por la ausencia de Isabel, y ella iba a hacer todo lo posible por llenar ese vacío.

Pero con lo que no contaba, era con la presencia de Valeria, que nada más de verla, sabía que era una muy fuerte rival.

—Bueno, siendo así, enseguida te mando a preparar la habitación de huéspedes. Acompañame Laura. —dijo Guillermo tomando de la mano a su pequeña hija.

Cuando Guillermo salió del salón, Natalia, se quedó a solas con Valeria.

—¿Y cuánto tiempo tienes trabajando aquí como niñera?

—Tengo varios meses. —respondió con seriedad.

Natalia caminaba alrededor de Valeria, observándola detalladamente, era palpable la tensión que había entre ambas.

—¡Qué bien! Por lo que veo te llevas muy bien con Guillermo.

Valeria suspiró, porque estaba consiente de que no era apropiado contarle la relación que ambos tenían. Pensó, que era algo que le correspondía solo a Guillermo. Así que se le limitó a responder:

—Sí, me llevó muy bien con él y con la pequeña Laura.

—Bueno, creo que estando yo aquí, no va a ser necesario que continúes como niñera de mi sobrina. Ella necesita el amor de su verdadera familia, y vengo dispuesta a quedarme con ella el tiempo que sea necesario.

Valeria apretaba los puños, sentía impotencia de no poder gritarle en su cara, que ella era la verdadera madre de Laura y la única que tenia derecho a estar con ella.

Pero en ese momento llegó Guillermo de nuevo:

—Ya está lista la habitación de huéspedes, es la que se encuentra en la parte de abajo, puedes irte instalando allí.

—¿Cómo? pero la mejor habitación es la que está en el piso de arriba, junto a tu habitación. ¿Acaso no puedo usar esa? Es la que tiene la mejor vista a la piscina.

Guillermo se puso algo nervioso, sin embargo no estaba dispuesto a que Natalia, le desordenara su vida, después de haber encontrado la paz y el amor con Valeria; y con voz firme le respondió:

—Esa habitación la está ocupando Valeria. —Natalia puso una expresión de molestia que no pudo disimular.

—¿Cómo? la niñera está viviendo en esta casa?

Hubo un silencio....

(…)

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