Cara tenía una herida importante, la sangre teñía las aguas como las arenas mojadas de la costa donde ella ahora estaba tendida totalmente inconsciente.Por otro lado, Noah, desesperado, encendió el motor del bote y se dirigió hacia la orilla lo más rápido posible. Sabía que cada segundo contaba. Al llegar a la orilla, pidió ayuda a gritos. La gente del puerto se acercó rápidamente y llamaron a una ambulancia. Clara fue trasladada de inmediato al hospital, mientras Noah la acompañaba, sosteniendo su mano y rogando que se recuperara.En el hospital, los médicos lucharon por salvar la vida de Clara. Noah esperaba en la sala de espera, consumido por la preocupación y el dolor. Finalmente, un médico se acercó a él y le informó que Clara había perdido al bebé, pero que su vida estaba fuera de peligro. Noah sintió una mezcla de alivio y tristeza. Sabía que Clara necesitaría mucho tiempo para recuperarse, tanto física como emocionalmente. Pero muy adentro de él no quería llamar a Heinst para
Mientras Clara recibía atención médica, Noah y Heinst se sentaron en silencio, cada uno perdido en sus propios pensamientos. La noticia de la muerte de Cara había sido un golpe devastador para todos. La tensión entre ellos se había disipado, reemplazada por una profunda tristeza y un sentimiento de pérdida compartida.—No puedo creer que esto haya sucedido —dijo Heinst, rompiendo el silencio.— Cara era mi esposa, pero también era la hermana de Clara. Esto es demasiado doloroso —dijo Noah compartiendo la experiencia.Heinst, asintió, su rostro reflejando una mezcla de dolor y arrepentimiento.—Lo sé. Nunca imaginé que las cosas llegarían a este punto. Cara tomó una decisión terrible, pero eso no cambia el hecho de que todos la amábamos a nuestra manera —dijo Heinst.El médico regresó y les informó que Clara estaba estable, pero que necesitaría tiempo para recuperarse del shock emocional. Les aconsejó que se mantuvieran cerca de ella y le brindaran todo el apoyo posible.—Gracias, doct
Un auto se estacionó delante de la empresa para que un joven abriera la puerta del pasajero. Unos zapatos de tacón alto y elegante descendieron del auto, permitiendo que todos los que estaban en el interior de la empresa vieran con sus propios ojos que Clara volvía a la empresa. Mientras caminaba hacia el interior de la empresa, los empleados no dejaban de mirarla. Clara llevaba un pantalón de vestir de color negro y una camisa blanca, aquella vestimenta la dejaba tan hermosa que incluso los nuevos empleados no disimulaban al momento de verla.Cuando salió del ascensor, ella se dirigió directamente hacia la oficina donde su hermana trabajaba. Todo estaba tal como ella había recordado: la oficina amplia, con la ventana reluciente, el estante repleto de carpetas y el escritorio lleno de las cosas personales de Cara. Aunque había pasado un mes desde su partida, ella había ordenado no cambiar nada en la oficina.Tomó con sus dedos los anteojos de sol que tenía puestos para sacarlos de su
Clara, por su parte, sabía que tenía que actuar rápido. No podía permitir que Noah llevara a cabo sus amenazas. Necesitaba un plan, algo que le permitiera proteger a Heinst y a sí misma. Se dirigió hacia el estante donde había las carpetas del último registro de lo que se había hecho en la empresa. Los rascacielos, que antes le parecían majestuosos, ahora se sentían como una jaula.Decidió que lo primero que haría sería ocultar la amenaza que le había hecho Noah a Heinst. Necesitaba evitar que ambos se enfrentaran. Sabía que su esposo no se quedaría con los brazos cruzados y que incluso él haría algo de lo que luego se arrepentiría.Clara llegó a la residencia de los Conrad y se sentó en la mesa. Para su fortuna, el padre de Heinst no se encontraba allí, pero no negaba que se sentía tranquila al saber que estaba de viaje con su nueva conquista. Eso era un alivio.—¿Cómo te fue en tu primer día en la empresa? —preguntó Heinst mientras comía su comida. Clara tomó la copa de agua para be
La noche llegó y Clara se quedó en su oficina hasta tarde, revisando y revisando los documentos una y otra vez. Sabía que no podía dejar ningún cabo suelto. Finalmente, cuando ya no podía mantener los ojos abiertos, decidió que era hora de irse a casa.Al llegar a la residencia de los Conrad, Clara se encontró con Heinst en la sala de estar. Él la miró con preocupación, notando las ojeras bajo sus ojos y la tensión en su rostro.—¿Estás bien, Clara? —preguntó Heinst, acercándose a ella.—Sí, solo estoy un poco cansada —respondió Clara, tratando de sonar lo más normal posible.—¿Segura? Pareces preocupada —insistió Heinst.Clara dudó por un momento, pero decidió que no era el momento adecuado para compartir sus descubrimientos. Necesitaba más tiempo y más pruebas antes de involucrar a Heinst en todo esto.—Solo estoy tratando de ponerme al día con todo el trabajo en la empresa —dijo Clara, forzando una sonrisa.Heinst asintió, aunque no parecía completamente convencido. Clara se dirigi
Al cruzar la calle, Heinst miró disimuladamente hacia atrás y vio al hombre con gafas oscuras y gorra que lo seguía a una distancia prudente. La tensión en el aire era palpable. Heinst aceleró el paso, intentando perder a su perseguidor entre la multitud de la ciudad. Sin embargo, el hombre mantenía la distancia, siempre a unos metros detrás de él.Heinst decidió cambiar de ruta varias veces, girando en esquinas y entrando en callejones, pero el hombre seguía detrás de él. La persecución se volvió más intensa cuando Heinst se adentró en un callejón oscuro. De repente, el hombre se acercó y lo empujó contra la pared. Heinst se defendió, pero el hombre era fuerte. En medio de la lucha, Heinst logró ver el rostro del hombre y se dio cuenta de que era Tristen, el mercenario amigo de Noah.—¿Qué quieres de mí? —preguntó Heinst, jadeando y tratando de liberarse del agarre de Tristen.—Solo un mensaje de un viejo amigo —respondió Tristen disfrazado con una sonrisa siniestra—. Quiere que sepa
Nada de lo que Heinst hiciera o tratara de hacer haría que él disminuyera en sus ideas de recuperarla.La oficina de Clara estaba en silencio, clara vio entrar a Noah en su oficina, estaba invadiendo su privacidad tal como ella lo había hecho segundo atrás.—Noah ¿qué haces aquí? —pregunto ella tratando de conservar la calma, y ocultando la impotencia que aun sentía.—Clara, sabes que no puedes escapar de mí —dijo Noah, su voz baja y amenazante —No importa lo que hagas, siempre estaré aquí, esperando.Clara lo miró con desprecio, pero Noah pudo ver el miedo en sus ojos. Sabía que tenía el control, y eso lo excitaba aún más. Se acercó a ella, invadiendo su espacio personal, y pudo sentir su respiración acelerada.—Noah, aléjate de mí —dijo Clara, su voz temblando ligeramente.—¿Por qué? ¿Tienes miedo de lo que pueda hacerte? —Preguntó Noah, su voz llena de deseo y amenaza —Sabes que me perteneces, Clara. Siempre has sido mía.Clara intentó alejarse, pero Noah la sujetó por la muñeca, a
Hablaré con cada uno por separado para entender qué está pasando realmente.Heinst y Noah intercambiaron miradas, pero no se movieron.—Clara, no puedes estar sola con él. No es seguro —insistió Heinst.—Y tú no eres quien para decirle qué hacer —replicó Noah, dando un paso adelante.Clara alzó la voz, cortando la discusión.—¡Basta! Ambos salgan ahora. Esta es mi oficina, y yo tomaré las decisiones aquí —ordenó.Finalmente, después de un momento de duda, ambos hombres asintieron y salieron de la oficina, aunque no sin antes lanzarse miradas desafiantes. Clara cerró la puerta tras ellos, sintiendo un leve alivio al quedarse sola, pero sabiendo que las respuestas aún estaban por descubrirse.Heinst se encontraba en una sala oscura, iluminada solo por la luz tenue de una lámpara de escritorio. Estaba rodeado de papeles, diagramas y notas escritas a mano que cubrían casi cada centímetro de la mesa y las paredes. La habitación estaba cargada con el aire de una intensa concentración y dete