Capítulo 25: Las redes sociales

De regreso, parecía que a ambos les había comido la lengua el gato. El único que hablaba era el chófer de Damián, quien le preguntó si se dirigían a un lugar en específico o directamente a la casa.

—A casa —respondió a secas. Algo de lo que se arrepintió, pero ya había salido así de su boca. Tenía muchas cosas en su cabeza dando vueltas. Malditas hormonas. Ni que fuera un adolescente. Estaba molesto con sí mismo, claro que sí. Era inaudito. Dentro suyo sonaban todas las alarmas metafóricas que podrían haber. Cada parte de él gritaba que era un error lo que habían cometido. Eso iba a terminar mal. En palabras de Ciabel: se estrellarían.

La nombrada, por otro lado, se había interesado demasiado en el camino de regreso, tanto que no volteó a verlo ni una sola vez y pretendía estar tan absorta viendo la lluvia que ya se le había cansado el cuello de tanto ver de costado.

Se habían besado.

El castaño sentía que había besado al enemigo y que había traicionado a gran parte de sí mismo en el
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