Natalia no le quiso preguntar a Fabián cómo era que sabía cuál era el restaurante favorito del matrimonio Buendía. Suponía que tenía sus métodos para averiguarlo, ya que después de todo estaba enamorado de la señora Buendía.Le parecía un poco acosador de su parte conocer una información así. Pero prefirió ahorrarse las críticas.La misión era sencilla y en eso se concentraría.Natalia respiró una profunda bocanada de aire, mientras se adentraba en el lugar del brazo de su marido.Observo el sitio con una sonrisa.Era hermoso.Un mosaico de paisajes adornaba las paredes dando la impresión de encontrarse dentro de una galería.La música de fondo la hacía flotar con cada paso que daba.Nunca había estado en un lugar tan bonito y romántico.Y era… mentira.De repente el recuerdo le hizo sentir una punzada, pero sacudió el pensamiento concentrándose en mostrar su mejor sonrisa.Se sentaron en una mesa y miraron el menú.Natalia no tenía idea de qué ordenar. Nunca había estado en un restau
—Fabián, Natalia, qué sorpresa —saludó Ana Paula un poco apenada ante la escena que acababa de desarrollarse ante sus ojos.El matrimonio Arison se separó lentamente y entonces saludaron a los recién llegados con una sonrisa en sus rostros.—Es un gusto verlos —dijo Natalia con dulzura.La mano de Fabián seguía sujetando la suya y no pudo evitar notar que la pareja Buendía se centraban en ese enlace.—¿Gustan acompañarnos? —ofreció Fabián, caballeroso.—Oh, no. Muchas gracias. Pero ya tenemos nuestra propia reservación —nuevamente fueron las palabras de Ana Paula las que se escucharon.Para asombro de Natalia, Roberto se mostraba demasiado silencioso, aunque había una frialdad inexplicable empañando sus orbes grisáceas, las cuales no dejaban de mirarla como en busca de una explicación que, claramente, no recibiría.—En ese caso que tengan una estupenda velada —deseó Fabián con socarronería.Esta actitud no iba dirigida a su querida Ana Paula, no, Fabián también estaba disfrutando de la
—¿Cómo te atreves a hacer semejante escena, Roberto? ¿Qué es lo que sucede contigo? —Un dedo con una uña muy afilada de color rubí se clavó en el pecho del hombre, mientras este agachaba la cabeza escuchando el sermón proferido por su esposa.—Lo siento, Ana Paula —trató de decir Roberto—. No era mi intención nada de esto.—¿Ah, no? ¿Entonces cuál era tu intención? ¡Ilumíname, por favor! —rugió ella, completamente fuera de sí.Al parecer a la siempre perfecta e inmaculada Ana Paula Colmenares no le importaba en ese momento, el hecho de que estaba atrayendo muchas miradas con su bochornoso espectáculo en medio del estacionamiento. Ciertamente, estaba demasiado enfurecida como para preocuparse del escándalo que todo aquello pudiera traer para sí.—No lo entiendes, Ana. Pero esa mujer es la madre de mis hijos y yo no puedo permitir que se preste para las tonterías de Fabián. Es obvio que él no la quiere, solamente la está usando —escupió el hombre de forma apresurada sus insulsas explica
Los días siguientes se sintieron extraños para Natalia. Se descubrió a sí misma buscando a Fabián con la mirada, sintiendo un estremecimiento cuando sus ojos se cruzaban, cuando estaban en un mismo espacio acompañados o no.Era como si una enorme burbuja se estuviera inflando a su alrededor, creando una tensión que ella no tenía idea de en qué momento o forma explotaría.Pero tenía miedo.Miedo de que la explosión no fuera agradable para ninguno de los dos.Así que decidió evadir la tensión y centrarse en lo importante.Sus clases.Sus hijos.Había pasado semanas esforzándose duramente.Natalia acababa de completar la primera etapa de su curso de educación secundaria y pronto se enfrentaría a la posibilidad de una carrera universitaria.Se sentía bastante feliz y realizada, pues sus notas habían sido excelentes y sabía que se debía a las muchas madrugadas que había pasado estudiando y esforzándose hasta los extremos.En esos momentos de convicción, Fabián ni Roberto habían interrumpid
Ya no quería negarse nada más, quería vivir, experimentar…Era por eso que Natalia no se negó cuando su marido comenzó a besarla en el auto de camino a casa. El chófer emprendió la marcha y un repentino calor se apoderó del asiento trasero, dónde ellos dos se encontraban. Se miraron entonces, el deseo bailando en sus ojos, mientras observaban con reprensión la ridícula distancia que los separaba. Fabián dio el primer paso. Natalia no se resistió. No quiso pensar. Su mente quedó en blanco al instante. Realmente no podía pensar en nada, cuando la lengua de su esposo se abría pasó en su boca con tanta urgencia.Su cabeza se echó hacia atrás. Sus ojos se cerraron. Y las sensaciones se intensificaron por completo.El calor la invadió en fuertes oleadas que estremecieron su cuerpo. Sentía que se asfixiaba. Pero a la vez sabía que podría morir feliz en ese momento.«¿Hace cuánto que no se sentía tan plena?», se preguntó en medio de un jadeo.Ni siquiera recordaba que los besos de R
Roberto cayó al suelo tras haber recibido un fuerte puñetazo en su mejilla izquierda. Fabián no perdió el tiempo y se posicionó encima de él para seguir golpeándolo, pero Roberto le dio un rodillazo en el estómago que lo hizo retorcerse de dolor, aprovechando entonces la oportunidad de girarlo.Los papeles se invirtieron y ahora era Roberto, quien asestaba un golpe tras a otro en el rostro de Fabián.Natalia no paraba de gritar acompañada de Ana Paula, las cuales no sabían qué hacer mientras sus ojos se llenaban de lágrimas ante la impotencia que estaban sintiendo.El personal de seguridad acudió entonces ante los fuertes gritos, separando a ambos hombres, quienes se encontraban girando por el pulido piso mientras se lanzaban patadas y puñetazos en todas partes del cuerpo.Bastaron un par de minutos para que desalojaran la escena.Los dos hombres fueron sacados de las instalaciones del hospital, dejando únicamente a Natalia y Ana Paula en medio de los estragos que dejo aquella tormenta
No había logrado dormir en toda la noche y con justa razón. Sus hijos habían estado enfermos y, de alguna manera, se sentía culpable por haberse ausentado la noche anterior. Ahora finalmente había amanecido y sus trillizos aparentaban estar mejor.Ya había comprobado sus temperaturas encontrándolas normales.Aun así, había decidido que ese día no acudirían a la escuela y se quedarían en casa en observación.Natalia no se despegó del lado de sus hijos en toda la mañana.Cuando la tarde se acercó y ellos parecieron quejarse de aburrimiento, entonces fue el momento en el que decidió que ya había sido suficiente de encierro. «Quizás un vistazo al jardín les subiría el ánimo y las defensas también», fue lo que pensó.Salieron entonces con rumbo a respirar un poco de aire fresco, cuando se tropezaron con una discusión en el corredor.—Más te vale que tomes la decisión correcta, Diana —la voz colérica de Orena se alzó, retumbando en las paredes de la mansión. —¡Ya te dije mamá que no pien
Apenas tocó la cama, Natalia se quedó profundamente dormida. El sueño la reclamó con premura y se la pasó las siguientes horas soñando. Los sueños eran variados, ninguno igual que el otro. Se veía a sí misma corriendo por un gran prado, seguida de sus hijos. Las flores, los pájaros, todo era simplemente hermoso. Risas y aplausos resonaban en el lugar. Pero de pronto, el escenario cambió y se encontró a sí misma sentada en un tribunal. Natalia se removió en el banquillo de los acusados, mientras escuchaba una sarta de mentiras. “¡Mala madre!”, parecían gritarle todos.—No, no soy una mala madre —trató de defenderse con vehemencia, pero su voz salió estrangulada. Las palabras no fluían y el jurado seguía acusando y señalando en su dirección.Natalia se desesperó. Necesitaba que la oyeran, necesitaba que entendieran que no era lo que ellos estaban suponiendo, que amaba a sus hijos más que a nada en el mundo y que no permitiría que se los arrebataran. Eran suyos. Los amaba. De repe