Acosté a la bebé sobre la cama con cuidado y temblorosa me levanté para enfrentarlo.

—No la tocarás.

Él se burló de mí enseguida.

—No seas ridícula Eleri, ni siquiera puedes estar bien en pie, decidiste engañarme durante tanto tiempo. Fui a verte pero ¡Sorpresa! Mi maldita hija no estaba en donde debería estar.

Él gruñó jalándome el pelo con fuerza atrayéndome hacia su mirada mortífera.

Apoyó un arma en mi sien mientras yo intentaba mantener la calma.

Tengo que hacerlo por mi hija.

—No pude hacer nada con el hijo de puta de Sage que me vio la cara, su padre no me lo permitió pero contigo puedo matarte, o mejor. A tu bastarda.

Ahora dirigió el arma hasta mi bebita y en ese instante me volví completamente loca.

Abofeteé su cara con una rabia creciendo cada vez más dentro de mí. Sin que se lo esperara le arrebaté el arma y disparé.

—¡No vas a hacerle daño!

En ese momento dos hombres aparecieron jalándome y golpeándome la cabeza con el arma antes de quitarme la que yo sostenía.

—¡Maldit