CAPITULO 4 AYUDAME

La noche está muy fría, las calles un poco húmeda, pero eso no es impedimento para Elizabeth, ella quiere llegar pronto a ese club, quiere ver a ese hombre llamado Richard Leroy, el socio y abogado de la empresa que antes era de ella.

Llega y en la entrada hay muchos hombres de seguridad, este lugar es muy elegante y las personas entran con invitación y muy bien vestidas, los trajes de las mujeres y hombres de este lugar cuestan millones de dólares, no cualquiera puede entrar.

Las personas que entran la miran de arriba a bajo, ella es muy popular aquí, pues es la mujer más codiciada del país, la llaman la musa de Francia, pues todos quieren estar a su lado por ser la mujer más bella.

Ella trata de entrar, pero los guardias la detienen, nunca antes lo habían hecho.

-Solo puede ingresar con invitación –dice con desprecio uno de ellos.

Las personas la miran y murmuran de ella.

-No tiene cordura esta mujer, acaba de perder a su hijo y su padre está en ruina muriendo en una clínica, ¿Cómo pretende entrar en esas fachas? – dicen fuerte algunas personas, pero a ella no le importa lo que dicen. Solo sabe que tiene que hacer lo que sea para ingresar pues a dentro esta su salvación.

-Déjela pasar, ella viene conmigo tenga mi invitación – dice Julieth y la mira con una sonrisa.

Julieth es una súper modelo, es la segunda mujer más hermosa, ella siempre ha sentido envidia de Elizabeth, a pesar de que ella no está vestida adecuadamente y lleva poco de tener a su bebe es una mujer con una belleza envidiable, lo que pretende Julieth es avergonzarla y tomar ella su lugar, quiere ser la nueva musa de Francia.

Elizabeth agradece y entra al lugar, todos la miran y dicen cosas horribles de ella, es la comidilla del lugar, no paran de hablar de la supuesta muerte de su hijo y que por ese motivo Lorenzo la abandono, hablan de su ropa, de su padre y sobre todo de la nueva mujer de Lorenzo.

Elizabeth no le da importancia a las palabras necias de todas esas personas, solo centra su mirada en buscar a Richard , Pero al no hallarlo camina por el lugar, de repente su mirada queda fija en Lorenzo quien esta Julia riendo sin parar.

No aguanta más y camina hacia ellos, le reclama por lo que le hizo a su padre, que ahora entiende que solo era una venganza, pero hacerla pagar a ella por un error del cual no tuvo nada que ver, eso la ofende más.

Las palabras de Lorenzo fueron llenas de odio, su mirada es tan fría, ella solo puede esperar una respuesta de su parte.

-Mira tú eres tan culpable como tu padre, y la verdad me quedé corto con lo que les hice, merecen más y te juro que de mi parte corre de que tu vida sea miserable, lo de tu padre no soy yo el culpable, es Jair y Walter, ellos son los que quieren mandarlo a la cárcel.

Elizabeth le pide que interceda por su padre con ellos, que la ayude, pero él dice que no piensa mover un dedo, que ahora está sola.

Elizabeth suplica, le dice que aún están casados, su respuesta es que su matrimonio no es válido porque nunca estuvieron juntos, nunca se consumó, esas últimas palabras se las susurro en el oído, pues ante los ojos del mundo él bebe de ellos murió.

Julia se indigna de verlos hablar y sale furiosa rumbo a la salida, el corre tras ella y la deja parada sola y con muchas palabras en su boca. Solo mira como el acaricia y hace de todo por ver feliz a Julia, no puede evitar recordar que días atrás era de esa misma forma con ella. Pero lo que aún no entiende, ¿es como en tan poco tiempo borro lo vivido por cuatro años?, ¿cómo fingió todo este tiempo?, pues ella estaba segura de que él la amaba, la forma tan especial que era, como ella pensaba que daba la vida por ella, ese fue el motivo más grande para ella decidir hacer ese sacrificio, ella solo quería retribuir en algo lo feliz que él la hacía, pero estaba tan equivocada, que ahora el hombre que más amaba en el mundo era su peor enemigo y el que la humillo frente a todo el mundo, el que le robo todo lo que tenía y el que casi mata a su padre.

Las lágrimas amenazan con salir, pero ella se hace la fuerte, no quiere terminar de hacer feliz a esas personas con su desdicha.

Richard al verla se acerca a ella.

-Señorita Petit, me di cuenta de lo que está pasando con su padre y usted, quiero que sepa que no tengo nada que ver con eso.

-Lo sé, por eso estoy acá, quiero pedir su ayuda, además de ser socio usted es el mejor abogado penal del país, ayúdeme.

Richard le explica que la única forma de que su padre no vaya a la cárcel es que Jair y Walter retiren los cargos que los convenza de algún modo, pero ella sabe que le tocaría hacer con esos cerdos para que dejen a su padre en paz.

-No puedo hacer eso, ¿hay acaso otra forma?, hare lo que sea menos eso –señala.

-El único que puede ayudarle es el señor Bastián Dubois, y mire para su suerte ahí viene entrando.

Elizabeth se queda mirando lo que está pasando, el señor Dubois entra con sus guardaespaldas de una forma imponente y elegante, todas las mujeres quedan hipnotizadas ante tan buen espectáculo, incluyendo a Julieth, ella siempre ha soñado con ser la esposa de Dubois, ha hecho de todo por llamar su atención y nunca le dedica ni una mirada, incluso llego a pensar que no le gustaban las mujeres, pues ella es la segunda mujer más deseada del país, su cuerpo es espectacular y tiene un rostro hermoso, pero para Bastián es una mujer más del montón.

Julieth se acerca.

-Señor Dubois es un gusto verlo, me gustaría acompañarle esta noche –dice coquetamente, pero el sigue su camino como si nada, ni una mirada le dedica, las personas murmuran y se burlan de ella. Para todas las chicas de este medio social ese hombre es inalcanzable.

Elizabeth no le prestó atención a lo que paso, solo corre a detenerlo pues quiere hablar con él.

-Bastián, ¡si quiero casarme contigo!, acepto, acepto ser tu esposa.

Las personas al escuchar eso quedan sorprendidos, todos se pregunta ¿de qué habla, como que si acepta ser su esposa? Y lo más sorprendente es que ella se atreviera a decirle su nombre, todos solo le dicen señor Dubois, pues él no les permite llamarlo de esa manera, la última persona que lo hizo desapareció de una forma muy misteriosa.

-Lo siento Petit, tu tiempo ya paso –expresa frio y sigue su camino, ella corre y sin temor a lo que los demás digan, le suplica, se arrodilla ante él.

-Acéptame por favor, necesito tu ayuda te lo suplico dice tirada en el suelo sujetándolo del pantalón…

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