El sol se filtraba a través de las cortinas, iluminando la habitación de Valeria con un brillo tenue. A pesar de la luz, su corazón seguía en la oscuridad. Se sentó en la cama, con las manos temblorosas mientras pensaba en la conversación que había tenido con Guillermo. El eco de sus palabras resonaba en su mente, y la confusión la mantenía atrapada.—¿Por qué no puede ser sincero conmigo? —murmuró, mirando por la ventana hacia el jardín, tratando de encontrar una respuesta a lo que realmente estaba pasando con Guillermo. —pareciera que algo le perturba, es como si estuviera ocultando algo, ¿Pero qué? Él estaba tan tranquilo y hasta lo veía feliz a mi lado, todo cambió con la llegada de…Natalia. De repente, un golpe en la puerta la sacó de sus pensamientos. Era Laura, con su sonrisa brillante y sus ojos llenos de vida.—¡Valeria ! —gritó la niña—. ¡Ven a jugar conmigo!Valeria sonrió, pero la tristeza seguía presente.—Claro, cariño, en un momento voy contigo—respondió, tratando de o
El ambiente en el auto era tenso. Guillermo miraba por el espejo retrovisor, pero la ausencia de Valeria lo inquietaba, se había acostumbrado a que ella fuera la encargada de atender a Laura. Además la presencia de Natalia, lo perturbaba, sin embargo, no podía quitarle el derecho de estar cerca de la pequeña, ya que eso complicaría aún más las cosas, y Laura, en medio de su inocencia, la quería muchísimo, era lo más cercano que le había quedado de su madre Isabel. La voz de Laura, entrecortada por el llanto, resonaba en sus oídos.—Papi, ¿Por qué Valeria no vino con nosotros? —preguntó la pequeña, con lágrimas aún en sus ojos.Guillermo se esforzó por mantener la calma. —Ella vendrá después, cariño. Lo importante es que estés bien.Natalia, sentada en el asiento del copiloto, sonrió con una mezcla de satisfacción y malicia. —No te preocupes, Laura. Yo estoy aquí, y te prometo que todo saldrá bien.Laura, aún asustada, se encogió en su asiento. —Pero yo quiero a Valeria. Ella siempr
Guillermo se quedó sorprendido al ver a Natalia entrar en su despacho sin previo aviso.—¿Por qué has ingresado sin avisar, Natalia? ¿Qué sucede? —preguntó, intentando mantener la compostura.—Es urgente que hablemos, Guillermo, y no puede esperar —respondió ella con determinación.Valeria, presente en la habitación, bajó la mirada y apretó los puños, sintiéndose impotente. Aún no estaba al tanto de lo que había pasado entre Guillermo y Natalia.—Por favor, Natalia, estoy en medio de una conversación con Valeria —intervino Guillermo, buscando restablecer el orden.—¿Y qué puede ser tan importante como para que te ocupes tanto tiempo con la niñera? Soy la tía de Laura, lo que me da derecho a un trato preferencial. Además, lo que tengo que discutir es precisamente sobre ella. ¿O acaso esta empleada es más importante que tu propia hija?La paciencia de Guillermo se agotó. Se levantó de su silla y golpeó el escritorio con firmeza.—¡Basta, Natalia! No permitiré que sigas menospreciando a
Guillermo se quedó paralizado, sintiendo que el aire se le escapaba. La amenaza de Natalia resonaba en su mente, y la idea de perder a Laura lo aterraba. —Haz llegado demasiado lejos Natalia, jamás pensé quefueras capaz de acorralarme de esta forma. —Y yo jamás pensé que me fueras a cambiar por esa mujercita insignificante, y quiero que te quede claro que eso jamás lo voy a permitir. —¿Y qué vas a hacer para impedirlo? Natalia lo miró fijamente a los ojos mientras le decía de forma determinante: —Te voy a dar a elegir solo dos opciones. O te casas conmigo y dejas el capricho que tienes con la niñera, o te juro que voy a hacer todo lo que esté a mi alcance para que pases el resto de tus días en la cárcel y sin poder ver a tu hija. ¿Te imaginas lo que pensará Laura cuando crezca y se entere que su propio padre asesinó a su madre tan solo por quedarse con su fortuna mientras seducía a su tía Natalia? —Eres aberrante, eres un ser egoísta. —Pero no he terminado, porque me gustaría
La tarde avanzaba y la tensión en la mansión era palpable. Guillermo observaba como Javier miraba a Valeria, se podía apreciar facilmente, que a pesar del tiempo que tenían sin verse, aún existía en él un gran interés por ella. Y Valeria por su parte, lo miraba y sonreía, a pesar de que no se veía en ella el mismo interés, tampoco le disgustaba su presencia. La inquietud aumentó en Guillermo a tal punto que se sentía impotente y ansioso, ya que después de las amenazas de Natalia, no podía hacer nada en ese momento, así que decidió que no podía permitir que esto lo afectara más; debía centrarse en Laura y en su bienestar.Javier completamente ingenuo a lo que estaba pasando entre Guillermo y Valeria, intervino diciendo: —Me gustaría conocer a la niña, ¿Puede ser? —Sí, por supuesto, Valeria por favor lleva a Javier a la habitación de Laura. Valeria lo miró y manteniendo las apariencias ante Javier, le respondió: —Sí, por supuesto. Ven conmigo Javier. Ambos se retiraron y mientra
La noche se había instalado en la mansión, envolviendo cada rincón en un silencio tenso. Valeria, con el corazón aún agitado por el mensaje de Guillermo, sintió que la cocina se convertía en un refugio incierto. Mientras preparaba la cena de Laura, sus pensamientos se desbordaban como la pasta que hervía en la olla.—¿Qué significa este mensaje? ¿Por qué me escribe esto y no me dice lo que realmente está pasando? Debo hablar con él, para que me diga la verdad. Se que algo me está ocultando. —murmuró para sí misma, sintiendo el peso de la incertidumbre.Laura entró de repente, interrumpiendo su reflexión. La pequeña, con su cabello desordenado y una sonrisa que iluminaba el ambiente, se acercó a Valeria.—¿Ya está lista la cena? Tengo hambre —dijo, estirando sus manitas hacia la mesa.Valeria sonrió, tratando de ocultar su agitación. —Le falta muy poco, cariño. ¿Te gustaría ayudarme a poner la mesa?Laura asintió emocionada y comenzó a sacar los platos del armario. Mientras ambas se moví
Guillermo sintió la presión aumentar en su pecho. La imagen de Laura, vulnerable y necesitada de estabilidad, lo atormentaba. Sabía que no podía arriesgarse a perderla, y la amenaza de Natalia se cernía sobre él como una sombra ominosa. —Valeria… — comenzó, su voz temblorosa mientras miraba a Natalia, quien tenía una actitud amenazante, esperando a escuchar lo que diría. Guillermo sabía que Natalia estaba dispuesta a todo, así que se armó de valor y le dijo: —Sí, es cierto, Natalia y yo nos vamos a casar.Natalia sintió un gran alivio y mostró una sonrisa de satisfacción, pero la expresión de Valeria era devastadora. No podía creer lo que estaba escuchando. Minutos antes, Guillermo le había enviado un mensaje donde claramente le demostraba que la amaba, y no conforme con eso, la había besado. Valeria se sintió engañada y traicionada.Las lágrimas cayeron por su rostro. Estaba paralizada, su rostro había palidecido mientras miraba a Guillermo llena de dolor y coraje al mismo tiempo.
Rebeca reveló toda la verdad a Javier, expresando su angustia tras haber perdido su empleo por haber ayudado a Valeria a proporcionar información sobre la familia que había adquirido sus óvulos.Javier, visiblemente impactado, no podía creer lo que escuchaba.—Eso es imposible, Valeria no podría haber hecho algo así —respondió, atónito.—Ella estaba desesperada y decidí ayudarla. En cierto modo, me sentía culpable por haberla traicionado contigo. Pero si no la hubiera animado a vender sus óvulos, probablemente estaría en mi puesto de trabajo ahora mismo.—¿Qué quieres decir con eso?—Perdí mi empleo debido a Valeria. En la clínica se dieron cuenta de que violé el reglamento al proporcionar información sobre la familia que adquirió los óvulos. Nunca debí haber escuchado a Valeria, pero sentía remordimientos por lo que tú y yo le hicimos. Ahora, la vida me ha castigado, y soy yo quien se encuentra sin empleo y a punto de ser desalojada del apartamento, ya que debo varios meses de renta.