HormonalSe le contrajo el rostro presagiando que la migraña llegaría pronto, se preparó para dormir. Dio vueltas en la cama sintiendo la necesidad absorbente de volcar el pasado en oscuridad; haberlo recordado ese día, lo revolvió todo. Un nudo se aferró en su garganta, feroz. Angeline se había ido por su culpa, jamás tuvo la oportunidad de conocerla, pero esa personita dejó maltrecha su alma y un hueco sin fondo en el corazón.Mariané lo sobresaltó con su esporádica llegada. Estaba en el marco de la puerta con un camisón satín blanco que le cubría hasta las rodillas. Pensó que había bajado un mismísimo ángel del cielo, posándose sutilmente ahí. Sonrió admirando a la dulce despeinada que, como cada noche, se aparecía con la excusa de no poder conciliar el sueño.—¿Puedo dormir contigo?—No tienes que pedirlo, siempre hay suficiente espacio —habló encendiendo una de las lámparas, al instante deshaciendo un poco la oscuridad. En el acto apretó los párpados, las punzadas se paseaban alr
—Las demás personas no dudarán hacerlo, nos comerán vivos y no sé si podré soportarlo. —le tembló el labio inferior.—No tiene que importarte la opinión de las personas. Ellos no conocen la verdadera historia, prefieren creerse la que más morbo tenga y lo de ustedes es sincero, real, bonito —hizo que la mirara a los ojos —. No te llenes la cabeza de preocupaciones, cielito.No podía ser una relación real.—Lo nuestro es prohibido, soy su sobrina y es mayor que yo. —recordó exasperada.—Claro que no —refutó tomándole la mano, la acarició suavemente sin apartar la vista de sus ojitos quebrados —. No es tu tío en realidad y por la edad, bueno, solo hay años de aprendizaje, muchas morirían por estar en tu lugar.—No sé si este sea mi lugar. A veces pienso lo que pensarían mis padres de esta relación, siento que les he fallado.—Estás donde perteneces y cuando el pequeño o la pequeña nazca, todo será diferente. Ser mamá no es algo que tenías planeado pero una vez sucede se vuelve lo más i
AbismalAcudieron a la cita pautada para ese día evitando llamar la atención, decidieron que se haría por las noches. Marc los esperaba en su consultorio; los recibió cálido. Mientras Mariané se cambiaba detrás de las cortinas, los hombres aprovecharon de hablar un poco. Ismaíl confesó sentir cierta ansiedad por saber el sexo del bebé, entre otras cosas le contó como andaba la pelirroja. Evanson se mostró comprensivo y dándole una palmadita en la espalda aseguró que las mujeres embarazadas se ponían histéricas por todo, felices por nada y triste sin motivos. Era la montaña rusa más vertiginosa con la que debía lidiar. Le agradeció por el consejo y cambiaron de tema con el regreso de la joven.Conocía bien lo que debía hacer, se subió a la camilla y esperó ser atendida. Marc le sonrió, después de decirle a Ismaíl que corriera una silla y se sentara cerca de la cama, volvió a dirigirse a ella preparándose para hacer la ecografía. Extendió el gel en su estómago y movió el aparatito en l
Su confesión, que no creyó del todo, la dejó muda. ¿En serio prefería estar con ella, que las diversiones estrepitosas? Quizás se había cansado de meter a la cama a muchas, el estómago se le retorció de solo imaginarlo.—Pero tuviste muchos amoríos, ¿a todas las trajiste aquí? —averiguó a sabiendas de que sí.—No, puedes sentirte otra vez orgullosa porque eres la primera que duerme en mi cama. —susurró con la expresión neutra.Sin embargo ella no podía creer lo que le estaba diciendo. —Dicen que un hombre mujeriego, lo será toda la vida…—¡Basta! Ya tiempo de que dejes a un lado las inseguridades Mariané, no miento al decirte que me importas o al confesar que las aventuras son parte de mi pasado. Porque te encontrarás muchas veces, en la internet o de la boca de muchos, que me enredé con muchas mujeres, que perdí la cabeza por unos cuantas copas y acabé haciendo una locura. Sin embargo ya no soy ese Ismaíl.Se levantó brusco de la silla.Lo miró felina. No tenía por qué hablarle de e
»Con solo mirarnos llamaradas chispean entre nosotros. Me siento una bengala a su lado, exploto, perdiendo el control por un beso de sus labios, por el anhelo adictivo de perderme entre las cumbres de su cuerpo».DestrozadosLas paredes la apretaban imperiosamente. El llanto que la atrapaba era apabullante y la sacudía feroz; se hizo ovillo admirando en sus manos la ecografía. ¿Habría imaginado algo así? No, ella nunca reflexionó en su futuro, pero menos pasó por su cabeza estar envuelta en una situación similar. Las circunstancias pintaba un panorama gris, blanco o negro, tenía el presentimiento que pronto las cosas se irían en picada, hasta recrudecer. Se acobijó, sin dejar de dar vueltas a lo sucedido. Clavó la vista en su abultado vientre y volvió a fijarse en el eco. ¿Tomó la decisión acertada o se había equivocado? La estudió un buen rato antes de guardarla en uno de los cajones de la mesita. Ya no estaba segura de eso. De nada en lo absoluto.Las lágrimas brotaban seguido de g
—Es bueno que estemos diciéndonos las cosas cómo las sentimos, después de todo no esperaba menos de ti, te gusta lastimar a los demás —susurró apretando los dientes, una mezcla de molestia y decepción asidua al dolor por su franqueza —. Podemos dejarlo hasta aquí, terminemos de una vez por todas con el error y ve a buscar a alguien que sí esté a tu altura.Si eso sucedía, no sabría qué hacer. Pero no actuaría desesperada, no iba arrastrase a su pies.—¿Es lo que realmente quieres? —Inquirió apretando la mandíbula.El enfrentamiento se intensificó, se volvieron enemigos, luchando por ganar a como de lugar.—Lo que siempre quiero no resulta. Debería estar estudiando en la secundaria, haciendo amigos y no en un noviazgo con un hombre que casi me dobla la edad —siseó envalentonada —. No debí continuar con este proceso, ha sido la peor decisión además de envolverme en este desastre contigo.—Eso no parecía importarte al principio —recordó serio —. Permitimos que esta locura surgiera, una y
»Lo único que te hace valorar a esa persona, es cuando la situación. Pende de un hilo y sabes que podrías perderla«.RetazosLa impertinencia de un agudo dolor de cabeza serpenteó violentamente. Miró a la deriva, torciendo la cabeza, sentía los músculos de su cuello engarrotados. Se había quedado dormido en el escritorio, toda la noche. Maldijo en voz baja recapitulando en lo ocurrido, echó todo por la borda, había roto lo poco que quedaba entre ellos y se sentía fatal. La punzada lo atacó y tuvo que tomarse la cabeza, contrayendo el rostro por el impactante dolor. Le urgía darse una ducha y acostarse hasta que la marea embravecida se calmara.Se frotó las manos notando que el carmín de sus nudillos se había trasladado a un aspecto violáceo.Estaba arrepentido de haberle hablado de esa forma, y no encontraba la manera de enmendar su error. Salió del despacho cerrando de un portazo, avanzando con dirección a su habitación; en todo el trayecto se sumió en sus pensamientos cruzando veloz
Mariané rugió, apartó de un manotazo la taza de cereales, lo volcó ensuciando el regazo de su vestido. Furibunda, dejó todo el desastre encaminada a su habitación. A medio pasillo, paró en seco. Ismaíl había olvidado cerrar su puerta, aquella estaba entornada al descuido. Se movió insegura de lo que haría, al entrar vio varios frascos regados en la cama, la chispa de la curiosidad se encendió.Inspeccionó la etiqueta con la receta de uno, no entendió mucho. Ahí todo parecía palabras complejas e imposibles de pronunciar. No era tonta, eso debía ser suficiente para provocar una sobredosis. Entonces destapó el frasco nublada por la vaga intención de hacer una estupidez.¿De qué sufría Ismaíl?Estudió la habitación, además de estar en orden y pasearse la pulcritud en su extensión, su perfume la golpeó como un puñetazo en seco, traía ese vaivén de tranquilidad, la desazón que también le encogía el corazón. Escaseó el oxígeno, no era bueno que siguiera ahí, porque torturaba cada cosa que s