Clara asintió, siguiendo a Noah a un rincón más tranquilo de la sala. Noah respiró hondo antes de continuar.—Mi matrimonio con Cara es parte de un plan mayor para consolidar mi poder dentro de la organización criminal. Necesito mi fachada de hombre respetable para desviar sospechas.Clara lo miró fijamente, sus ojos llenos de incredulidad y dolor.—¿Y qué hay de tus sentimientos por Cara? —preguntó, su voz temblando ligeramente.Noah bajó la mirada, un atisbo de arrepentimiento en sus ojos.—Mis sentimientos por Cara son más complicados de lo que admito. Pero no puedo permitir que eso interfiera con mis objetivos —confesó Noah.Clara, determinada a descubrir la verdad, siguió a Noah hasta un almacén abandonado. La noche era oscura, y el almacén estaba iluminado solo por la luz tenue de una lámpara solitaria. Clara se ocultó en las sombras, observando cómo Noah se reunía con un grupo de hombres que discutían planes oscuros.En el mismo lugar, Lucas, la mano derecha de Heinst, disfraza
—¿Qué sucede conmigo? ¿Es en serio? —respondió Cara, llorando mientras volcaba la botella de vino en la copa que tenía delante de ella. Clara no entendía qué había llevado a su hermana a comportarse de esa manera.Lástima. Eso era lo que Clara sentía por su hermana. Se acercó a ella y se sentó frente a ella para afrontar o tratar de abordar la pregunta que temía hacerle.—Cara, ¿has peleado con Noah? —preguntó Clara con cierto temor. Una sonrisa amarga escapó de los labios de Cara.—No me ama... era todo una gran mentira, Clara —dijo Cara mientras tomaba un sorbo de su bebida.En ese momento, Noah apareció en la escena, dispuesto a discutir con Cara. Ante su presencia, Cara tomó un cúter que tenía frente a ella y lo amenazó, advirtiendo que si se acercaba, lo mataría. Clara no podía permitir que su hermana arruinara su vida haciendo daño a Noah; pensaba que ella no merecía eso.—Cara, por favor, suelta eso —suplicó Clara, intentando calmar la situación, pero Cara no escuchaba.—¡No te
Cara tenía una herida importante, la sangre teñía las aguas como las arenas mojadas de la costa donde ella ahora estaba tendida totalmente inconsciente.Por otro lado, Noah, desesperado, encendió el motor del bote y se dirigió hacia la orilla lo más rápido posible. Sabía que cada segundo contaba. Al llegar a la orilla, pidió ayuda a gritos. La gente del puerto se acercó rápidamente y llamaron a una ambulancia. Clara fue trasladada de inmediato al hospital, mientras Noah la acompañaba, sosteniendo su mano y rogando que se recuperara.En el hospital, los médicos lucharon por salvar la vida de Clara. Noah esperaba en la sala de espera, consumido por la preocupación y el dolor. Finalmente, un médico se acercó a él y le informó que Clara había perdido al bebé, pero que su vida estaba fuera de peligro. Noah sintió una mezcla de alivio y tristeza. Sabía que Clara necesitaría mucho tiempo para recuperarse, tanto física como emocionalmente. Pero muy adentro de él no quería llamar a Heinst para
Mientras Clara recibía atención médica, Noah y Heinst se sentaron en silencio, cada uno perdido en sus propios pensamientos. La noticia de la muerte de Cara había sido un golpe devastador para todos. La tensión entre ellos se había disipado, reemplazada por una profunda tristeza y un sentimiento de pérdida compartida.—No puedo creer que esto haya sucedido —dijo Heinst, rompiendo el silencio.— Cara era mi esposa, pero también era la hermana de Clara. Esto es demasiado doloroso —dijo Noah compartiendo la experiencia.Heinst, asintió, su rostro reflejando una mezcla de dolor y arrepentimiento.—Lo sé. Nunca imaginé que las cosas llegarían a este punto. Cara tomó una decisión terrible, pero eso no cambia el hecho de que todos la amábamos a nuestra manera —dijo Heinst.El médico regresó y les informó que Clara estaba estable, pero que necesitaría tiempo para recuperarse del shock emocional. Les aconsejó que se mantuvieran cerca de ella y le brindaran todo el apoyo posible.—Gracias, doct
Un auto se estacionó delante de la empresa para que un joven abriera la puerta del pasajero. Unos zapatos de tacón alto y elegante descendieron del auto, permitiendo que todos los que estaban en el interior de la empresa vieran con sus propios ojos que Clara volvía a la empresa. Mientras caminaba hacia el interior de la empresa, los empleados no dejaban de mirarla. Clara llevaba un pantalón de vestir de color negro y una camisa blanca, aquella vestimenta la dejaba tan hermosa que incluso los nuevos empleados no disimulaban al momento de verla.Cuando salió del ascensor, ella se dirigió directamente hacia la oficina donde su hermana trabajaba. Todo estaba tal como ella había recordado: la oficina amplia, con la ventana reluciente, el estante repleto de carpetas y el escritorio lleno de las cosas personales de Cara. Aunque había pasado un mes desde su partida, ella había ordenado no cambiar nada en la oficina.Tomó con sus dedos los anteojos de sol que tenía puestos para sacarlos de su
Clara, por su parte, sabía que tenía que actuar rápido. No podía permitir que Noah llevara a cabo sus amenazas. Necesitaba un plan, algo que le permitiera proteger a Heinst y a sí misma. Se dirigió hacia el estante donde había las carpetas del último registro de lo que se había hecho en la empresa. Los rascacielos, que antes le parecían majestuosos, ahora se sentían como una jaula.Decidió que lo primero que haría sería ocultar la amenaza que le había hecho Noah a Heinst. Necesitaba evitar que ambos se enfrentaran. Sabía que su esposo no se quedaría con los brazos cruzados y que incluso él haría algo de lo que luego se arrepentiría.Clara llegó a la residencia de los Conrad y se sentó en la mesa. Para su fortuna, el padre de Heinst no se encontraba allí, pero no negaba que se sentía tranquila al saber que estaba de viaje con su nueva conquista. Eso era un alivio.—¿Cómo te fue en tu primer día en la empresa? —preguntó Heinst mientras comía su comida. Clara tomó la copa de agua para be
La noche llegó y Clara se quedó en su oficina hasta tarde, revisando y revisando los documentos una y otra vez. Sabía que no podía dejar ningún cabo suelto. Finalmente, cuando ya no podía mantener los ojos abiertos, decidió que era hora de irse a casa.Al llegar a la residencia de los Conrad, Clara se encontró con Heinst en la sala de estar. Él la miró con preocupación, notando las ojeras bajo sus ojos y la tensión en su rostro.—¿Estás bien, Clara? —preguntó Heinst, acercándose a ella.—Sí, solo estoy un poco cansada —respondió Clara, tratando de sonar lo más normal posible.—¿Segura? Pareces preocupada —insistió Heinst.Clara dudó por un momento, pero decidió que no era el momento adecuado para compartir sus descubrimientos. Necesitaba más tiempo y más pruebas antes de involucrar a Heinst en todo esto.—Solo estoy tratando de ponerme al día con todo el trabajo en la empresa —dijo Clara, forzando una sonrisa.Heinst asintió, aunque no parecía completamente convencido. Clara se dirigi
Al cruzar la calle, Heinst miró disimuladamente hacia atrás y vio al hombre con gafas oscuras y gorra que lo seguía a una distancia prudente. La tensión en el aire era palpable. Heinst aceleró el paso, intentando perder a su perseguidor entre la multitud de la ciudad. Sin embargo, el hombre mantenía la distancia, siempre a unos metros detrás de él.Heinst decidió cambiar de ruta varias veces, girando en esquinas y entrando en callejones, pero el hombre seguía detrás de él. La persecución se volvió más intensa cuando Heinst se adentró en un callejón oscuro. De repente, el hombre se acercó y lo empujó contra la pared. Heinst se defendió, pero el hombre era fuerte. En medio de la lucha, Heinst logró ver el rostro del hombre y se dio cuenta de que era Tristen, el mercenario amigo de Noah.—¿Qué quieres de mí? —preguntó Heinst, jadeando y tratando de liberarse del agarre de Tristen.—Solo un mensaje de un viejo amigo —respondió Tristen disfrazado con una sonrisa siniestra—. Quiere que sepa