Capítulo 6
Suspiré y le pregunté a Teresa: —¿Quieres comer con ellos?

Teresa echó un vistazo a Javier, que estaba a punto de llorar, y sin preocuparse respondió:

—Lo que tú digas.

Javier estaba sentado en el asiento del copiloto, muy contento, y de vez en cuando se giraba para echarme un vistazo. Aunque mientras hablaba con Teresa hacía pucheros, ya no se tiraba al suelo a llorar como antes. Se había vuelto mucho más comprensivo, pero nunca lo odié por ser inmaduro, y tampoco lo quería que parecía ser maduro.

Estos días, Augusto estuvo yendo y viniendo entre la ciudad de Nieves y la ciudad de Mar. Aunque dejó un mayordomo para cuidar de Javier, a menudo él se escapaba solo a mi restaurante después de la escuela, se sentaba solo en la mesa y hacía sus tareas hasta que cerraba. Augusto no dio muchas explicaciones al respecto, y el mayordomo de la familia Vázquez solo venía a recogerlo señor cuando cerraba.

《¿Y qué significa eso para mí? ¿Pretenden que me ablanden? No soy de esas que derrochan amor
Sigue leyendo en Buenovela
Escanea el código para descargar la APP

Capítulos relacionados

Último capítulo

Escanea el código para leer en la APP