— ¿Dante? — Su mirada es intensa, no puedo creer lo que pasó, Peter nunca me dijo que Dante había llamado y estoy segura de que no vi su llamada ¿La borró? — Debí insistir ¿Verdad? — me siento como una idiota, debí volver a llamar, así fuera para insultarlo, debí hacer tantas cosas. — Vera, ya no tiene sentido preocuparse por eso ahora — toma mi cara entre sus manos — No podemos devolver el tiempo, hermosa — extrañaba que me llamara de una forma cariñosa — Ahora solo podemos tratar de ser felices ¿Vale? — asiento y Dante se inclina un poco y me besa, el sabor del licor invade mis pupilas gustativas. — Estás borracho — Le digo e intento alejarme, pero me presiona un poco más contra él. — Solo de ti, hermosa. Borracho de ti — su beso se vuelve intenso, exigente, su mano presiona mi cabeza, sus dedos se enredan en mi cabello, con la otra mano toca mi cuerpo, me presiona contra él, como si necesitara sentirme cerca, me hace girar y empieza a sacar mi Jersey, levanto los brazos y le ayud
— Tengamos otro hijo, hermosa — abro los ojos, Dante está acostado entre mis piernas y apoya su cabeza en mi vientre, mientras pasa su mano por él, lo besa y susurra — Me encantaría verte, embarazada, con nuestro hijo creciendo en tu interior — vuelve a acariciar mi vientre y yo cierro los ojos y contengo la respiración mientras acaricio su cabello. No sé qué responderle, no tengo claro si en este momento me gustaría tener un hijo, han pasado muchas cosas y Mathias y yo estamos empezando a adaptarnos a este país, a un nuevo trabajo y escuela, a una vida familiar donde somos constantemente tres. Dante y Mathis están aprendiendo a conocerse y a disfrutar la relación de padre e hijo. Yo estoy intentando dejar mis miedos y remordimientos atrás, para disfrutar de mi relación con Dante. — ¿No crees que es algo pronto? — le pregunto algo ansiosa. — Me perdí todo de Mathias, no vi crecer tu vientre hasta el final, ni lo vi bebé, no sé cómo era pequeño o a qué edad caminó, cuál fue su primer
— Hola, Vera — Mi hermana se levanta de donde está sentada, se encuentra en la terraza, no hace mucho calor, aunque todavía es soportable quedarse afuera, aunque hubiese preferido el interior del café. — ¿Cómo estás, Virginia? — me da los dos besos franceses obligatorios, tomo asiento frente a ella, me siento incómoda, sé que no hay motivos, Dante y ella ya estaban divorciados cuando volvimos a encontrarnos y él está seguro de que mi hermana fue la qué me contestó y además borro los mensajes que le envié hace tantos años. — Querida, no sabes lo feliz que me hace verte, estoy cansada de tanta pelea entre nosotras y por un hombre — suspira, busco a la Virginia que conocía, a la hermana alegre, radiante. Pero no la encuentro. — Virginia, fuiste tú la que me escribió desde el celular de Dante cuando Mathis nació ¿Verdad? — Parpadea varias veces, creo que no esperaba que yo le reclamara eso. — ¿De qué hablas, hermanita? — Su mirada ingenua, inocente ¿En serio es tan buena actriz? — No
Vera — ¡Vamos! ¡Vamos! Hay que darse prisa — Esto es una locura. Hemos reservado una habitación en un hotel cuatro o cinco estrellas, no tengo ni idea, cerca del teatro donde se van a realizar los premios Óscar. Ana se ha quedado a cargo de Mathis y los chicos de seguridad le ayudan. — Gírate un poco — detesto a este hombre, se supone que es un gran estilista, pero yo hubiese preferido que me ayudara una de las maquilladoras de la productora, pero se ha puesto enferma — Llevo todo el día sin parar, chica y todavía debo visitar a una actriz — Me dice. — Vale, comprendo, pero si me hablas de esa manera no vamos a avanzar — le digo — A mí me tratas bien o no me tratas — se queda mirándome y luego continúa organizándome el cabello sin decir una palabra. — Guau — Me vuelvo a mirar al increíble hombre que entra a la habitación, estamos en una suite y Dante se encontraba en la otra habitación de esta, lleva un esmoquin gris marengo y se ve tan alto y apuesto con él, que solo quiero tirár
Esto es increíble, hasta ahora, no ha ido tan mal como pensé, después de todo lo que pasó con Mathis y que Dante advirtió a la madre de Adams sobre los comentarios que hacía sobre mí, el director de la escuela se reunió en privado con Dante y le aseguró que todo estaba controlado. Con el programa de televisión fue un poco más complicado, ya que el equipo de comunicación le recomendó a Dante no entrar en el juego y yo estuve de acuerdo, finalmente lo ignoramos y Dante concedió una entrevista a un periódico centrado en el aspecto productivo de Hollywood, donde además de hablar de la empresa, pudo explicar un poco su situación personal. — Dante, Vera. Encantado de tenerlos aquí — El periodista encargado de recibir a los artistas nos saluda, yo solo quiero ir directo a la gala, no quiero dar entrevistas, sonrío mientras Dante habla con él, no me entero de lo que dice, el ruido y los nervios son presa de mí. — ¿Preparada, Vera? — Lo miro en blanco, de qué está hablando — Debe ser increíb
Virginia — ¡Lárgate! — La chica sigue de pie frente a mí, estática — ¡He dicho que te largues! — No deseo ver su cara, me acerco a ella, solo quiero que desaparezca de mi vista. — ¡Cálmate, Virginia! — Ronnie se interpone entre ella y yo, momento que la chica aprovecha para desaparecer — Es solo una asistente, no puede hacer milagros — Imbécil, no sé qué hago todavía con él. — ¿Te das cuenta de que he escrito un puto discurso por nada? — No logro calmarme, esto es inaudito, estaba convencida de que me llevaría ese premio —¿Cómo la estúpida esa no se enteró de que no ganaría? ¡Para eso le pago! — grito y me acerco al bar de la suite del hotel, me sirvo un vodka y tomo rápidamente, necesito otro. Tomo la segunda copa y enciendo mi fino cigarrillo, necesito algo más fuerte, pero gracias al puto accidente y a la terapia, no puedo arriesgarme a tomar nada, necesito estar recuperada para empezar a trabajar, pronto. — Virginia, estabas compitiendo contra tres excelentes actrices — Me dic
Vera — ¿Qué te pasa imbécil? — Hemos bajado al pueblo a cenar a un pequeño, pero muy exclusivo restaurante, al parecer, por la decoración y los precios de la carta. Un señor de nuestra edad, aproximadamente, acaba de pasar con un grupo de amigos y se ha chocado con la silla de Virginia. — Fíjate por donde caminas, imbécil — dice mi hermana — Al parecer este restaurante no es tan exclusivo como parece, deja entrar a todo tipo de gente rara — El comentario de mi hermana, me llena de vergüenza ajena. — Cuidado con esa boquita, hermosa — Susurra el hombre y yo me quedo impresionada escuchando cómo la ha desafiado, tiene acento norteamericano, de eso estoy segura. Se gira a mirarme y su cara me deja sin respiración ¡Padre santo, qué hombre! Tengo la impresión que lo he visto en alguna parte. — No eres nadie para reprocharme algo, acabas de chocarte contra mí, al parecer no puedes ni controlar tus movimientos — El chico vuelve a mirar a Virginia y se inclina un poco hacia ella. — No e
Dante — ¡Mami! — Mathis corre a abrazar a Vera, que solo se fue algunos días, pero siento que la he extrañado igual o más que Mathias que se la pasaba preguntando por ella — Mami, te he extrañado un montón — Vera, se inclina y lo abraza, creo que Mathis quiere que lo cargue, pero ella no lo hace, imagino que después de tantas horas de vuelo, está cansadísima. Se acerca a mí y se inclina un poco para darme un beso ligero. — ¿Estás bien? — le pregunto, la noto extraña, siento que hay algo diferente en ella. — Solo un poco cansada y me duele la garganta — toma la mano de Mathis y se aleja hablando con él. Deja la maleta y comprendo que debo llevarla. Mathis se ha quedado dormido, estaba muy emocionado y se la pasó todo el día corriendo, imagino que el cansancio lo venció. — No sabes cuánto te he extrañado — le digo mientras me acerco a ella y la abrazo desde atrás, se siente diferente ¿Perdió peso? — Nena ¿Te pusiste a dieta con tu hermana? — beso su cuello, la aprieto contra mi cu