Desde el problema que tuvimos por la profesora de piano, Dante y yo tenemos una relación cordial y solo nos hablamos delante de Mathis, en la habitación tratamos de no coincidir y he puesto unas almohadas que no permiten que ni siquiera nos rocemos. Hemos tenido en dos o tres oportunidades las visitas matutinas de Mathis, pero hasta ahora todo ha ido bien. Dante y yo contratamos a Ana, una chica estupenda, tiene 40 años y es genial, llegó un día con su hija Iliana de 15 años buscando trabajo, porque acababa de perder a su esposo, es inmigrante, colombiana y verla me hizo recordar a mi madre que dejó su país por buscar una nueva vida en Francia, donde conoció a mi padre y se enamoraron, se casaron y nos tuvieron a Virginia y a mí y a pesar de no tener mucho dinero, fueron muy felices hasta que murieron en un accidente de barco. Siempre quise vivir una historia igual, enamorarme y pasar la vida junto a mi esposo, enamorados, cómplices. — ¿Qué diablos significa esto, Vera? — Dante ent
En la productora, todos están muy felices porque obtuvieron varias nominaciones secundarías, sin embargo, Sandro desea poder obtener nominaciones principales, como la de mejor película en los próximos años. Dante no me explicó qué hacía con Virginia, debo imaginarme que hablaban sobre los premios, pues ella fue nominada a mejor actriz o debo morir de envidia, así que he decidido imaginarme lo primero. Virginia me saludó como si fuéramos las hermanas más cercanas del mundo y luego continúo hacia la mesa que tenían reservada. Sandro estaba encantado con ella, me dijo que era alucinante vernos a las dos al mismo tiempo y que Virginia, a pesar de las muletas, imponía bastante, en lo que tiene toda la razón. — ¿Estás lista? — Dante entra a la sala de baño, estoy mirándome en el espejo, llevo un vestido plateado con accesorios del mismo color, es sencillo, largo, dibuja mi silueta y luego cae sobre mis tobillos. Estamos invitados a una fiesta que realiza un director al parecer muy famos
Dante Pasar la navidad con dos niños es totalmente diferente a lo que me había esperado, fue genial compartir con Mathis e Iliana y después de las fiestas de fin de año, siento que la relación con mi hijo se ha fortalecido, lo que me hace sumamente feliz. — Papi — Cada vez que escucho a mi hijo llamarme de esa manera, siento que mi corazón se salta un latido, todavía me siento furioso por haber perdido tanto tiempo de su vida — ¿Recuerdas que me dijiste que podría pedir lo que quisiera por mis cumpleaños? — es verdad, se lo dije. Pero Vera y yo no hemos podido llegar a un acuerdo sobre lo que haremos para sus cumpleaños, algo típico en nosotros. Después de la discusión que tuvimos por la profesora de piano y que estuvimos juntos, no sé qué esperar de ella. — Lo recuerdo Campeón — Espero que no me vaya a pedir un unicornio o algo así imposible de encontrar. — ¿Podemos ir a la nieve, hacer esquí y patinar sobre hielo? — Me quedo mirándolo — Mami y yo fuimos en uno de mis cumpleaños
Vera ¿Qué hace Peter acá? Y con Bea, eso es muy extraño porque pensé que la odiaba, siempre se estaba quejando de ella. — ¿Te preocupa que estén juntos? — Miro extrañada a Dante, no sé de qué me está hablado — Peter y tu ex jefa — Aclara. — Para nada, solo que me parece extraño — Hemos planeado ir a cenar a un restaurante donde volveremos a cantarle los cumpleaños a Mathis, es un mimado. No sé cómo he logrado hacer las reservaciones, al parecer es un restaurante muy lujoso, pero acogedor y apto para niños, donde te puedes encontrar a todas las estrellas de Hollywood que desees sin ser molestado, yo pensaba buscar uno un poco más pequeño y tranquilo, pero Mathis lo vio por internet cuando estaba buscando y me dijo que ese le gustaba y como es su celebración, pues para allá vamos. — ¿Nos vamos? — le digo a Dante que se acerca a la chimenea donde estoy esperando que Mathis termine de lavarse las manos — Yo invito — Dante levanta las cejas — ¿Crees que no puedo? Sé que un restauran
— ¿Dante? — Su mirada es intensa, no puedo creer lo que pasó, Peter nunca me dijo que Dante había llamado y estoy segura de que no vi su llamada ¿La borró? — Debí insistir ¿Verdad? — me siento como una idiota, debí volver a llamar, así fuera para insultarlo, debí hacer tantas cosas. — Vera, ya no tiene sentido preocuparse por eso ahora — toma mi cara entre sus manos — No podemos devolver el tiempo, hermosa — extrañaba que me llamara de una forma cariñosa — Ahora solo podemos tratar de ser felices ¿Vale? — asiento y Dante se inclina un poco y me besa, el sabor del licor invade mis pupilas gustativas. — Estás borracho — Le digo e intento alejarme, pero me presiona un poco más contra él. — Solo de ti, hermosa. Borracho de ti — su beso se vuelve intenso, exigente, su mano presiona mi cabeza, sus dedos se enredan en mi cabello, con la otra mano toca mi cuerpo, me presiona contra él, como si necesitara sentirme cerca, me hace girar y empieza a sacar mi Jersey, levanto los brazos y le ayud
— Tengamos otro hijo, hermosa — abro los ojos, Dante está acostado entre mis piernas y apoya su cabeza en mi vientre, mientras pasa su mano por él, lo besa y susurra — Me encantaría verte, embarazada, con nuestro hijo creciendo en tu interior — vuelve a acariciar mi vientre y yo cierro los ojos y contengo la respiración mientras acaricio su cabello. No sé qué responderle, no tengo claro si en este momento me gustaría tener un hijo, han pasado muchas cosas y Mathias y yo estamos empezando a adaptarnos a este país, a un nuevo trabajo y escuela, a una vida familiar donde somos constantemente tres. Dante y Mathis están aprendiendo a conocerse y a disfrutar la relación de padre e hijo. Yo estoy intentando dejar mis miedos y remordimientos atrás, para disfrutar de mi relación con Dante. — ¿No crees que es algo pronto? — le pregunto algo ansiosa. — Me perdí todo de Mathias, no vi crecer tu vientre hasta el final, ni lo vi bebé, no sé cómo era pequeño o a qué edad caminó, cuál fue su primer
— Hola, Vera — Mi hermana se levanta de donde está sentada, se encuentra en la terraza, no hace mucho calor, aunque todavía es soportable quedarse afuera, aunque hubiese preferido el interior del café. — ¿Cómo estás, Virginia? — me da los dos besos franceses obligatorios, tomo asiento frente a ella, me siento incómoda, sé que no hay motivos, Dante y ella ya estaban divorciados cuando volvimos a encontrarnos y él está seguro de que mi hermana fue la qué me contestó y además borro los mensajes que le envié hace tantos años. — Querida, no sabes lo feliz que me hace verte, estoy cansada de tanta pelea entre nosotras y por un hombre — suspira, busco a la Virginia que conocía, a la hermana alegre, radiante. Pero no la encuentro. — Virginia, fuiste tú la que me escribió desde el celular de Dante cuando Mathis nació ¿Verdad? — Parpadea varias veces, creo que no esperaba que yo le reclamara eso. — ¿De qué hablas, hermanita? — Su mirada ingenua, inocente ¿En serio es tan buena actriz? — No
Vera — ¡Vamos! ¡Vamos! Hay que darse prisa — Esto es una locura. Hemos reservado una habitación en un hotel cuatro o cinco estrellas, no tengo ni idea, cerca del teatro donde se van a realizar los premios Óscar. Ana se ha quedado a cargo de Mathis y los chicos de seguridad le ayudan. — Gírate un poco — detesto a este hombre, se supone que es un gran estilista, pero yo hubiese preferido que me ayudara una de las maquilladoras de la productora, pero se ha puesto enferma — Llevo todo el día sin parar, chica y todavía debo visitar a una actriz — Me dice. — Vale, comprendo, pero si me hablas de esa manera no vamos a avanzar — le digo — A mí me tratas bien o no me tratas — se queda mirándome y luego continúa organizándome el cabello sin decir una palabra. — Guau — Me vuelvo a mirar al increíble hombre que entra a la habitación, estamos en una suite y Dante se encontraba en la otra habitación de esta, lleva un esmoquin gris marengo y se ve tan alto y apuesto con él, que solo quiero tirár