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Capítulo 35 - Los castigos de la vida

Natalia

Me moví en la cama, era más grande y… Mi mano comenzó a palpar un cuerpo, era de hombre… estaba desnudo… ¡Ah no!, tiene bóxer… pero… ¡Está erecto! Lo apreté; deslicé toda la mano por ese largo falo. —Mi mente trajo todos los recuerdos de ayer. Guille llegó, me cargó, lo vomité, entramos los dos al baño, me lavó los dientes y… ¡Miércoles!

—¿Ya terminaste de inspeccionarlo? ¿Lo recuerdas?, porque no ha cambiado.

Esa bendita voz ronca y sentí un inmenso calor en mi cuello, rostro y cabeza. Sin mirarlo iba a salir, pero…

—¡Estoy desnuda!

La carcajada de Guillermo fue más notoria, como si fuera una jovencita cubrí mi rostro con las cobijas, mientras él seguía burlándose a mi costa.

—No he visto nada que ya no conocía a la perfección, —dijo cerca del oído—. Y tú no has tocado nada diferente de lo que solías tocar. —tenía toda la razón. Pero…

—Han pasado años.

Me defendí, intentó quitarme la sábana del rostro y fue tarea imposible, me aferré más a ella.

—Nena. —Otra vez me llamó nena
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