Tengamos un trato

-¿Que es lo que quiere de mí?

Esa fue su pregunta simple y clara, y espera que así mismo se la respondan.

El hombre frente a ella, el cual ya sabía su nombre, sonrió de medio lado, mientras caminaba alrededor de ella, pasando la yema de sus dedos por los bordes de la silla, casi rozandola.

-¿Que quiero?-pregunto, con un tono divertido en su voz, para luego hacer un gesto pensativo, quedando al frente de ella-Oh, ya se que quiero. Mi hijo menor necesita casarse y tú, pequeña Renée, eres la mejor candidata.

-¡¿Que?!.

-Así mismo como escuchas, velo de esta forma sería un 2×1, jodo a tu padre y caso a mi hijo. El desgraciado me quito a mi mujer y yo le quitó a la hija.

-Estas demente si piensas que me casare con tu hijo, quien sabe si es igual a ti.

-¿A mí?

-Sí, gordo y feo, que solo me provoca asco al verlo

Sinceramente Renée creía que se estaba volviendo loca al provocarlo de esa forma, pero es un reto para ella poder controlar su lengua.

Santiago la observó de arriba a abajo, -igual de fiera que su madre- pensó él.

-No te estaba pidiendo permiso, te estaba avisando, en unos momentos uno de mis hombres vendrán por ti y te llevarán a una nueva habitación y después que te cambies y comas, tu y yo hablaremos de lo que puedes y no puedes hacer.

Después de eso, salió de la habitación a paso firmé, esa niñita le traería más de un dolor de cabeza, estaba seguro de eso, pero se había librado de peores batallas, claro que podía con ella.

Por otro lado Renee vio como la puerta se cerraba lentamente, deseando poder desatarse y salir corriendo de allí para refugiarse en los brazos de su madre.

Esto es mucho más de lo que ella alguna vez allá podido soportar, pero va internar lo, va a luchar con todas sus fuerzas para poder salir, y para lograrlo debía ser inteligente, debía seguir como si todo esto no le afectará y hacerle creer a Santiago que estaba de acuerdo con todas sus estúpidas decisiones.

Sus ojos a este punto ardían y luchaban por no dejar salir una lágrima, sus muñecas y tobillos dolían y quién sabe cuánto tiempo lleva ella ahí amarrada y encerrada.

Así mismo como lo dijo el idiota, dos de sus hombres vinieron por ella, y como un rayo, paso por su mente correr y tratar de escapar, pero no lo ejecutó, si trata de escapar ahora sería más difícil hacerlo en un futuro, y por el momento solo esperaría.

La llevaron a una nueva habitación ubicada en la segunda plata, la habitación es espaciosa, tiene una sola ventana la cual está enrejada, la cama está en el centro de la habitación y al lado hay una mesita de noche, también ahí dos puertas, probablemente en una se encuentra el baño y en la otra no sabe.

Le amarraron una cadena en el tobillo derecho, lo suficientemente grande como para moverse en toda la habitación.

Los hombres se fueron, y ella se puso a registrar salidas posibles en la habitación, abrió las dos puertas y como lo predijo una era un baño, muy bonito y limpio por cierto y al abrir la otra era un armario, repleto de ropas, zapatos y accesorios.

Magnífico, este hombre estaba planeado mi secuestro desde hace mucho-pensó, luego de ver qué la ropa y los zapatos eran de su talla.

Se siente sucia y con mucha hambre, así que decide darse un baño y esperar haber si le traen algo de comer.

Sus sentidos aún se encuentran a la defensiva y su pecho aún sigue oprimiendo se, acto que por ocasiones la deja sin aire.

Tiene unas ganas inmensas de llorar y dejarse llevar por sus temores, dejar que todo su miedo salga a flote, pero no sé dejara vencer tan fácilmente, seguirá luchando asta encontrar una manera de salir de ahí.

Y si tiene que ganarse la confianza del hijo menor de Santiago, (el cual nunca en su vida a visto, pero si oído hablar de él), lo hará para poder salir de ese lugar con su ayuda.

Después de bañarse y vestirse, se sentó en el borde de la cama, sobando sus muñeca las cuales tenían un tono morado.

La puerta fue abierta y por esta ingresaron los hombres que la habían llevado a la habitación, le quitaron la cadena y le indicaron que los siguiera

Bajaron las escaleras con calma, en su rostro no mostraba ninguna expresión, aparte de indiferencia, observaba todo a su alrededor, grabándose cada cosas, decoración y pasillo por el cual pasaban.

Después de pasar el último pasillo, se encontró con una cocina moderna muy espaciosa, y yaciendo en la encimera todo tipo de comidas, desde pequeños aperitivos, asta grandes entradas.

Con algo de desconfianza empezó a comer, mientras en su mente, se ingenia varias formas para salir de ahí, pero ninguna de ella las ve muy viable y efectivas.

Después de lo que pareció un siglo, terminó de comer, sorprendiendo se al ver todo lo que comió, realmente estaba hambrienta.

Se limpio los labios con la servilleta, dando pequeños toques en la comisura de sus labios, para luego observar a sus ¿cuidadores?, Los cuales la tomaron de los brazos y la llevaron por otro pasillo desconocido.

Deteniéndose al frente de una puerta color café, uno de los tipos, el cual estaba tatuado, tocó la puerta, resubiendo un "pase" del otro lado.

Sus nervios se incrementaron de una forma increíble, sus manos empezaron a temblar y podía jurar que iba a tener un ataque de pánico, respiro hondo y trato de tranquilizarse, no podía demostrar debilidad y no lo iba hacer.

Entro junto a los dos hombres a la oficina, encontrando a su secuestrador sentado detrás de su escritorio con las piernas cruzadas y con un baso de whisky en la mano.

-Pueden retirarse-les ordeno a sus dos empleados, los cuales obedecieron de inmediato dejándola a solas con santiago.-toma asiento

Renée tomo asiento al frente de él, obteniendo una postura que la hacía ver segura de su misma, con sus brazos en los reposabrazos y su pierna izquierda encima de la derecha, culminando esto con una mirada decidida.

-Ire al grano, te diré tres cosa.

"primero: no puedes decirle a mi hijo en ningún momento tu verdadera situación, el no puede saber que estás aquí en contra de tu voluntad, por ninguna circunstancia

Segundo: ni siquiera se te ocurra escapar de aquí, por más que lo intentes jamás lo podrás hacer y si en dado caso lo intentas enfrenta las consecuencias.

Y tercero y no menos importante: enamora a mi hijo.

Ah y como bono: tu llegaste a esta casa por qué yo en un acto de caridad, decidí traerte a vivir conmigo y ayudarte a estudiar, ya que tus padres murieron y no tienes ningún familiar. ¿Estamos?"

-Después de analizar todo lo que me haz dicho, he caído en una sola conclusión: tu hijo no sabe nada de tus planes macabros, ¿no es así?.

-Así es, y si tú cumples con todo lo que yo te digo, creeme que no tendremos ningún inconveniente.

Renée se quedó en silencio, analizando cada una de las palabras antes dichas, esa condiciones estúpidas pero a la vez inteligentes y que ella podría utilizar a su favor y salir de allí sin ningún problema.

Todo se concluía a unas simples palabras: el hijo menor de Santiago era su única salvación.

Entonces que empiece el juego.

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