—B-bueno la verdad…—empezó a jugar con el dobladillo de su vestido cachemira. La tela suave y sedosa se amoldaba perfecta a su silueta. Lo que ella empezaba a odiar de sí, él lo amaba. Podía darse cuenta de que, bajo la seda rosa palo, se escondía un monumento merecedor de honra y amor. Temblaba en el profundo nerviosismo de no saber expresar sus emociones, la atrajo a él, todavía seguían en medio del pasillo desolado, para suerte de ambos. Desquiciado con todo ese rojizo surtiendo sus hombros y espalda, los barrió a un lado y depositó un beso en su hombro descubierto.—¿Estás segura de eso? ¿Quieres ser mi novia, florecilla?En ese momento todo la sangre se acumuló en sus pecosas mejillas y se le abrieron los ojos de par en par. Las palmas le sudaban, el corazón brincaba advirtiéndole la posible taquicardia. Cada emoción latiendo, impidiéndole respirar.—Estás tomándome el pelo, bromeas… —susurró incrédula.Pero la expresión de Ismaíl era seria.—No jugaría con algo así. Intentémoslo
»Nunca me sentí tan desorientado, tuve que clavar la mirada en sus ojos y salvarme, porque ella era mi brújula, la dirección correcta a pesar de que a veces los dos encontrábamos la dulce perdición«.᯽Miedo᯽Mariané se levantó con el alba. No supo por qué ya no quería estar ahí, lejos de casa. Esa mañana, después de recibir el servicio a la habitación, se lo platicó a Ismaíl y llegaron a la conclusión de que volverían a los Estados Unidos. Solo habían pasado tres días allí, y ya era un hecho el retorno. Ese día vomitó después de regresar de almorzar con su tío. Estaba sola en la habitación, empacando lo poco que sacó de la maleta, sumida y de repente deteniéndose abrupta, sintió el ácido ascender por su garganta. Angustiada por su estado, prometió contárselo a él, en cuanto estuvieran en casa.Por desgracia, Mariané se desmayó después del aterrizaje, en cuanto pisaron el hangar privado. Abrumado, le ordenó a Hank conducir al hospital. En el trayecto despertó confusa, admitiendo el mie
—Ismaíl, Mariané te necesita, no es fácil asumir la realidad. Está embarazada, ¿tienes idea de quién es el padre? —inquirió en un ligero susurro.Asintió con lágrimas. Se agarró los costados de la cabeza abrumado; no era capaz de mentirle a todo el mundo.—Soy un imbécil.—Estaré en mi consultorio, lo que hablemos es confidencial. Recuerda que además de doctor te tengo estima, eres un amigo —le dio un golpecito en la mejilla —. Dale tu apoyo, Mariané está destrozada.Se alejó dejándolo ahí, de piedra. Envuelto en la bruma, avanzó hasta ella postrada en aquella cama. Se inclinó tembloroso y besó su frente, invadido de un tormento aniquilante. La debilidad surcaba sus facciones, lánguida y triste.—Perdóname, florecilla. ¿Qué demonios es lo que hice? —murmuró con la culpa que adolecía. Apretó la sábanas con las manos convertidas en dos puños.Todos los recuerdos retornaron en bucle, lo que hicieron mal, los besos, arrebatos acalorados, el delirio y la locura colisionando en los dos. Rep
HormonalSe le contrajo el rostro presagiando que la migraña llegaría pronto, se preparó para dormir. Dio vueltas en la cama sintiendo la necesidad absorbente de volcar el pasado en oscuridad; haberlo recordado ese día, lo revolvió todo. Un nudo se aferró en su garganta, feroz. Angeline se había ido por su culpa, jamás tuvo la oportunidad de conocerla, pero esa personita dejó maltrecha su alma y un hueco sin fondo en el corazón.Mariané lo sobresaltó con su esporádica llegada. Estaba en el marco de la puerta con un camisón satín blanco que le cubría hasta las rodillas. Pensó que había bajado un mismísimo ángel del cielo, posándose sutilmente ahí. Sonrió admirando a la dulce despeinada que, como cada noche, se aparecía con la excusa de no poder conciliar el sueño.—¿Puedo dormir contigo?—No tienes que pedirlo, siempre hay suficiente espacio —habló encendiendo una de las lámparas, al instante deshaciendo un poco la oscuridad. En el acto apretó los párpados, las punzadas se paseaban alr
—Las demás personas no dudarán hacerlo, nos comerán vivos y no sé si podré soportarlo. —le tembló el labio inferior.—No tiene que importarte la opinión de las personas. Ellos no conocen la verdadera historia, prefieren creerse la que más morbo tenga y lo de ustedes es sincero, real, bonito —hizo que la mirara a los ojos —. No te llenes la cabeza de preocupaciones, cielito.No podía ser una relación real.—Lo nuestro es prohibido, soy su sobrina y es mayor que yo. —recordó exasperada.—Claro que no —refutó tomándole la mano, la acarició suavemente sin apartar la vista de sus ojitos quebrados —. No es tu tío en realidad y por la edad, bueno, solo hay años de aprendizaje, muchas morirían por estar en tu lugar.—No sé si este sea mi lugar. A veces pienso lo que pensarían mis padres de esta relación, siento que les he fallado.—Estás donde perteneces y cuando el pequeño o la pequeña nazca, todo será diferente. Ser mamá no es algo que tenías planeado pero una vez sucede se vuelve lo más i
AbismalAcudieron a la cita pautada para ese día evitando llamar la atención, decidieron que se haría por las noches. Marc los esperaba en su consultorio; los recibió cálido. Mientras Mariané se cambiaba detrás de las cortinas, los hombres aprovecharon de hablar un poco. Ismaíl confesó sentir cierta ansiedad por saber el sexo del bebé, entre otras cosas le contó como andaba la pelirroja. Evanson se mostró comprensivo y dándole una palmadita en la espalda aseguró que las mujeres embarazadas se ponían histéricas por todo, felices por nada y triste sin motivos. Era la montaña rusa más vertiginosa con la que debía lidiar. Le agradeció por el consejo y cambiaron de tema con el regreso de la joven.Conocía bien lo que debía hacer, se subió a la camilla y esperó ser atendida. Marc le sonrió, después de decirle a Ismaíl que corriera una silla y se sentara cerca de la cama, volvió a dirigirse a ella preparándose para hacer la ecografía. Extendió el gel en su estómago y movió el aparatito en l
Su confesión, que no creyó del todo, la dejó muda. ¿En serio prefería estar con ella, que las diversiones estrepitosas? Quizás se había cansado de meter a la cama a muchas, el estómago se le retorció de solo imaginarlo.—Pero tuviste muchos amoríos, ¿a todas las trajiste aquí? —averiguó a sabiendas de que sí.—No, puedes sentirte otra vez orgullosa porque eres la primera que duerme en mi cama. —susurró con la expresión neutra.Sin embargo ella no podía creer lo que le estaba diciendo. —Dicen que un hombre mujeriego, lo será toda la vida…—¡Basta! Ya tiempo de que dejes a un lado las inseguridades Mariané, no miento al decirte que me importas o al confesar que las aventuras son parte de mi pasado. Porque te encontrarás muchas veces, en la internet o de la boca de muchos, que me enredé con muchas mujeres, que perdí la cabeza por unos cuantas copas y acabé haciendo una locura. Sin embargo ya no soy ese Ismaíl.Se levantó brusco de la silla.Lo miró felina. No tenía por qué hablarle de e
»Con solo mirarnos llamaradas chispean entre nosotros. Me siento una bengala a su lado, exploto, perdiendo el control por un beso de sus labios, por el anhelo adictivo de perderme entre las cumbres de su cuerpo».DestrozadosLas paredes la apretaban imperiosamente. El llanto que la atrapaba era apabullante y la sacudía feroz; se hizo ovillo admirando en sus manos la ecografía. ¿Habría imaginado algo así? No, ella nunca reflexionó en su futuro, pero menos pasó por su cabeza estar envuelta en una situación similar. Las circunstancias pintaba un panorama gris, blanco o negro, tenía el presentimiento que pronto las cosas se irían en picada, hasta recrudecer. Se acobijó, sin dejar de dar vueltas a lo sucedido. Clavó la vista en su abultado vientre y volvió a fijarse en el eco. ¿Tomó la decisión acertada o se había equivocado? La estudió un buen rato antes de guardarla en uno de los cajones de la mesita. Ya no estaba segura de eso. De nada en lo absoluto.Las lágrimas brotaban seguido de g