Carter me mira atónito, sin dar crédito a mi petición. No entiendo porque exagera tanto…
Y no se Emily, tal vez sea por el hecho de que mañana es martes, ¿día laboral?, ¿reunión que marcará el futuro de ambas empresas?, dime ¿te parece familiar?, definitivamente no tengo remedio. Pero claro que no me quedaría lamentandome, esa llamada volvió a descolocar mi mundo, quería olvidarlo, se que no es la manera de sobrellevar los problemas, pero si alguien encontraba una en la que no terminará con una nube negra detrás de mí, atormentandome durante quien sabe cuanto tiempo, que me avise.
Cuando finalmente sale de su asombro, después de unos segundos en silencio, me mira determinante, como si hubiera tomado una decisión. Esa expresión me agrada, toma mi muñeca y me arrastra por el local. En el camino nos topamos con la hermosa mujer que nos atendió en un principio, aun sin soltarme, nos detenemos y Carter le informó apresuradamente que liquide desde su cuenta. Nos adentramos en el ascensor y con una sola mano tecleó algo en su teléfono.
Puedo sentir como la calidez de su mano penetra mi piel, no es para nada incómodo, de hecho me gusta la sensación, la palma de mi mano pica por sentirla también, pero me abstengo de ello y miró nuestra unión, el imita la acción, para luego mirarme intensamente a los ojos, esta vez no hago nada por evitar su contacto visual, una batalla de miradas se desata; el ámbar casi dorado de los míos, frente al verde cristalino de los suyos, ninguno tenía la intención de abandonar. Hasta que nuestra brutal y silenciosa batalla, se ve interrumpida por el sonido del ascensor, indicando que hemos llegado a nuestro destino. En un momento de racionalidad, camino fuera del ascensor, soltándome de su agarre en el proceso.
Caminamos por la acera hasta llegar al automóvil, que ya se encontraba aparcado frente al restaurante. Me detiene sutilmente antes de poder subir por mi misma y tomando mi manos ayudándome a subir. Cierra la puerta para luego subir a mi lado. El automóvil se pone en marcha y nos sumergimos en un aturdidor silencio, tal vez no fue buena idea, no parece ser alguien que frecuenta clubes.
—Cárter, no tienes que hacerlo… —Levantó la vista para mirarlo, a lo que responde con una pequeña sonrisa.
—Quiero hacerlo, considerarlo como el sello de nuestro acuerdo —responde con familiaridad, lo que me reconforta, no hubiera querido atravesar esto sola. Pero creo que no lo pensé bien, cómo se me ocurre arrástralo a mis problemas, además no sé qué pueda llegar a salir de mi boca con unas copas encima.
De todas formas ya lo hecho, hecho está. Solo quiero divertirme y pasar un buen rato, sin preocuparme por lo que pueda pasar después.
Quince minutos después, llegamos a una calle estrecha, donde se veían una gran cantidad de coches aparcados al borde de la acera, de hecho no entraba ni un alfiler más. El chofer se detiene en la puerta del, aparentemente, famoso club. Al bajar puedo ver una gran fila de personas esperando a entrar, en la puerta dos goril… digo, dos grandes y fornidos hombres cumplen su función de resguardar, permitiendo o no, es paso a las personas que desean entrar. ¡Genial! Tenemos turno para dentro de una semana, por lo menos no hace frío.
Carter se posiciona a mi lado y tomando mi espalda baja me dirige hacia la puerta, lo miró confundida puesto que la fila termina en dirección opuesta.
—Ciao Alex, come va? —pregunta al inmenso hombre, extendiendo su puño. Y yo quedo hipnotizada con su deleitante acento italiano, no me había dado cuenta que hasta el momento nos habíamos estado comunicando en inglés, desde que me disculpe, hasta ahora, el siempre hablo en inglés, incluso en la clínica y el restaurante. Pero ¿por qué?
—Ciao Carter! Prego entra —dice, correspondiendo el gesto y posteriormente abriendo la puerta para nosotros. ¡Pero qué demonios! No pensé que frecuentara este tipo de lugares como para que lo dejen entrar así como así, y de forma tan familiar, qué pasó con el estricto hombre que le indigna que sus empleados salgan en horario laboral. Una vez adentro, inmediatamente somos abrazados por un ambiente completamente diferente, donde predomina la avasallante oscuridad disipada tenuemente por proyectores de diversos colores de luces. La intensa música y el olor a alcohol también son protagonistas
—No pensé que te gustaran los clubes —comento a lo que me responde con su mejor cara de; “¿ah sí? Pues ya ves”, ¡Ay! ¡Que alguien me detenga porque le pego! —Además, ¿porque no habías hablado en italiano hasta ahora?
—Porque hasta el momento no había sido necesario —lo miró incrédula, ¿cómo me dice que no era necesario? ¡Estamos en la bendita Roma! —, tanto el hospital como el restaurante son lugares internacionales, donde los funcionarios deben tener en su currículum una serie de idiomas para poder trabajar allí. —Explica mientras nos hacemos paso entre las personas.
»Con respecto a Luca, se le da muy bien el inglés y el español. Creo que solo fue un reflejo, dado que la primera impresión que nos diste, fue en inglés.
Tiene razón, entre el nerviosismo y las ganas de salir de allí, no presté atención a muchas cosas.
Nos adentramos a la zona vip, y continuamos hacia una apartada, desde allí se puede ver un gran panorama de la pista. Tomamos asiento en uno de los sillones, a una distancia prudencial, lo suficientemente lejos como para no tocarnos, pero lo suficientemente cerca para poder hablar sin tener que gritar. Un chico joven, debo decirlo; demasiado guapo, los italianos están como quieren. Nos pregunta qué vamos a tomar, optó por un cóctel, que sinceramente no tengo idea qué contiene, estaba demasiado ocupada prestando especial atención a su acento italiano, cada gesticulación era un deleite para mis oídos. En cambio Carter pide un simple Whisky, de muy mala gana, para variar.
—Que mal genio tienes — expreso mi disconformidad. A lo que él me mira mal, pues si señor. Llegó el momento de que alguien se lo diga.
—¿Eso piensas? —pregunta, a lo que yo asiento un poco divertida, creo que ese trago hizo efecto rápidamente. —Tal vez deberías conocerme un poco más, soy un tipo muy agradable. — Dice divertido.
—Te conozco hace poco menos de 24 horas, y lo único que has hecho es gruñir, aunque debo admitir que has sido muy atento conmigo —resaltó, no sería correcto menospreciar sus gestos. —Aunque me gustaría conocer a ese tipo agradable del que hablas.—¿Ah sí? Pues tú lo pediste —dice mientras se levanta, toma de un solo trago la bebida, que al contrario de la mía, su whisky estaba intacto. Extiende su mano hacia a mi, acción que no comprendo, me hace un gesto señalando la pista de baile, dudo un segundo pero decido acceder, ¡qué puede pasar! Vinimos a divertirnos después de todo.Nos abrimos paso entre las personas que se encuentran en nuestro camino, cuando llegamos al centro de la pista, nos detenemos. Se acerca un poco más a mi y comenzamos a bailar al ritmo de la música, poco a poco nos vamos acoplando el uno al otro. Su forma de bailar es fluida y natural, tanto así que me dejo llevar por todo el. Su cercanía me atrapa, me hace no querer alej
—Me divertí mucho contigo esta noche, deberíamos salir en otro momento. —Sonrió ampliamente, él asiente y saca su teléfono del bolsillo de su pantalón, me lo entrega y lo miro confundida.—Agenda tu número, me encantaría salir contigo mientras me encuentre en Italia. —Responde a mi confusión, tomé su teléfono, hago lo que me pide y se lo entregé de vuelta. Cuando estoy a punto de darme la vuelta para irme, él me retiene tomando mi mano, me detengo para verlo, él se acerca y deposita un suave beso en la comisura de mi boca.Finalmente me doy la vuelta, para encontrarme a Carter, mirándome con un gran disgusto, su expresión me causa mucha diversión e inevitablemente comienzo a reír, a lo que él frunce el ceño aún más y toma mi mano para arrastrarme por el lugar, mi borracha yo, no puede coordinar la acción de reír y caminar a la vez, así que con mucha dificultad intentó seguir sus pasos. Todo me da vueltas, provocando que mariposas revoloteen en
Mi humor cae inmediatamente, ni siquiera interponiendo casi 1.500 km de distancia podía alejarme completamente. Al escuchar su voz, recuerdo cada momento que pasamos juntos, cada beso, cada abrazo, cada roce de su piel, incitando a abandonar mi determinación, e inmensas ganas de volver a él me invaden…—¿Liam? ¿Y ese quien es? —La voz de Carter me hace regresar a mi racionalidad, abandonar inmediatamente esos deseos.—¿Estás con alguien? —Este imbécil, cómo se atreve a llamarme, no le contesto, solo me quedo ahí, sin saber qué hacer. Carter y Luca me miran expectantes y confundidos; ¡estupendo! ahora se supone que le debo explicaciones a todo el mundo. Se quedarán con las ganas… Quince minutos después, llegó a Digital Technology Company, estacione el automóvil, y me dirigí hacia el ascensor, entrando marcando el piso dieciocho, miro la hora en mi reloj de muñeca y son ocho y veinte, aún tengo tiempo. Una vez en mi destino, me dirigí a mi oficina, conocía bien las instalaciones dado que había estado aquí un par de veces durante la construcción y diseño del edificio. Soy interceptada por mi asistente Verá, una adorable señora de 62 años, en mi desespero por encontrar a alguien que actuara en el papel, Alessandro tuvo la amabilidad de cederme a su más eficiente empleada, hasta que encontrara a alguien.—Señorita Emily, la esperan en su oficina, se instaló allí y no entendió razones, discúlpeme —expresa apresuradamente, bajando la cabeza.—No te preocupes, Vera. Yo me encargo —digo, dándole una sonrisa tranquilizadora en el proceso. Seguramente sea el impaciente de Alessandro, ese hombre tiene mucha energía, debería relajCapítulo 12
—Entonces es verdad… —interrumpió Liam. Por favor ¡asúmelo y vete de una vez!. Nos mira derrotado, triste y dolido. Por un instante, es difícil para mi verlo así, e inmensurables ganas de negarlo todo y decirle que todo estará bien, invaden mi racionalidad; pero inmediatamente llega a mi su traición y me abstengo. —Estas con este tipo…—Así es, no te refieras a él como: “este tipo”, tiene nombre y es Carter Frattini —puntualizé, Carter se limita a asentir en su dirección en forma de saludo, aún aprisionandome entre sus brazos.—No puedo creerlo, ¡hace apenas dos meses nos íbamos a casar! ¡Por Dios Emily! —enfatiza alzando la voz, Mirándome totalmente exaltado, pero mírenlo a este, el burro hablando de orejas. —¿Qué tan poco signific
El entrometido de Alessandro, hace que lo miremos con cara de “¿a ti que te importa? y no te invitamos porque no queremos”. Evidentemente nos entendió porque nos miró mal, a lo que nosotros reímos.—No iremos a ningún lado, solo cenaremos en mi casa —le comento, restándole importancia.—¡Vaya!, como eres Emily, a mi no me invitas ni a un miserable café —reprocha, de mala gana.—¡Oh vamos Aless!, ¿qué es este berrinche? —expresó divertida, a lo que él hace una mueca —Qué pesado… Está bien, puedes venir a cenar con nosotras. —Él sonríe complacido, se acerca y toma ambos lados de mi rostro. Debo subir la mirada para poder ver sus oj
Finalmente sus labios acarician los míos, en apenas un roce formando un pequeño beso, inconscientemente cierro mis ojos disfrutando su calidez. Se separa lentamente, sus ardientes ojos me miran con devoción, mi labios arden por más y mi indecisión surge, ¿y ahora qué demonios debería hacer?Nuestra burbuja se rompe justo a tiempo cuando escuchamos el timbre sonar, la racionalidad vuelve a mi, y sin decir nada, salte del sofá a los tropiezos, me dirijo hacia la puerta. Al abrir me encuentro con Alessandro quien me mira sonriendo y abriéndose paso hacia el interior.—¡Ya llego por quien lloraban! —exclamó alegremente. Se dirige hacia donde se encuentra Luca, se saludan con un apretón de manos. —Chicos…¿Interrumpo algo?
Llegamos al lugar y nos encontramos con la fachada de un edificio antiguo, adornado con luces de neón y algunas estatuas de bellas mujeres, un cartel muy bien iluminado nos da la bienvenida a “Ice Club”. En la entrada, un poco alejados de la multitud, se encuentran Carter y Alessandro hablando tranquilamente. Nos bajamos del vehículo para encaminarnos hacia ellos, cuando estamos a unos metros, Carter quien estaba de espaldas a nosotras, se gira para vernos. Siento como sus ojos recorren cada parte de mi cuerpo, desde los pies hasta la cabeza, provocando que me estremezca en cada paso. Finalmente sus fogosos y profundos ojos chocan con los míos, estimulando mi cuerpo de tal manera que mi corazón se desboca, queriendo salirse de mi cuerpo, la respiración se me entrecorta y mis piernas tiemblan, hago un gran esfuerzo por caminar con seguridad, evitando terminar enterrada de narices en medio de la acera.Al llegar hasta ellos, el primero en sal