¿Matrimonio?

Es la mujer quién habla y mi mente retumba con extraños recuerdos que no creo haber vivido.

Una niña de un par de meses en brazos de una mujer se siente tranquila y feliz, hasta que un hombre llega y la mujer la esconde entre sus ropas.

- No te la vas a llevar. - Pide ella con lágrimas en los ojos.

- No podemos conservarla, será un castigo. Necesitamos el dinero, ella no lo va a saber. - Dice el hombre fríamente.

- Pero es mi cachorro, es mi bebé. - La mujer abraza al bebé más fuerte, pero el hombre se la arrebata con un movimiento rápido que no parece normal.

- Tendremos más en el futuro, de eso puedes estar segura.

Y con una mujer llorando y un hombre saliendo por la puerta, mi mente vuelve al instante en que esa mujer se acerca a mí con los brazos abiertos y los ojos llorosos, más ese recuerdo no es real, ella no es mi madre y yo no soy su hija amada, como pretenden hacerme creer.

- ¿Que me están haciendo? - Pregunto molesta una vez que he logrado recuperar el habla.

- ¿Que? - Cuestiona algo sorprendida.

- Me estás colocando imágenes en la cabeza que no son recuerdos míos ¡No te metas en mi mente! - Grito enojada.

- ¿Co - Cómo...? - Intenta preguntar y yo respondo rápidamente.

- ¡No vuelvas a meterte en mi mente! ¡Te lo advierto! - Le grito intentando pararme, pues estaba sentada en la cama.

- Así que eres más fuerte de lo que pensaba... No va a ser fácil hipnotizarla. - Dice la mujer.

- ¿Hacerme qué? ¡¿Qué diablos están planeando ahora?! - Vuelvo a gritar y el hombre mayor que me inyectó antes, se para en la puerta mirándome.

- Eres la loba destinada al Omega de la manada Harris, necesitas comportarte como tal. Mañana mismo realizaremos el matrimonio y más te vale actuar como corresponde, o me encargaré de hacer de tu miserable vida un completo infierno ¿Me entendiste? - La voz fría y sin sentimientos de este hombre me causa escalofríos.

- ¿Dices que me tengo que casar? ¿Yo? Ja, ja, ja... Nunca me voy a casar, jamás ¿Me entendiste? - Imito su voz y él me mira con sarcasmo, pero no me importa su jodida actitud, no voy a dejar que me quiten todo lo que tengo, ya me quitaron a mis padres, no voy a...

Un fuerte sonido de bofetada se escucha en todo el lugar mientras mi mejilla se siente caliente e hinchada.

- ¡Me golpeaste! - Grito enojada y con lágrimas en los ojos.

- Si se te ocurre volver a gritar, no sólo será una bofetada, arrancaré todo tu jodido cabello.

Y es cuando me doy cuenta de que no importa todo lo que yo desee hacer, ahora soy prácticamente una presa de estos locos de m****a y no puedo hacer nada para cambiar las cosas ¡Estoy perdida!

Al llegar la noche, un frío inmenso me consume, pero no es por el clima, es porque los recuerdos de mis padres no dejan de aflorar en mi torturada mente, destellos de emociones, atisbos de amor y felicidad que ya no volveré a tener nunca más.

El dolor es tan fuerte que no me deja respirar, la vida como la conocí no volverá, y yo nunca volveré a ser la misma, no puedo y, siendo muy honesta, creo que tampoco lo lograré... Algo muy dentro de mí me dice que voy a morir en manos de estas bestias, que después de hoy, ya no tendré salvación.

Camino los pocos metros que tiene este lugar y mi corazón salta violentamente en mi pecho, sé que mañana me obligarán a casarme con un completo desconocido y que intentarán controlarme por todos los medios, así que esta es la última noche en que podré ser yo.

Para mí, esto se acabó.

A la mañana siguiente...

- Tienes visitas, dulzura. - Comenta un hombre de ojos negros como la noche y cabello oscuro medianamente largo que abre la puerta dejando espacio para que alguien pueda entrar.

- ¿Quién eres tu? - Pregunto cuando un hombre de cabello cobrizo y ojos negros se para delante de mí.

- Hola - Saluda tomando mi mano - Soy Henry, el hombre que se va a casar contigo.

Rápidamente retiro mi mano y él me observa algo preocupado.

- No te asustes, soy tan incapaz de hacer algo al respecto, como lo eres tú. - Dice volviendo a tomar mi mano.

- No te creo, ustedes son todos iguales, unas alimañas sin corazón. Unas bestias... - Alcanzo a decir cuando la mano del tipo de la puerta se posa fuerte en mi garganta.

- Cuida tus jodidas palabras, perra ¡O ya verás de lo que somos capaces! - Dice el hombre entre dientes, mientras el tipo frente a mí lo toma por el hombro y lo arroja contra la muralla.

- Ella será mi esposa ¡No tienes derecho de tocarla! ¿O estás a la altura de un Omega?

El tipo en el suelo lo mira con mala cara y asiste a regañadientes, mientras todo lo que alguna vez conocí de los lobos, se desvanece ante mí mirada.

- Lo siento, Omega Henry, no volverá a pasar. - El perro sarnoso sale de la habitación con la cola entre las piernas y yo miro al que será mi esposo de una forma diferente.

- Perdón, te prometo que esto no volverá a ocurrir, ellos no tienen derecho de tratar a la esposa de un líder de esa manera. Sin embargo, a veces se creen con el derecho de hacer con los demás lo que ellos estiman prudente.

- Si, me imagino. Ustedes están hechos para ser agresivos. - Digo pasando la mano por mi cuello intentando aliviar el dolor que me dejó ese animal.

- Realmente desearía poder hacer algo para cambiar las cosas, pero tú eres mi pareja destinada y yo tengo que comprometerme para subir en el escalafón de los líderes. De verdad daría todo lo que soy y lo que tengo para cambiar esto. Además... Siento lo de tus padres humanos.

- Esas bestias los mataron. - Digo con todo el odio que estoy sintiendo justo ahora.

- Lo sé, me enteré esta mañana, es por eso que vine a verte de inmediato. - Se acerca y toma mi mano entre las suyas.

- ¿Necesitas que haga algo por ti?

Diablos, tengo muchas respuestas a esa pregunta.

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