Castigo

Santiago se acercó a ella a paso lento, sin borrar en ningún momento esa sonrisa burlona que le adorna los labios.

Renne tembló en su interior, pero a pesar de eso levantó su barbilla y adoptó una posición que la hacía ver segura.

Miró disimuladamente a su alrededor, y solo pudo observar los hombres y carros de Santiago.

Estaba atrapada.

Y eso le aterraba.

Volvió su vista al frente, y observo a Santiago, el cual estaba a unos pocos pasos de ella.

—Pequeña Renne, pensabas que podrías escapar de mi tan fácilmente, ja.

Renne no respondió, después de todo, si pensaba que podría escapar.

Su corazón se oprime al caer de golpe a la realidad.

—Fue muy divertido ver cómo te escabullias por la mansión para poder salir, debo decir que por un momento casi, pero casi lo logras—se burlo descaradamente, mientras empezó a caminar a su alrededor.

Renne siguió callada, por primera vez no sabía que decir, y tampoco como actuar.

—Tambien debo admitir, que no espere que tuvieras las agallas de escapar, me
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