CAPITULO 5

Elizabeth le suplica a Bastián, pero sus palabras son directas.

-Te advertí que no doy segundas oportunidades, así que levante y no supliques más – dice con una mirada fría, una expresión tan extraña que Elizabeth supo que estaba perdida.

Pero siempre escucho que el señor Dubois es un hombre que nunca se negaba a un desafío, o a una apuesta, que le encantan las carreras y ella es muy buena en esas cosas, a pesar de ser una mujer delicada y muy culta, le encanta la adrenalina y en las carreras de motos con Lorenzo siempre fue feliz, juntos disfrutaban de ellas.

Sin pensarlo una vez más él estaba en sus pensamientos. El señor Dubois se aleja con elegancia al lado de más de trece guardaespaldas.

Elizabeth le grita. Bastián te reto a una carrera.

Él se detiene, pero aun no la mira, sigue de espaldas, las personas a su alrededor se quedan sorprendidas y empiezan a comentar.

-Que tonta, no sabe que ese hombre nunca pierde, está loca esta mujer terminara muerta.

-Te reto, sé que nunca dices que no cuando alguien te reta, y eso quiero yo, vencerte en una carrera, si gano seré tu esposa –expresa. Ella sabe que será muy difícil ganarle y que las probabilidades son una en un millón, pero no tiene nada más que perder.

-¿Si acepto tu reto, que puedo ganar yo?

-Pues sé que no te puedo dar nada, y al contrario, si tu ganas perderé todo, pero ya no me importa ser más humillada de lo que soy, mira a nuestro alrededor, días atrás todas estas personas se hacían llamar mis amigos, éramos muy cercanos, pero en cuanto más lo he necesitado me han dado la espalda y no se cansan de hablar de mí, ellos se gozan con mi desdicha, están felices de verme así, por eso te ofrezco mi dignidad, pues si tu ganas quedara por el suelo.

-Señor no tiene que hacerlo, me parece algo ridículo, pues usted lo tiene todo y…

El hombre de confianza y su jefe de seguridad al ver la mirada que Bastián le da se queda callado y no termina de decir lo que quería, pues sabe que puede morir si sigue hablando.

-Está bien, me parece un buen trato, acepto tu reto, si tú me ganas te convertirás en mi esposa, pero si pierdes no solo tu dignidad será ira conmigo también tendrás que ser mi empleada personal, serás mi mucama ¿aceptas? – dice con una casi sonrisa en su rostro, pues él tiene claro que no perderá y la quiere hacer pagar por haberlo rechazado el otro día.

Ella no lo piensa dos veces, pues sabe que de todas maneras no tiene nada, ya su vida está destruida, además esta es la única opción para salvar a su enfermo padre de ir a prisión.

-Claro que acepto –señala y salen a la calle para comenzar con la carrera. Todas las personas que estaban en el club salen de espectadores, no quieren perderse un solo momento de esa carrera, todos quieren ver como Elizabeth fracasa.

Bastián Dubois sube a su lujoso auto deportivo con incrustes de oro, y mira por la ventana con arrogancia.

-¿Dónde está tu auto, como competirás en un taxi? – pregunta ridiculizándola.

-Mi auto está en casa, pero puedo conducir cualquier cosa y vi una espectacular motocicleta por haya – señala y sube en ella, por ser un lugar de clase alta no son frecuente los robos así que el dueño dejo las llaves puestas en la motocicleta.

Al ver que una chica la va a conducir el dueño trata de detenerla, pues es un regalo de su padre.

Julieth le dice que la deje manejar, que ella pagara por la motocicleta en caso de que sufra algún daño. Ella solo quiere ver derrotada a Elizabeth, solo quiere verla perder su dignidad.

-Estás listo para perder –señala Bastián.

-Espero tu si lo estés – responde con una falsa sonrisa, ella no quiere que nadie se dé cuenta de lo nerviosa que está.

La carrera inicia ella toma la delantera, las calles están un poco solitarias y eso es perfecto para el momento. Elizabeth, mira por el retrovisor y ella no es tonta, sabe que Bastián le está dando una ventaja, que segundos después pierde, él se hace justo al lado de ella y le sonríe, es la primera vez que alguien nota una sonrisa en ese rostro que siempre muestra frialdad y crueldad.

Él se pone por delante de ella solo por unos milímetros, quiere hacerla sufrir en su derrota, quiere ganar hasta el último momento.

Elizabeth sabe que es lo que el pretende y piensa que ya está todo perdido, que la única forma de salvar a su padre seria poniéndose en manos de esos asquerosos hombres, que solo satisficieran sus deseos más sucios con ella.

Sabe que no puede permitirlo e idea un plan de último momento, conduce lo más veloz que puede e intenta chocar la moto con la parte trasera del auto de Bastián, él al ver lo desesperada que ella esta hace su coche hacia un lado y ella llega a la meta de primera, resulta vencedora.

Todos se quedan sorprendidos, y hacen comentarios negativos al respeto, le gritan tramposa, eso no es justo, eres una desleal y mil insultos más.

Ella baja de la motocicleta y no le da importancia a las palabras de los demás solo se dirige hacia Bastián que baja del auto mirándola fijamente.

-Señor no tiene por qué casarse con ella, esa mujer hizo trama todos lo vimos –dice su empleado de confianza.

Lo mira con una mirada de ganadora, a pesar de las palabras de los demás, de los insultos hacia su persona y de condenarla por hacer trampa, ella sabe que gano y que con eso obtendrá lo que quiere.

-Sé que dirás que hice trampa, pero…

-Ganaste, mañana te espero a las diez de la mañana en el ayuntamiento, no llegues tarde, y espero que vayas bien presentada – dice y sube a su auto, llama a todos los guardaespaldas y les dice que se van, pero ella lo detiene.

-Espera, seré tu esposa mañana, pero tengo una condición -indica.

-Tu padre no ira a la cárcel, te lo aseguro, todo está bien, esos hombres no harán nada en contra de ti y tu padre – dice y sale a toda prisa en su auto. Elizabeth se pregunta ¿Cómo sabe lo de su padre? Ella se casara con un extraño, pero al parecer él conoce todo de su vida, entonces ¿por qué quiere casarse con ella cuando acaba de tener un hijo, y fracaso en un matrimonio, una mujer con tantos problemas? Cree que él también tiene un interés al casarse con ella, pero por ahora dejara todo así, luego se preocupara por buscar la forma de averiguar qué hay detrás de todo esto.

-¿Eres tan ridícula e insignificante que tienes que hacer esto para conseguir un hombre? –expresa Julieth con desprecio.

-Yo creo que la única ridícula eres tú, siempre has sentido envidia y desprecio por mí, deja eso atrás, no creas que eres el centro del universo.

Elizabeth le entrega las llaves y la motocicleta al dueño, le agradece.

-Tienes suerte de que te la prestara, solo agradécele a tu amiga.

-Sabía que tu tenías que ver en esto, no soy tan ilusa, tu pensaste que yo perdería, solo querías que las personas terminaran burlándose de mí, pero nada te salió bien, tendrás que seguir conformándote con el segundo lugar, porque hasta con esta bata de hospital, siempre seré mejor que tú.

Elizabeth aún no cree que haya tenido el valor de decirle esas cosas, ella siempre fue callada, pero está cansada de que quieran lastimarla cuando nunca le ha hecho nada.

-Eres una basura, tú no te mereces ser la mujer del señor Bastián Dubois, ¿acaso no sabes quién es? Eres nada a su lado, una mujer que acaba de fracasar en su matrimonio, al que el esposo la cambio por su ex, que tuvo un hijo muerto, tú eres nada.

Elizabeth solo le da una sonrisa y para un taxi para irse del lugar, se sube al taxi con el corazón hecho trizas, pero se queda con la satisfacción de no dejarse de Julieth…

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