Lo que estaba ocurriendo era, sin duda alguna, un desastre monumental sobre el que no tenía idea (bueno, sí tenía pero no entendía por qué) de cómo se había metido. En definitiva, Ciabel había aceptado para ese día el hecho de que nunca se llevaría bien con los medios de comunicación, el programa de chimentos o las redes sociales, ni tampoco con los fanáticos de Clarissa y los de Damián. Su reputación en la prestigiosa universidad ya tenía una carga considerable sobre lo que había sido su pasado.Como sea, ninguna de esas cuestiones era tan importante como el hecho de que Damián, Logan y cualquier persona medianamente interesada en el tema, ya sabían. Sin embargo, ella no terminaba de digerirlo. No sabía ni cómo darle la noticia a Ciro de que tendría un hermano menor en cuestión de meses.No había agarrado el celular ni siquiera para comunicarse con Logan, tampoco había ido a la universidad esa semana. Con el acoso que había sufrido durante los viejos tiempos cuando estaba casada o
Bien. Estaba ahí. No se trataba de un sueño ni mucho menos de una pesadilla. No. Damian realmente había cruzado el continente al enterarse de que estaba embarazada. Estaba ahí por ella. ¿Qué más podía pedir que eso? Sintió que se desmayaría en cualquier momento o que estaba alucinando.—Ocultaste información muy importante para mí y si no lo hubiera fotografiado ¿me habría enterado siquiera que llevas en tu vientre a nuestro futuro hijo? —habló con lentitud.Ciabel le dio la espalda y rio bajo, nerviosa y amarga. Caminó hasta la sala y tomó asiento en uno de los sillones. Damián hizo lo mismo. Estaba molesto, furioso, sí, había jugado con información trascendental. Iba a ser padre. Y Ciabel había querido mentirle al respecto.—¿Por qué demonios crees que eres la segunda opción todo el tiempo?Se tensó.—Me lo has demostrado una y otra vez con todas tus acciones. ¿Cómo esperabas que reaccionara? Empezamos el contrato porque lo necesitaba, sí, pero también lo usaste para fingir que ha
Tenerlo frente a ella sin duda nublaba todo sentido de raciocinio. No tenía otra explicación de por qué estaba callada y viéndolo a la cara sin expresar nada más que estupefacción. Realmente no quería dejarlo ir. Si había ido hasta Los Ángeles para buscarla, tenía que significar algo. Sonrió despacio, dudosa.—Bien. Voy a aceptar eso —susurró.Le pareció sorprendente la manera en la que estaba reaccionando. Estaba muy calmado, pese a saber que sería padre. —Aún así —se adelantó al ver que la vio con más esperanza en el rostro. Levantó una ceja—, tengo mis condiciones. No voy a besarte, no habrá nada raro aquí. Empezaremos de cero, como amigos. No estoy segura de si me siento bien contigo o es solo la idea que había tenido de ti tras conocerte. Por lo tanto, espero que te comportes como un amigo. No somos novios, podemos tener citas, no habrá besos ni contacto físico, nada que nuble mi juicio sobre lo que puede ser esta relación. Me acompañarás a las citas médicas sin falta y te que
Ya habían pasado dos semanas desde que se había reencontrado con Damián y por supuesto, Ciro lo recibió con los brazos abiertos. No obstante, desconfiaba de él en secreto. Era inteligente y de verdad no estaba seguro de si sería bueno tenerlo en la casa. De todas formas, no iba mucho. Generalmente, eran ellos los que salían para encontrarse con el empresario y luego conocer la ciudad. La prensa era insoportable a veces, pero esta vez Damián dobló la seguridad. Los fines de semana era cuando se iba para pasar tiempo con Demian. Aún no tenía permiso para llevarlo al otro lado del mundo, por mucho que aquello le hubiese gustado.Ciabel salió con una sonrisa de la universidad. Estaba bajando las escaleras de la entrada, eran enormes y largas. —¡Ciabel! —llamó su compañero. A quien, por cierto, le había devuelto las cosas y no le dirigió la palabra un buen tiempo.Se detuvo, miró hacia el frente y suspiró.—¿Qué pasa?—¿Te gustaría hacer el proyecto conmigo?Torció el gesto.—No. Gracias
—Buenas tardes —saludó Ciabel entrando a la consulta. Damián se limitó a sonreír con la boca cerrada. La ginecóloga estaba acomodando la pantalla. Sonrió al verlos y se acercó.—Bienvenidos. —Miró al castaño. Parpadeó, no esperaba ver a un modelo dentro de su consulta. A veces, era inevitable, aunque los famosos iban a consultorios mucho más caros que el suyo—. Usted... ¿debe ser el señor Armstrong?—Soy Phoenix —aclaró incómodo. Era bueno que no supiera quién era.—Recuéstate en la camilla, Ciabel. Ya había hecho el procedimiento con anterioridad, pero eso no le quitaba los nervios. Asintió y se subió con torpeza.—¿Mamá primeriza? Sonrió.—No. Tengo un hijo de siete años. Está estudiando ahora mismo. —Se levantó la remera hasta las costillas. Tenía unas cuantas cicatrices de las veces que había sido golpeada por Víctor.—Oh. Entiendo. —Tomó una crema y los miró—. Esto va a estar frío. Sintió el gel en su vientre y luego la doctora lo esparció. Tomó su máquina y la pasó por toda
Mudanza. Mudarse. ¿Él? ¿Con ellos?Para empezar, no se dio ni un minuto para pensarlo antes de aceptar.Era una decisión impulsiva que requería responsabilidad y asumir las posibles consecuencias tras aceptarlas, sí. Ya había pasado un día desde que aceptó. Los dos estaban demasiado nerviosos e incómodos como para celebrarlo, así que decidió darle espacio. Era un paso gigante el que había dado Ciabel y estaba contento por el hecho de que confiara en él para hacerlo. En el lugar que le había proporcionado su empresa no pudo evitar preguntarse si no se arrepentiría ella misma después. Se dio un momento para llamar a Clarissa. Se sentía tan idiota por haberse dado cuenta tan tarde de la horrible decisión que había tomado al firmar un contrato de matrimonio con la pelirroja. No había pretendido herirla. Si hubiera sido más astuto y no se hubiera dejado llevar, quizá no hubiese pasado eso ni la dejaría en ridículo. La había engañado. Rompió un contrato, sí, pero más importante: traici
El tiempo de repente pareció volar para Ciabel. Pues, ya no estaba en ese muro a punto de robarle joyas (fallando en el intento) a un ex compañero de la secundaria cuya vida arruinada por culpa suya. No, definitivamente las cosas estaban cambiando. Terminó de colocar una de las cajas sobre la cama que iba a pertenecer a Damian y se sacudió las manos.Ahora estaban a punto de empezar de cero y eso tenía más valor que haberse casado por un contrato cinco años atrás. Estaba emocionada y sentía mariposa en su vientre. Todo estaba saliendo bien.—No deberías esforzarte —comentó Damián cargando tres cajas apiladas como si se trataran de almohadas.Vio sus brazos marcados y se relamió los labios con una sonrisa.—Bueno, puede ser. No vaya a ser que cargar una caja con papeles haga que mi bebé nazca con músculos —bromeó.Rio.—Hasta donde yo sé, todos los seres humanos nacemos con músculos.—Sí, pero no todos lo hacemos con los músculos marcados. Eso es lo que le pasará a mi bebé por mi culp
—¿Viniste con quiénes? —preguntó Ciabel con los ojos tan abiertos que hubiera creído que se le saldrían de sus órbitas. —¿Están aquí? Logan maldición, tenías que decirme sobre esas cosas. No puedes solo operar por tu cuenta sin esperar que los demás quieran participar o no. Eres tan... —Gruñó poniéndose de pie. Caminó a la salida—. Nos vemos luego. Voy a buscarlos y ver qué tal todo, qué está pasando y por qué ninguno de los dos me dijo que vendría. Se fue sin más. Empezó a sentir que su corazón latía con fuerza. Estaba muy molesto, pero sobre todo, confundido. ¿Cómo es que habían venido desde tan lejos sin decirle nada? ¿Era por una sorpresa o algo parecido? No podía negar que estaba satisfecho con eso, sí, por supuesto que lo estaba. Estaba más que contento. Era una sensación extraña, pues no sabía si estar furioso o alegre. Odiaba que le ocultaran cosas como esa, aunque era irónico considerando todas las mentiras que había dicho desde que empezó a ser reconocido. Para ser sincero