Vera derramó un rio de lagrimas cuando escuchó lo que el doctor dijo.
—Solo es cirugía podría salvar la vida de su madre.
—¡Pero yo no tengo ese dinero!
El doctor se encogió de hombros, incapaz de ocultar lo poco que le importaba.
—No hay demasiado que yo puedo hacer al respecto, lo lamento demasiado —dijo, retirándose.
La única cirugía que podría salvarle la vida a su madre, tenía el costo de casi medio millón de dólares. Ella solo tenía trescientos dólares en sus ahorros, no podría ni, aunque pidiese un préstamo, costearla.
¿Eso significaba que solo tendría que ver a su madre morir?
Vera salió a llorar en uno de los asientos, ignorando que desde la distancia ambos hermanos la observaban.
Nicolas observó a Vladimir y levantó una ceja.
—Necesito que seas honesto conmigo, ¿de dónde conoces a esa muchacha?
—Te he dicho ya que es una amiga.
—No me mientas, sé cuando me mientes.
Vladimir giró sus ojos.
—Ella estaba buscando un empleo y… pienso darselo. Eso es todo.
—¿Cómo terminaste con ella en tu auto?
—¿Acaso eso es importante?
—Solo quiero saber si te acostaste con ella.
—No, Nicolas, no me he acostado con ella.
Nicolas sonrió.
—Pues tengo el camino abierto.
Antes de que su hermano pudiese acercársele, Vladimir lo sujetó.
—Deja tus estupideces, iré a hablar con ella.
Vladimir caminó hacia la muchacha, quien apenas levantó la mirada.
—Ella necesita una cirugía o si no morirá.
Vladimir fingió sentir pena.
—Estoy seguro de que sobrevivirá la cirugía.
—Usted no entiende, la cirugía cuesta medio millón de dólares, ¡yo no tengo ni en donde caerme muerta!
Cuando Vera no se percató, una sonrisa diabólica se marcó en los ojos de Vladimir, no había mejor oportunidad que aquella para mostrarle a aquella muchacha una lección que nunca olvidaría.
—Te prestaré el dinero.
Ella lo miró rápidamente.
—No podría pagárselo jamás.
—Por supuesto que sí; estoy organizando una fiesta bastante grande, puedes… puedes ir a entregar bebidas, a… limpiar.
Para Vladimir, que una mujer tan linda como ella fuera a limpiar, fue un acto de humillación, pero para Vera, fue la oportunidad de su vida.
Ella no vio las malas intenciones en los ojos de aquel hombre, pues su corazón estaba lleno de bondad.
Vera tuvo que dejar su orgullo a un lado y asentir.
—Acepto, señor Vladimir.
***
Se trataba de una mansión enorme de más de novecientos metros cuadrados en donde la fiesta tendría lugar, la mansión Petrov era la más grande de la zona, contando, no solo con la propiedad en sí, sino también con un jardín de trescientos metros cuadros que sumaba un total de mil doscientos metros cuadrados de casa.
Las personas entraban rápidamente, hipnotizados por la belleza de aquellas paredes, por los cuadros de artistas reconocidos.
Vladimir Petrov era, el millonario de los millonarios.
Y así como era de rico, así era de malvado y Vera se daría cuenta de aquello.
—Luces hermoso, mi amor —comentó Margaret, dejando un suave beso en los labios de su novio, quien pronto seria su esposo—. Vladimir Petrov, el gran magnate. Los periódicos estarán llenos de tu nombre, querido.
Vladimir sonrió sin ganas: como era común en su familia, él estaba a punto de casarse con una mujer a la que no amaba.
Nicolas entró por la puerta interrumpiendo las palabras de su hermano y Vladimir agradeció que no tenía que fingir que quería hablar con Margaret.
—Discúlpanos un momento, querida.
Margaret asintió, retirándose.
—No me dijiste que la muchacha esa estaría aquí.
—No sé de que muchacha hablas, Nicolas.
—La del cabello oscuro y buen trasero.
Vladimir sonrió.
—Oh, esa muchacha.
—No me importa lo que digas hoy, Vladimir, me la llevaré a la cama.
—No te preocupes, hermano, no tienes que contenerte a ti mismo, de hecho… —Vladimir se acercó al oído de su hermano, contándole lo que tenía pensado hacer con Vera.
Las pupilas de Nicolas se dilataron.
—¿Estás hablando en serio?
—¿Alguna vez me has visto bromeando?
***
Vera ni siquiera sabía si podía soportar un instante más de estar allí, rodeada entre millonarios que la juzgaban y se burlaban de ella ante cada paso que daba, simplemente porque ella no tenía la misma posición económica que ellos.
«Debes de ser fuerte» se dijo a sí misma, revisando que no hubiese ninguna mesa sin su vaso de vino.
Pronto, la mirada de Vera se encontró con la de Nicolas, quien caminó rápidamente hacia ella.
Tan rápido que ella no pudo escapar.
—Vera, ¿por qué aquí tan sola?
—Yo, de hecho…
—¿Te apetece un trago, hermosa?
—En realidad, no bebo mucho, yo…
—Ven conmigo. —Nicolas la tomó del brazo, obligándola a ponerse de pie—. Bebe un poco.
—En realidad…
—Vamos, Vera… ¿no me vas a rechazar una bebida?
—Yo…
—Vamos, Vera, solo un vasito de vino —insistió Nicolas.
—No creo que deba beber, tengo unas mesas que atender.
—Solo un trago, Vera.
—Vamos, preciosa… solo un trago, solo un vaso.
La presión fue tanta que ella terminó bebiéndose un gran vaso de vino.
—Buena chica —susurró una voz en su oído, pero la voz de Nicolas y Vladimir era casi igual, asi que ella no pudo reconocer quien fue.
No pasaron ni diez minutos antes de que ella empezara a sentirse mareada, sabia que debía de seguir repartiendo vasos, pero por alguna razón no podía casi moverse.
Pasaron diez minutos más y el mareo que sentía fue sustituido por un deseo sexual que ella no logró entender.
—Estoy perdiendo la cordura —se dijo, alejándose del cúmulo de personas.
Diez minutos más transcurrieron y ella no se reconocía a sí misma, ¿qué le pasaba? ¿Acaso se estaba volviendo loca?
Sentía un fuego interno incontrolable.
La muchacha caminó rápidamente hacia la salida, pero a mitad de su camino se encontró con nada más y nada menos que Nicolas.
—Vamos, preciosa.
Vera fue arrastrada a una habitación que ella no conocía, en donde apenas había luz.
Fue arrojada sobre una cama y sintió como su falda era levantada agresivamente.
A lo lejos, escuchaba voces.
“… lo voy a disfrutar demasiado”.
“Luces deliciosa…”
El placer llenó el cuerpo de Vera, quien pronto sucumbió a la que sea que estuviese ocurriendo.
Vera sintió que la impotencia la mataría.Había sido usada, usada como una muñeca por Vladimir Petrov.Él la había drogado y la había abusado. Era tan estúpida. Aquel era el pago al préstamo.—¡Asqueroso! —chilló la muchacha, caminando hacia uno de los ascensores de aquella empresa.No podía quedarse así.La noche anterior, recordaba como alguien tomaba su cuerpo, recordaba haberse retorcido del placer, recordaba muchas cosas, pero no recordaba haber dado su consentimiento.La muchacha ignoró el llamado del guardia de seguridad y, como sabía en donde quedaba, se dirigió directamente hacia la oficina de Vladimir.La abrió de un estruendo tan fuerte que el hombre se paró de manera agresiva, dispuesto a pelear con cualquiera que hubiese osado a abrir su puerta de aquella manera.—¿Vera?—¡Es usted un depravado! —La muchacha se acercó a él e intentó golpearlo, aunque parecía que alguien se le hubiese adelantado, pues él tenía un vendaje en su cabeza—. ¡Iré a reportarlo a la policía!—Yo n
Margaret limpió la lagrima que se resbaló por su mejilla, a pesar de que habían pasado más de dos meses, ella seguía sin comprender como su novio había sido capaz de serle infiel.Ella le había querido hacer una sorpresa a su novio y al contrario, se había llevado una sorpresa ella al encontrar a Vladimir con una cualquiera.Jamás le había descubierto una infidelidad a Vladimir, y solo podía preguntarse si jamás le había descubierto una infidelidad porque él era muy bueno o porque ella era muy estúpida.De todas formas, él era la clase de millonario al que se le perdonaba todo.—Llego una carta para usted, señor Vladimir —dijo una de las sirvientas—. Lo lamento, señora Margaret, no sabía que solo usted se encontraba aquí.—No hay problema, Cecilia, dámela.Margaret tomó la carta que la empleada domestica le entregó y la abrió rápidamente, sin darse cuenta de que aquella destruiría su salud mental.“Vladimir, soy Vera. Seré breve e iré al grano: estoy embarazada y tú y tu hermano son l
Ella dejó un beso en los labios de Vladimir, pero él estaba muerto por dentro.Aquel matrimonio lo había matado por dentro. Era completamente infeliz.—Casi es nuestro aniversario, mi amor —dijo Margaret con una sonrisa en sus labios—. ¿No estás emocionado?Vladimir no le respondió, nunca le había ocultado que estaba totalmente infeliz por el hecho de haber terminado con ella. Desde el principio de su noviazgo le había dejado saber que no la amaba, y que solo quería estar con ella porque necesitaba casarse, asi como lo habían hecho los demás hombres de su familia.La mujer suspiró con furia ante el silencio de su esposo, pero no permitió que él viera lo frustrado que ella se encontraba.—Ten, te preparé este té, mi amor.Vladimir tomó el té sin ganas y lo bebió.—No sé a que hora llegaré hoy en la noche, debo de asistir a la fiesta de inauguración de la nueva sucursal.—No tienes que ir a la fiesta de inauguración, puedes solo mandar a Nicolas.—El diseñador Shey Lu estará allí, debo
Vladimir no sabia cuanto tiempo había pasado desde que había hablado con ella, solo sabia que el tiempo se había congelado.Él se encontraba congelado, sentado en el pasto de aquel establecimiento, sin saber que hacer o que decir. Aquello no tenía alguna explicación, no entendía como ella había sobrevivido, pero de algo estaba seguro y era de que ella mentía acerca de su nombre.—Por supuesto que eres tú, Vera.—¿Vladimir? —Nicolas apareció, observando a su hermano sin comprender que pasaba—. ¿Por qué desapareciste? La última vez que te vi estabas hablando con Shey Lu.—Esa no es Shey Lu.—Bueno, yo también estoy sorprendido de que es una mujer, pero todo indica a que es ella.—No, no entiendes, ¡esa es Vera!Nicolas permaneció en silencio por un momento, sin comprender demasiado bien lo que su hermano quería decir.—¿Quién?—Vera Smirnov.—No tengo idea de quien es esa, ¿te estás sintiendo bien, Vladimir?Su hermano se encontraba pálido, Nicolas entendia demasiado poco, pero empezaba
Vladimir suspiró profundamente mientras observaba por la ventana como Vera salía de su auto.No importaba las veces que ella se negara, él sabía que era ella. Solo debía de hacer que Vera dijese la verdad.Mientras esperaba a que Vera sacara a los gemelos del auto, recibió una llamada.—¿Encontraste algo de ella?—Muy poco, solo información general que no nos ayudaría a probar nada.—Dime que encontraste.—Su nombre es Vera Lu Smirnov, tenia veinte años al momento de su desaparición. No hay reportes de su embarazo, su cuerpo tampoco fue reportado, los únicos trabajos que había tenidos antes de desvanecerse eran trabajos informales, no pude conseguir nada de información en tarjeta de crédito. Su madre sigue viva, está en un asilo, pero se rehúsa a hablar desde que su hija desapareció. Muchos en el asilo creen que su hija no existió. —Nicolas suspiró desde la otra linea—. Nadie puede realmente confirmar que ella existió.Vladimir maldijo en su mente.—Intenté llamar al doctor que la ate
Vladimir se encontraba ansioso.Vera era tan descarada que estaba dispuesta a seguirse presentando como su socia.Aquella soleada tarde, ella iría y ambos trabajarían en el mismo proyecto.Vladimir solo necesitaba ADN de los gemelos y podría fácilmente saber si ambos bebés eran suyos.De ser suyos, él se los quitaría como venganza por ella querer ocultarlos de él, por venganza de ella haciéndolo lucir como un total lunático.La puerta fue abierta y Vera entró por esta, con un elegante bolso color café claro y con su espeso cabello rubio casi ocultándole el rostro.Vladimir sonrió cuando la vio entrar.—A pesar de los inconvenientes presentados la noche anterior, estoy dispuesta a darle una oportunidad, señor Vladimir, pues al final de todo, usted es mi socio.—¿Podemos dejar las formalidades estúpidas e ir al grano?Vera elevó una ceja.—No sé de que me habla, señor Vladimir.—Ayer me llamaste, ayer me confesaste que eres Vera.—Mi nombre es Shey Lu, no sé de que me habla.Vladimir la
La mujer miró a su esposo totalmente nerviosa. No podía creer que habían descubierto un secreto que ella creía enterrado desde hace años. Mucho menos podía creer que aquella muchacha se encontraba viva.—Nada, no he dicho nada.—¡Repite lo que has dicho!—Vamos, repítelo —insistió Vera, con una enorme sonrisa en su rostro.—¡Tú no puedes estar viva!Vera sonrió aún más, de una manera tan diabólica que asustó a ambos.—Bueno, los dejaré que ustedes hablen. Al final de cuentas, no sé de quien esa muchacha que hablan, mi nombre es Shey Lu.—¡Eres una maldita demente! —gritó Margaret, queriendo abalanzarse sobre la muchacha, pero Vladimir la sostuvo por los brazos—. ¡Esta tipa está loca!Vera sonrió, saliendo de la oficina.—¡Calmate, Margaret!—¡Ella no debería estar aquí! ¡Ella debería estar muerta!—¡He dicho que te calmes! —Margaret lo miró asustada, no sabía como reaccionar, él jamás le había hablado de aquella manera—. ¡Me vas a explicar como es eso de que intentaste matar a Vera!—
Nicolas y Vladimir se miraron a los ojos, suspirando casi al mismo tiempo.—No sé que haré, pero la voy a hacer confesar —dijo Nicolas, determinado—. Esa zorra no va a jugar con mi cabeza.—De alguna forma debemos de acercarnos a los gemelos y obtener una prueba de su ADN —comentó Vladimir—, pero no se me ocurre nada ahora mismo.—Si los gemelos son mis hijos se los quitaré. —Vladimir miró a su hermano sin decir nada—. Esa zorra me ha puesto a pasar por demasiado estrés como para que solo se salga con la suya.—Nicolas, no digas estupideces.—¡Le quitaré a los hijos! No me importa si el padre eres incluso tú, me encargaré de que también le quites la custodia. Nadie va a hacerse la muerta y va a aparecer después de cuatro años con unos mellizos y a hacernos dudar de si somos el padre o no. La semana pasada la confronté y le pregunté si yo era el padre de los mellizos, ¿sabes que me respondió?Vladimir suspiró.—Tu no eres el padre —adivinó Vladimir.—¿Cómo lo supiste?—Porque también m