Nicolas miró a su hermano, casi arrepentido.—No podemos permitir que algo así vuelva a suceder —dijo Vladimir mientras una de las sirvientas limpiaba sus heridas—. Es como si hubiese perdido la cordura por instantes, no pude controlarme.Ninguno de los dos pudo, era como si ella hubiese puesto una clase de maldición en los dos. Habían perdido la capacidad de raciocinio, se habían olvidado de que estaban en aquello juntos, de que eran ellos dos contra Vera, no ellos contra sí mismos.—Creo que Vera nos grabó —murmuró Nicolas.—¿Por qué lo dices?Con las manos temblorosas, Nicolas levantó su teléfono, mostrándole a su hermano la noticia que parecía llenar todos los medios sociales.‘Hermanos Petrov se van en pelea por motivos desconocidos; se dice que la causa es una mujer’.Lo peor de todo es que la causa fue una mujer.—Aleja eso de mí —murmuró Vladimir—. No debiste acostarte con ella.—Eso no iba a cambiar nada si tú no hubieses llegado.—¿Eso quiere decir que pretendías ir a acosta
Eran las tres de la mañana, Vera había llamado a una niñera de confianza, pues había dejado la casa a verse con aquel misterioso hombre.Estaba al tanto de que lo que hacia era un completa locura, pero realmente necesitaba saber que era lo que ese hombre quería, o sabía, y sobre todo, como había conseguido aquella información.La dirección marcaba hacia un parque de diversiones abandonado, él le había indicado que lo esperara en uno de los bancos.Los minutos pasaban y nadie llegaba, Vera pensó que todo había sido una broma de mal gusto preparada por los hermanos Petrov, hasta que escuchó pasos acercándose, pero no fue capaz de ver a nadie.—Eres aun más bella de cerca.Vera giró rápidamente cuando escuchó aquella voz. Un alto hombre se acercó a ella. En medio de la oscuridad de la noche lo único que ella pudo ver fueron aquellos ojos grises intensos.—¿Quién es usted?—Creo que quien debería preguntar eso soy yo, ¿Quién realmente eres tú?—Mi nombre es Shey Lu. No sé por qué usted m
El hombre observó con detalle como Vera se desnudó. Ella era en realidad mucho más que bella, jamás había visto a una persona así.En aquel momento comprendió porque aquella rubia tenía a ambos hermanos locos, peleando el uno con el otro. Entendía que era muy fácil volverse loco por ella.—Acércate —le pidió él, pero Vera no le hizo caso—. Vera, acércate.Ella fue caminando muy lentamente hacia él. Odio se veía en su mirada, ella sabia que él no terminaría bien. Nadie que atentara contra ella terminaba bien. Él debería de usar como ejemplo a los hermanos Petrov.—Sabes que ese no es tu cabello —murmuró él, pidiéndole de manera indirecta que se quitara aquella peluca—. He visto tus fotos del pasado, tienes un espeso y largo cabello oscuro.Vera lo miró directamente mientras se retiraba la peluca.—Acércate más —dijo él, excitado—, hazlo, ahora.Vera caminó hasta que quedó encima de él, que se encontraba desnudo.La mujer empezó a moverse lentamente, haciendo al hombre gemir del placer.
Desde lo que había pasado la noche anterior, Vera no había salido a la calle. No porque tuviese miedo, sino porque imaginaba que el drama que se venía era fuerte.Había comprado un arma y había mandado a los gemelos con su niñera de confianza. Estaba pendiente y preparada por si a Abraham se le ocurria venir y no iba a poner en riesgo a sus dos pequeños.Las horas pasaban y la oscuridad cubría cada rastro de sol, nadie llegaba.Aunque era mejor para Vera que aquel lunático se mantuviera lejos, en verdad le parecía extraño que él no se hubiese presentado.Vera aprovechó su soledad para buscar en internet el nombre de aquel hombre, dándose cuenta de algo que no cuadraba.Abraham Petrov, primo de los mellizos Vladimir y Nicolas Petrov.Vera sintió un escalofrío cuando leyó aquello. Al parecer estaba destinada a ser la obsesión de los hombres de la familia Petrov.A medida que fue bajando en el buscador, Vera se encontró con algo todavía peor.La noticia de que Abraham Petrov había sido h
Ella lo empujó tan fuerte que él cayó boca arriba, desnudo.—¡Debes de escucharme, mi amor! ¡No es lo que parece!Vera no podía creer que él fuese tan descarado como para sentirse ofendido o enojado, cuando había sido ella quien lo había encontrado en la cama con otro hombre, y no cualquier hombre, el primo de Vera.—¡No quiero nada que ver contigo! ¡Tú y yo terminamos!Ella odiaba revelarle a los demás cuando se sentía herida, pero en aquel momento, era imposible para ella no sentir que su corazón se rompía en un millón de pedazos.Su novio la había engañado, en su cumpleaños, con otro hombre.La muchacha caminaba de manera agitada, meneando su larga y oscura melena de una esquina hacia la otra.Se encontraba tan ensimismada que apenas pudo percatarse del hombre que también caminaba en dirección a ella.Solo pudo sentir el golpe en su hombro, y como tenía las emociones a flor de piel, no dudo en reaccionar agresivamente.—¡Tienes que fijarte por donde vas, maldito estúpido!—¡Tú eres
Vera derramó un rio de lagrimas cuando escuchó lo que el doctor dijo.—Solo es cirugía podría salvar la vida de su madre.—¡Pero yo no tengo ese dinero!El doctor se encogió de hombros, incapaz de ocultar lo poco que le importaba.—No hay demasiado que yo puedo hacer al respecto, lo lamento demasiado —dijo, retirándose.La única cirugía que podría salvarle la vida a su madre, tenía el costo de casi medio millón de dólares. Ella solo tenía trescientos dólares en sus ahorros, no podría ni, aunque pidiese un préstamo, costearla.¿Eso significaba que solo tendría que ver a su madre morir?Vera salió a llorar en uno de los asientos, ignorando que desde la distancia ambos hermanos la observaban.Nicolas observó a Vladimir y levantó una ceja.—Necesito que seas honesto conmigo, ¿de dónde conoces a esa muchacha?—Te he dicho ya que es una amiga.—No me mientas, sé cuando me mientes.Vladimir giró sus ojos.—Ella estaba buscando un empleo y… pienso darselo. Eso es todo.—¿Cómo terminaste con e
Vera sintió que la impotencia la mataría.Había sido usada, usada como una muñeca por Vladimir Petrov.Él la había drogado y la había abusado. Era tan estúpida. Aquel era el pago al préstamo.—¡Asqueroso! —chilló la muchacha, caminando hacia uno de los ascensores de aquella empresa.No podía quedarse así.La noche anterior, recordaba como alguien tomaba su cuerpo, recordaba haberse retorcido del placer, recordaba muchas cosas, pero no recordaba haber dado su consentimiento.La muchacha ignoró el llamado del guardia de seguridad y, como sabía en donde quedaba, se dirigió directamente hacia la oficina de Vladimir.La abrió de un estruendo tan fuerte que el hombre se paró de manera agresiva, dispuesto a pelear con cualquiera que hubiese osado a abrir su puerta de aquella manera.—¿Vera?—¡Es usted un depravado! —La muchacha se acercó a él e intentó golpearlo, aunque parecía que alguien se le hubiese adelantado, pues él tenía un vendaje en su cabeza—. ¡Iré a reportarlo a la policía!—Yo n
Margaret limpió la lagrima que se resbaló por su mejilla, a pesar de que habían pasado más de dos meses, ella seguía sin comprender como su novio había sido capaz de serle infiel.Ella le había querido hacer una sorpresa a su novio y al contrario, se había llevado una sorpresa ella al encontrar a Vladimir con una cualquiera.Jamás le había descubierto una infidelidad a Vladimir, y solo podía preguntarse si jamás le había descubierto una infidelidad porque él era muy bueno o porque ella era muy estúpida.De todas formas, él era la clase de millonario al que se le perdonaba todo.—Llego una carta para usted, señor Vladimir —dijo una de las sirvientas—. Lo lamento, señora Margaret, no sabía que solo usted se encontraba aquí.—No hay problema, Cecilia, dámela.Margaret tomó la carta que la empleada domestica le entregó y la abrió rápidamente, sin darse cuenta de que aquella destruiría su salud mental.“Vladimir, soy Vera. Seré breve e iré al grano: estoy embarazada y tú y tu hermano son l