CAPÍTULO 41

La puerta se abrió y una avalancha de calidez proveniente del hogar me dio la bienvenida cuando crucé el umbral. Los rostros de mis hijos se iluminaron como el amanecer, sus pequeñas formas se lanzaron hacia mí con tal fuerza que, por un momento, me vi arrastrado por un torbellino de risas y manos pequeñas y aferradas.

—¡Mami! —corearon, sus voces se entrelazaron en una melodía que llenó los espacios vacíos dentro de mí que no había imaginado que fueran tan vastos. Al otro lado la familia real recibía a Caleb, mi mirada se posó por unos segundos, esta era la realidad, él el rey y yo una simple súbdita.

Bajé la mirada y me concentré en los rizos ardientes de mi hija mayor mientras se acercaba más.

—Tranquilos, pequeños lobos —me reí, mi corazón se hinchó mientras los rodeaba con mis brazos, bebiendo el aroma del hogar que se pegaba a sus cabellos.

—¡Freya, estás aquí! ¡Finalmente! —exclamó Amber, su voz quebrada por la emoción. Seraphina, siempre más reservada, simplemente me abrazó c
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