Vera sintió que la impotencia la mataría.
Había sido usada, usada como una muñeca por Vladimir Petrov.
Él la había drogado y la había abusado. Era tan estúpida. Aquel era el pago al préstamo.
—¡Asqueroso! —chilló la muchacha, caminando hacia uno de los ascensores de aquella empresa.
No podía quedarse así.
La noche anterior, recordaba como alguien tomaba su cuerpo, recordaba haberse retorcido del placer, recordaba muchas cosas, pero no recordaba haber dado su consentimiento.
La muchacha ignoró el llamado del guardia de seguridad y, como sabía en donde quedaba, se dirigió directamente hacia la oficina de Vladimir.
La abrió de un estruendo tan fuerte que el hombre se paró de manera agresiva, dispuesto a pelear con cualquiera que hubiese osado a abrir su puerta de aquella manera.
—¿Vera?
—¡Es usted un depravado! —La muchacha se acercó a él e intentó golpearlo, aunque parecía que alguien se le hubiese adelantado, pues él tenía un vendaje en su cabeza—. ¡Iré a reportarlo a la policía!
—Yo no he hecho nada.
Vera lo abofeteó tan fuerte que él tuvo que agarrarla bruscamente de las manos.
—¡Te dije que no he hecho nada!
—¡Usted abusó de mí!
—¡No fui yo!
—¡¿Entonces quién?!
Vladimir respiró hondo.
Había sido su hermano, pero él no podía delatarlo así.
—Sal de mi oficina.
—¡Iré a la policía!
—Y nadie te creerá —respondió él con calma—. No tienes signos de abuso, me dijeron que lo disfrutaste.
Vera se abalanzo como un animal furioso sobre Vladimir, pero él terminó sometiéndola sobre la mesa de la oficina.
—¡Debes de calmarte o llamaré a la policía!
—¡Usted me tendió una trampa! ¡Me invitó allí solo para que él pudiera usarme!
—¡No estaba al tanto de que él tenía esas intenciones!
—¡Es usted un mentiroso! —Vera intentó rasguñarle la cara, pero él la sometió aún más.
Y un incomodo silencio se manifestó entre ambos cuando Vera lo miró directamente hacia sus ojos.
Hacia aquellos azules y felinos ojos sensuales.
Él también fue una victima de aquella mirada femenina, cargada de rabia.
Pero debía de mantenerse profesional.
—Escúchame lo que te voy a decir. —Vladimir se acercó al oído de ella—. Te puedes quedar con el préstamo a cambio de tu silencio, no me tienes que pagar nada, pero si te atreves a decirle algo a alguien, me encargaré de arruinarte la vida, ¿me entiendes? —preguntó, pero ella no respondió, él se acercó aún más a ella—. He preguntado que si me entiendes.
—¡Púdrase!
Los ojos furiosos de Vladimir hicieron contacto con los de Vera.
Ella lamió sus labios, como si tuviera sed.
Y solo entonces, él se percató de la posición tan incomoda en la que ambos se encontraban.
Ella con las piernas abiertas sobre su escritorio y él entre medio de sus piernas, intentando tranquilizarla.
Ella tragó al sentir una punzante erección casi frotándose contra ella.
—Dime que me entiendes, Vera —pidió él con voz ronca—. O tendré que hacerte entender.
—Hágame entender, Vladimir —respondió ella, esperando todo, menos que él se inclinara ágilmente y besara sus labios.
Ella pensó en alejarlo a golpes, pero las corrientes de placer que empezaron a subir por su cuerpo se lo evitaron.
Había ido allá a reclamar… y se encontraba en aquel instante sintiendo como él retiraba su delicada ropa interior. ¿Acaso se estaba volviendo loca?
—Vladimir…
Un gemido agudo se escapó de los labios de Vera cuando sintió como él se hundió profundamente en ella.
Y pronto, aquella oficina se llenó de los gemidos de ambos, que no se percataron de que estaban siendo observados.
***
Nicolas observó a su hermano con arrepentimiento.
—¿Acaso perdiste la cabeza, Nico?
—No es para tanto.
—¡La drogaste y tuviste sexo con ella! ¡Eso no es legal! Cuando dije que quería hacerle daño, me referí a darle un préstamo y obligarla a pagar con dinero en efectivo sin importar que tantas veces ella viniera a limpiar, pero… tú…
—¡Te dije que me la llevaría a la cama y no pusiste ningún pero!
—¡Porque pensé que lo harías con su consentimiento!
Nicolas rio.
—Tú porque la viste gimiendo como una zorra, tu hubieses continuado. Además, ella no sintió dolor, no entiendo cual es el gran drama.
Vladimir mordió sus labios con furia, no tenía sentido en seguir tratando de explicarle a su hermano que lo que él había hecho estaba mal.
—No quiero que vuelvas a tocarla más.
Porque desde aquel entonces, Vera debía de ser solo y únicamente de él.
***
Habían pasado dos meses desde aquel incidente que había tenido lugar tanto en la mansión de los Petrov, así como en la oficina de Vladimir.
Cada vez que recordaba como se había entregado sin pensarlo a Vladimir Petrov se sentía avergonzada de sí misma, ni siquiera lograba comprender que había ocurrido con ella.
—¿Me estás escuchando, inútil?
La voz de su madre la sacó de sus pensamientos.
—Sí, madre.
—No parece, inútil.
Una ráfaga de furia escaló por el cuerpo de Vera, pero se mantuvo en silencio.
—¿Ya conseguiste empleo, inútil?
—¡Cierra la boca, mamá! ¡No sabes por lo que pasé para que tu estuvieras viva y así me pagas! ¡Estoy harta de ti!
A pesar de todas las cosas que Vera quería decirle a su madre, se vio obligada a detenerse.
La muchacha corrió rápidamente hacia el baño, abriendo la tapa del escusado y dejando salir el flujo de vomito que la asfixiaba.
No era la primera vez que vomitada en aquella semana, de hecho… había estado vomitando muy frecuentemente desde que…
—No, no pienses estupideces.
Ignorando las palabras de su madre, Vera se dirigió hacia la farmacia casi corriendo, comprando cinco pruebas de embarazo de marcas diferentes.
Para su desgracia, todas dieron positivas.
—¡No, no! —chilló la muchacha, desesperada—. ¡No, por favor, no!
Estaba embarazada.
Aquella explicaba la ausencia de periodo, aquello lo explicaba todo.
Pero… con las únicas dos personas con las que había tenido relaciones íntimas había sido con…
—Los hermanos Petrov.
Vera tragó saliva mientras buscó rápidamente un papel.
No sabia quien de los dos podría ser el padre, pero si había algo que sabía, era que ella no iba a cargar con aquella sola.
Margaret limpió la lagrima que se resbaló por su mejilla, a pesar de que habían pasado más de dos meses, ella seguía sin comprender como su novio había sido capaz de serle infiel.Ella le había querido hacer una sorpresa a su novio y al contrario, se había llevado una sorpresa ella al encontrar a Vladimir con una cualquiera.Jamás le había descubierto una infidelidad a Vladimir, y solo podía preguntarse si jamás le había descubierto una infidelidad porque él era muy bueno o porque ella era muy estúpida.De todas formas, él era la clase de millonario al que se le perdonaba todo.—Llego una carta para usted, señor Vladimir —dijo una de las sirvientas—. Lo lamento, señora Margaret, no sabía que solo usted se encontraba aquí.—No hay problema, Cecilia, dámela.Margaret tomó la carta que la empleada domestica le entregó y la abrió rápidamente, sin darse cuenta de que aquella destruiría su salud mental.“Vladimir, soy Vera. Seré breve e iré al grano: estoy embarazada y tú y tu hermano son l
Ella dejó un beso en los labios de Vladimir, pero él estaba muerto por dentro.Aquel matrimonio lo había matado por dentro. Era completamente infeliz.—Casi es nuestro aniversario, mi amor —dijo Margaret con una sonrisa en sus labios—. ¿No estás emocionado?Vladimir no le respondió, nunca le había ocultado que estaba totalmente infeliz por el hecho de haber terminado con ella. Desde el principio de su noviazgo le había dejado saber que no la amaba, y que solo quería estar con ella porque necesitaba casarse, asi como lo habían hecho los demás hombres de su familia.La mujer suspiró con furia ante el silencio de su esposo, pero no permitió que él viera lo frustrado que ella se encontraba.—Ten, te preparé este té, mi amor.Vladimir tomó el té sin ganas y lo bebió.—No sé a que hora llegaré hoy en la noche, debo de asistir a la fiesta de inauguración de la nueva sucursal.—No tienes que ir a la fiesta de inauguración, puedes solo mandar a Nicolas.—El diseñador Shey Lu estará allí, debo
Vladimir no sabia cuanto tiempo había pasado desde que había hablado con ella, solo sabia que el tiempo se había congelado.Él se encontraba congelado, sentado en el pasto de aquel establecimiento, sin saber que hacer o que decir. Aquello no tenía alguna explicación, no entendía como ella había sobrevivido, pero de algo estaba seguro y era de que ella mentía acerca de su nombre.—Por supuesto que eres tú, Vera.—¿Vladimir? —Nicolas apareció, observando a su hermano sin comprender que pasaba—. ¿Por qué desapareciste? La última vez que te vi estabas hablando con Shey Lu.—Esa no es Shey Lu.—Bueno, yo también estoy sorprendido de que es una mujer, pero todo indica a que es ella.—No, no entiendes, ¡esa es Vera!Nicolas permaneció en silencio por un momento, sin comprender demasiado bien lo que su hermano quería decir.—¿Quién?—Vera Smirnov.—No tengo idea de quien es esa, ¿te estás sintiendo bien, Vladimir?Su hermano se encontraba pálido, Nicolas entendia demasiado poco, pero empezaba
Vladimir suspiró profundamente mientras observaba por la ventana como Vera salía de su auto.No importaba las veces que ella se negara, él sabía que era ella. Solo debía de hacer que Vera dijese la verdad.Mientras esperaba a que Vera sacara a los gemelos del auto, recibió una llamada.—¿Encontraste algo de ella?—Muy poco, solo información general que no nos ayudaría a probar nada.—Dime que encontraste.—Su nombre es Vera Lu Smirnov, tenia veinte años al momento de su desaparición. No hay reportes de su embarazo, su cuerpo tampoco fue reportado, los únicos trabajos que había tenidos antes de desvanecerse eran trabajos informales, no pude conseguir nada de información en tarjeta de crédito. Su madre sigue viva, está en un asilo, pero se rehúsa a hablar desde que su hija desapareció. Muchos en el asilo creen que su hija no existió. —Nicolas suspiró desde la otra linea—. Nadie puede realmente confirmar que ella existió.Vladimir maldijo en su mente.—Intenté llamar al doctor que la ate
Vladimir se encontraba ansioso.Vera era tan descarada que estaba dispuesta a seguirse presentando como su socia.Aquella soleada tarde, ella iría y ambos trabajarían en el mismo proyecto.Vladimir solo necesitaba ADN de los gemelos y podría fácilmente saber si ambos bebés eran suyos.De ser suyos, él se los quitaría como venganza por ella querer ocultarlos de él, por venganza de ella haciéndolo lucir como un total lunático.La puerta fue abierta y Vera entró por esta, con un elegante bolso color café claro y con su espeso cabello rubio casi ocultándole el rostro.Vladimir sonrió cuando la vio entrar.—A pesar de los inconvenientes presentados la noche anterior, estoy dispuesta a darle una oportunidad, señor Vladimir, pues al final de todo, usted es mi socio.—¿Podemos dejar las formalidades estúpidas e ir al grano?Vera elevó una ceja.—No sé de que me habla, señor Vladimir.—Ayer me llamaste, ayer me confesaste que eres Vera.—Mi nombre es Shey Lu, no sé de que me habla.Vladimir la
La mujer miró a su esposo totalmente nerviosa. No podía creer que habían descubierto un secreto que ella creía enterrado desde hace años. Mucho menos podía creer que aquella muchacha se encontraba viva.—Nada, no he dicho nada.—¡Repite lo que has dicho!—Vamos, repítelo —insistió Vera, con una enorme sonrisa en su rostro.—¡Tú no puedes estar viva!Vera sonrió aún más, de una manera tan diabólica que asustó a ambos.—Bueno, los dejaré que ustedes hablen. Al final de cuentas, no sé de quien esa muchacha que hablan, mi nombre es Shey Lu.—¡Eres una maldita demente! —gritó Margaret, queriendo abalanzarse sobre la muchacha, pero Vladimir la sostuvo por los brazos—. ¡Esta tipa está loca!Vera sonrió, saliendo de la oficina.—¡Calmate, Margaret!—¡Ella no debería estar aquí! ¡Ella debería estar muerta!—¡He dicho que te calmes! —Margaret lo miró asustada, no sabía como reaccionar, él jamás le había hablado de aquella manera—. ¡Me vas a explicar como es eso de que intentaste matar a Vera!—
Nicolas y Vladimir se miraron a los ojos, suspirando casi al mismo tiempo.—No sé que haré, pero la voy a hacer confesar —dijo Nicolas, determinado—. Esa zorra no va a jugar con mi cabeza.—De alguna forma debemos de acercarnos a los gemelos y obtener una prueba de su ADN —comentó Vladimir—, pero no se me ocurre nada ahora mismo.—Si los gemelos son mis hijos se los quitaré. —Vladimir miró a su hermano sin decir nada—. Esa zorra me ha puesto a pasar por demasiado estrés como para que solo se salga con la suya.—Nicolas, no digas estupideces.—¡Le quitaré a los hijos! No me importa si el padre eres incluso tú, me encargaré de que también le quites la custodia. Nadie va a hacerse la muerta y va a aparecer después de cuatro años con unos mellizos y a hacernos dudar de si somos el padre o no. La semana pasada la confronté y le pregunté si yo era el padre de los mellizos, ¿sabes que me respondió?Vladimir suspiró.—Tu no eres el padre —adivinó Vladimir.—¿Cómo lo supiste?—Porque también m
Vera llegó a su casa y preparó una cena ligera para sus dos hijos, dándoles un beso en la cabeza y diciéndoles que se vayan a dormir.Ambos niños eran bastante educados e inteligentes, por lo que desde una corta edad eran capaces de entender comandos e instrucciones. Pues así los había criado la madre.Vera se sentó en su sofá a mirar por la ventana hacia la calle, cuando de repente sintió una presencia que la miraba. Sabia que uno de los hermanos Petrov la había estado persiguiendo, por lo que se mantuvo en calma. Lo más probable era que se tratara de Nicolas, pues él era el mas impulsivo de los dos, también al que más detestaba.La mujer abrió su computadora, yendo al internet y escribiendo el nombre de ambos hermanos Petrov. La noticia de que Nicolas estaba saliendo con una muchacha estaban por todos lados, al parecer era verdad, o al menos eso Vera esperaba, pues estaba a punto de hacer algo de lo que quizás se arrepentiría, pero después de todo la única razón por la que Vera habí