Ya habían pasado dos semanas desde que se había reencontrado con Damián y por supuesto, Ciro lo recibió con los brazos abiertos. No obstante, desconfiaba de él en secreto. Era inteligente y de verdad no estaba seguro de si sería bueno tenerlo en la casa. De todas formas, no iba mucho. Generalmente, eran ellos los que salían para encontrarse con el empresario y luego conocer la ciudad. La prensa era insoportable a veces, pero esta vez Damián dobló la seguridad. Los fines de semana era cuando se iba para pasar tiempo con Demian. Aún no tenía permiso para llevarlo al otro lado del mundo, por mucho que aquello le hubiese gustado.Ciabel salió con una sonrisa de la universidad. Estaba bajando las escaleras de la entrada, eran enormes y largas. —¡Ciabel! —llamó su compañero. A quien, por cierto, le había devuelto las cosas y no le dirigió la palabra un buen tiempo.Se detuvo, miró hacia el frente y suspiró.—¿Qué pasa?—¿Te gustaría hacer el proyecto conmigo?Torció el gesto.—No. Gracias
—Buenas tardes —saludó Ciabel entrando a la consulta. Damián se limitó a sonreír con la boca cerrada. La ginecóloga estaba acomodando la pantalla. Sonrió al verlos y se acercó.—Bienvenidos. —Miró al castaño. Parpadeó, no esperaba ver a un modelo dentro de su consulta. A veces, era inevitable, aunque los famosos iban a consultorios mucho más caros que el suyo—. Usted... ¿debe ser el señor Armstrong?—Soy Phoenix —aclaró incómodo. Era bueno que no supiera quién era.—Recuéstate en la camilla, Ciabel. Ya había hecho el procedimiento con anterioridad, pero eso no le quitaba los nervios. Asintió y se subió con torpeza.—¿Mamá primeriza? Sonrió.—No. Tengo un hijo de siete años. Está estudiando ahora mismo. —Se levantó la remera hasta las costillas. Tenía unas cuantas cicatrices de las veces que había sido golpeada por Víctor.—Oh. Entiendo. —Tomó una crema y los miró—. Esto va a estar frío. Sintió el gel en su vientre y luego la doctora lo esparció. Tomó su máquina y la pasó por toda
Mudanza. Mudarse. ¿Él? ¿Con ellos?Para empezar, no se dio ni un minuto para pensarlo antes de aceptar.Era una decisión impulsiva que requería responsabilidad y asumir las posibles consecuencias tras aceptarlas, sí. Ya había pasado un día desde que aceptó. Los dos estaban demasiado nerviosos e incómodos como para celebrarlo, así que decidió darle espacio. Era un paso gigante el que había dado Ciabel y estaba contento por el hecho de que confiara en él para hacerlo. En el lugar que le había proporcionado su empresa no pudo evitar preguntarse si no se arrepentiría ella misma después. Se dio un momento para llamar a Clarissa. Se sentía tan idiota por haberse dado cuenta tan tarde de la horrible decisión que había tomado al firmar un contrato de matrimonio con la pelirroja. No había pretendido herirla. Si hubiera sido más astuto y no se hubiera dejado llevar, quizá no hubiese pasado eso ni la dejaría en ridículo. La había engañado. Rompió un contrato, sí, pero más importante: traici
El tiempo de repente pareció volar para Ciabel. Pues, ya no estaba en ese muro a punto de robarle joyas (fallando en el intento) a un ex compañero de la secundaria cuya vida arruinada por culpa suya. No, definitivamente las cosas estaban cambiando. Terminó de colocar una de las cajas sobre la cama que iba a pertenecer a Damian y se sacudió las manos.Ahora estaban a punto de empezar de cero y eso tenía más valor que haberse casado por un contrato cinco años atrás. Estaba emocionada y sentía mariposa en su vientre. Todo estaba saliendo bien.—No deberías esforzarte —comentó Damián cargando tres cajas apiladas como si se trataran de almohadas.Vio sus brazos marcados y se relamió los labios con una sonrisa.—Bueno, puede ser. No vaya a ser que cargar una caja con papeles haga que mi bebé nazca con músculos —bromeó.Rio.—Hasta donde yo sé, todos los seres humanos nacemos con músculos.—Sí, pero no todos lo hacemos con los músculos marcados. Eso es lo que le pasará a mi bebé por mi culp
—¿Viniste con quiénes? —preguntó Ciabel con los ojos tan abiertos que hubiera creído que se le saldrían de sus órbitas. —¿Están aquí? Logan maldición, tenías que decirme sobre esas cosas. No puedes solo operar por tu cuenta sin esperar que los demás quieran participar o no. Eres tan... —Gruñó poniéndose de pie. Caminó a la salida—. Nos vemos luego. Voy a buscarlos y ver qué tal todo, qué está pasando y por qué ninguno de los dos me dijo que vendría. Se fue sin más. Empezó a sentir que su corazón latía con fuerza. Estaba muy molesto, pero sobre todo, confundido. ¿Cómo es que habían venido desde tan lejos sin decirle nada? ¿Era por una sorpresa o algo parecido? No podía negar que estaba satisfecho con eso, sí, por supuesto que lo estaba. Estaba más que contento. Era una sensación extraña, pues no sabía si estar furioso o alegre. Odiaba que le ocultaran cosas como esa, aunque era irónico considerando todas las mentiras que había dicho desde que empezó a ser reconocido. Para ser sincero
Ciabel guardó silencio con preocupación. No estaba segura de lo que estaba pasando, pero la manera seca y automática en la que Damian se retiró fue preocupante hasta para ella. No quería que algo así pasara. —Estás celosa.—¿Qué? Aquella pregunta la sacó de su entumecimiento para volverla a poner ahí. Tenía miedo. Ay dios, a pesar de todo, seguía teniendo miedo de ser abandonada por Damián nuevamente a causa de Clarissa. No era lo que quería, sin duda no. —Se fue... solo... no lo sé, yo... —murmuró con la vista clavada en un punto fijo.—Escucha, Ciabel. Mira, entiendo que estés asustada, yo también lo estaría, soy un celoso insoportable, así que puedo entenderte porque los dos hemos estado conviviendo por cierto cinco años. Él no va a abandonarte, Ciabel. Le preocupa su hijo, no Clarissa. Solo son buenos amigos. Nada más que eso, créeme, he estado hablando durante todo el viaje con esa mujer y no dijo nada más excepto que él te ama a ti de tal forma que jamás dejó de hacerlo duran
—¿Qué está pasando aquí? —cuestionó Damián confundido. Logan cerró la puerta antes de irse dejándolos solos. Lo cierto era que preferiría no involucrarse en una discusión o en algo privado que excedía sus límites en cuanto a ser un entrometido en toda regla.Ciabel miró al hombre confundido que tenía delante y se limitó a sonreír un poco. Dejó el teléfono a un lado y respiró hondo.—Nada.La observó fijamente por unos segundos y se relamió los labios.—Ciabel tienes los ojos rojos. No me digas que no ocurre nada cuando es evidente que sucede algo. No estoy pretendiendo que confíes en mí todo el tiempo, pero al menos en este momento estaría necesitando que lo hagas. Se acercó, se puso de rodillas delante suyo y la tomó del mentón para que lo vea—. Tienes los ojos rojos, linda. Algo anduvo pasando y por lo que escuché, me involucra. Solo necesito que me aclares qué es lo que pasa para poder ayudar en esto. Tomó aire mirándolo. No era justo. Incluso en esos momentos seguía siendo un en
Seis meses.Habían transcurrido seis meses, los más eternos que Ciabel había tenido jamás. Ni hablar de Damian y de Logan. Se podría decir que estaban incluso más preocupados por Ciabel que ella misma. No era esperable que reaccionaran de esa manera, teniendo en cuenta que no conocían los efectos del embarazo en toda su regla. Empero, por este mismo motivo era que estaban detrás suyo cuanto era posible estarlo.Lavaban, limpiaban, hacían todo y ella hacía lo posible por seguir estudiando su carrera y aprobar todas las materias que su cuatrimestre permitiera aprobar. Era esa una de las razones más interesantes del por qué Ciabel dormía tan cómodamente después de tantos años.Bueno, era un decir. No se levantaba de la cama, mas eso no significaba que no diera vueltas cinco mil veces antes de quedarse dormida. Todo por encontrar la posición perfecta para el bebé en su vientre. Era enorme. Era impresionante. Mucho más grande de lo que había estado su vientre cuando se embarazó de Ciro. To