Regreso a trabajar por la tarde, cuando escucho los gritos de mi amiga Renata ¡Dios! ella es como cien personas metidas en una sola, pero es incondicional por eso hemos forjado una amistad de más de diez años.
—¡Titiiiiii holaaaaaa! ¿por qué demonios nunca contestas mis mensajes y llamadas? —viene a toda prisa para alcanzarme, pero sus tacones se lo impiden, me pregunto cómo hace para soportar andar con ellos todo el día, yo los uso dos horas y siento que mis pies no son míos.
—Hola Nata, discúlpame sabes que me cuesta estar al pendiente de mi celular ¿cómo estás? —le noto su cara de noticias nuevas.
—¿No sabes? El hijo de don Alberto Montes, Raúl Montes ha regresado ¡Dioses T**i, esta hermoso y soltero! Si vieras esa carita, esos ojos color miel, esa barba y ese cuerpo —habla con tanta pasión que me causa mucha gracia.
— Ya lo conocí acaba de irse, almorzó con nosotras —Renata es única, pareciera que los ojos se le fueran a salir de órbita.
— ¡¿Qué queee?! ¡No, no, no! Y ni siquiera me llamaste, ni me invitaste, pero ¿cómo sucedió eso? y más aún sin que yo me enterara. Por lo menos ten la decencia de contarme los por menores Edith —¡vaya que está molesta! Cuando me llama por mi nombre sé que lo está.
—No hay mucho qué contar, vino ayer porque quería comprar caballos y le dije que viniera hoy a escogerlos —lo digo como si todo hubiera acabado ahí, pero sé que con Renata no será así.
— ¡¿Y eso es todo dices?! ¿Qué te pasa? ¿Estas ciega o qué T**i? ¿No te gusta? ¿No hablaste con él? —pongo los ojos en blanco, sé que de ella no me libraré.
—Sí, hablamos de todo un poco y pienso que es guapo, pero nada fuera del otro mundo —comienza a reírse sin parar.
—Estás loca, en serio te lo digo ese hombre está como quiere y casi todas las mujeres en esta ciudad opinamos los mismo —imaginé eso, seguro que tendrá a todas babeando por él, pero no seré una más.
— Bueno, no me interesa es todo de ustedes —digo cortando la conversación.
— ¡Bueno gracias! Una menos —sonríe victoriosa —Titi el sábado es el cumpleaños de Rocío será por la tarde, ya que por la noche nos vamos de fiesta así que no quiero peros, ya basta solo de estar trabajando de día y de noche, eres joven ¡Disfruta de la vida! Yo me encargaré de que lo hagas, pasaré por ti a las 2 p.m. Ok —Rocío es la hermana menor de Renata, me tenso de inmediato tendré que decirle y esto será de nunca acabar.
— En la noche no podré Renata —ella se da la vuelta lentamente como de película.
— ¿Puedo saber la razón? Y por favor, que sea creíble Edith no me creo cualquier cosa y ya lo sabes —se cruza de brazos muy molesta.
—¡Renata, nunca te he mentido! Podrías dejar de actuar como una loca —suspiro —no podré porque en la noche Raúl me invitó a salir y dije que sí —nunca podré olvidar su cara, abrió la boca a tope y parecía que se iba de espaldas.
—Pero, si iré al cumpleaños por la tarde lo prometo —comento tranquila, como si esa salida fuera poco importante.
—¡¿Me quieres Matar?! ¡Ahhhhh! Vas salir con él ¡Dios que emocionante! Promete que lo besarás, es más júramelo, tienes que hacerlo por todas las que lo deseamos —se ríe y no para.
—Estas como cabra, de verdad que sí Renata —de pronto no me parece tan mala idea sentir sus labios.
—Entonces, te veré el sábado espero en la noche coincidamos en el mismo lugar —comienza a dar brinquitos y se va feliz.
Termino de trabajar a las ocho de la noche, estoy muy cansada como algo ligero, me ducho y me acuesto a dormir el sueño llega casi de inmediato.
Por la mañana monto a Azul y está lleno de energía, eso me pone de buen humor sé que su recuperación está completa. Beto me llama y le cuento los por menores sobre Azul y también sobre Raúl, por lo segundo se preocupa me dice que me cuide que él tiene fama de mujeriego que no le consta, pero que aun así este pendiente, le agradezco porque siempre vela por mí.
Mi semana pasa rápido de una cosa u otra y ya es viernes en la noche, Raúl no me escribió estos días y no sé por qué me siento decepcionada, digo tampoco esperaba que lo hiciera. Me quito la idea de que el sábado saldremos, probablemente él ya ni lo recuerde.
El sábado me levanto temprano como de costumbre, superviso todo y después de almorzar decido tomar un descanso, me recuesto en una de las hamacas del corredor que colinda con el jardín de mamá, pienso en lo hermosa que es esta hacienda y en cómo ha crecido, cuando de pronto suena mi celular, es un W******p.
Raúl montes: ¡Hola bonita! Hoy paso por ti a las 8:00 p.m.
¿Bonita? Que se cree, no sé si contestar y si me hago la loca total ya pasaron unos días. De repente comienza a llamarme ¿qué hago? No, no voy a contestar, dos veces más me llama y mejor decido dejar el celular y regreso a trabajar un rato más. Estoy concentrada llenando de agua los bebederos de caballos, cuando siento la presencia de alguien por mi espalda.
—Veo que no usas tú celular —es su voz, es Raúl, me doy la vuelta lentamente.
—¡Hola Raúl! ¿cómo está?, ¿en qué puedo ayudarle? —suelto bien tranquila y él me mira fijamente.
—¿Olvidaste que tienes una salida conmigo hoy? —me pregunta con sarcasmo.
—No, no lo he olvidado, a las ocho ¿cierto? —pregunto fresca mientras cierro la llave, parece que él espera a que le reclame algo, pero ve mi reacción de silencio.
—Sí, a las ocho —esboza una pequeña sonrisa y se da la vuelta yéndose, caminando despacio, tiene una espalda bonita de hecho un cuerpo bonito, es alto y eso me encanta.
Entro a mi recámara a toda prisa, no sé qué ponerme y olvidé decirle que me recoja en casa de Renata, le envío un W******p, aunque no sé si me lo contestará, pues yo no le conteste los suyos.
Yo: ¡Hola Raúl! Podría pasar a recogerme a la casa de Renata Hidalgo, ya le doy la dirección.
Raúl Montes: No te preocupes sé dónde es, yo paso por ti.
Yo: Perfecto.
Es un hecho saldré con él, así que opto por un atuendo negro; jean negro, camisa manga larga negra, una faja dorada y unos tacones altos negros con punta dorada. El invierno está comenzando, además, amo el color negro, mi cabello decido dejarlo suelto con ondas y me pondré un maquillaje natural.
No sé lo que esta noche me deparará, me siento ansiosa. Sin embargo, segura de mí misma; me cambio, peino y maquillo, observo el resultado en el espejo, de repente tocan mi puerta, abro y entra mi madre.
—Te ves hermosa mi princesa, estoy tan orgullosa de ti en lo que te has convertido, en toda una mujer —sus palabras llenan mi corazón, ha sido la mejor.
—Es porque me parezco a ti —nos damos un abrazo y escucho a Renata gritar.
—¿Estás listaaaaaa? —cojo mi cartera y salgo.
—¡Epaaaaa, estas hermosa t**i! —me dice Renata, la saludo como una reina y gesticulo un gracias.
En la fiesta de Rocío todo marcha bien, platico con amigos que no miraba hace unas semanas y tomo dos tequilas. Todos reímos y disfrutamos mientras partimos el pastel entre aplausos y risas. El tiempo pasa volando, ya casi son las ocho y veo como se preparan para ir de fiesta, preguntan si iré y no sé qué decir, mi celular comienza a timbrar.
Raúl Montes: Estoy afuera bonita, esperándote en la entrada.
Yo: ¡Ok! Ya salgo.
Me despido de todos, les digo que los alcanzaré en la fiesta claro que preguntan por qué no me voy con ellos, obviamente evado la pregunta cómo puedo. Renata ríe descaradamente, se despide de mí y me desea suerte.
Camino nerviosa hacia la salida, él está parado en la puerta de entrada lleva puesta una camisa blanca manga larga de botones, jean azul oscuro tallado a su cuerpo, unas botas y faja café, siento que mis piernas tiemblan un poco, pero camino muy segura hacia él quién no ha dejado de mirarme.
—¡Hola Raúl! ¡Buenas noches! —trato de sonar serena y él me come con sus ojos.
—¡Estas bellísima! —me da un beso en la mejilla y me abre la puerta de su coche, es una camioneta Land Rover color negra del año.
Su olor es embriagador, pone algo de música "Abrázame de Alejandro Fernández".
—¿Tienes hambre? —en mi mente se me viene la frase "De ti".
—La verdad un poco, no comí mucho en casa de Renata —él asiente complacido.
—Perfecto bonita, vamos a comer entonces yo también tengo hambre —es la primera vez que le escucho decirme bonita y en su boca suena lindo.
Llegamos a uno de los mejores restaurantes de la ciudad, todo es de madera y se ve muy fino, pedimos nuestra comida y conversamos de todo un poco. Es muy fácil platicar con él de temas triviales, pero no habla nada de su vida, es muy reservado, decido no forzar nada y disfruto de la deliciosa comida. Es domingo y no quiero salir de la cama, me estiro entre las sábanas aún siento sus besos sobre mis labios, pero debo pensar con la cabeza fría porque fue un beso y nada más. Mi nana llama a la puerta.—Pasa nana —entra y en sus manos tiene una charolCapítulo 3. Soñadora
—Hija, desde la partida de tu padre, tu apetito prácticamente desapareció; si no fuera por nana Thelma y por mí no comerías, es como si te refugiaras únicamente en el trabajo. Sabes que estoy aquí y siempre lo estaré, quiero verte feliz —veo preocupación en sus ojitos cafés, me abraza amo su calor.—Lo siento mamá, no me doy cuenta y sé que estás para mí. Eres mi ancla sabes, yo trato de volver a ser la misma, pero papá se llevó la mitad de mí y si yo quedé as&iacu
—¡Hola Edith! ¿Cómo estás? — se dirige solo hacía a mí a pesar de que conoce a Renata, iba a contestar, pero Renata se adelanta.—Estamos bien Mariana ¿y tú? —ella arquea una ceja, ignora a Renata y vuelve a dirigirse a mí.
A la hora de despedirnos le dice a Beto que él me dejará en casa y que no se preocupe, Beto me ve esperando mi aprobación, le digo que sí con un gesto. Nos despedimos de todos y él me abre la puerta de su auto.—¡Gracias, que amable! —la noche es perf
Renata entra a despedirse, tiene que volver al consultorio y yo sigo mi día poniéndome a trabajar. Todos los lunes Guillermo, mamá y yo nos reunimos para hablar de lo administrativo de la hacienda, revisamos cuentas, informes económicos, etc. Guillermo aún no llega, así que solo estamos mamá y yo, aprovecho para comentarle algunas cosas de lo que ha pasado con Raúl, no se sorprende tal pareciera que ya se lo imaginaba.
Me detengo a lo largo y lo observo, él está sentado escribiendo en su celular, sigo mi camino hasta él, escucha el sonido de mis tacones y alza su mirada.—Hola bonita —me recorre de pies a cabeza, él luce guapísimo como siempre. Lleva una camisa de b
—¡Pasen! ¡Pasen, por favor! —nos hace señas para que nos acerquemos a ella, ya hay tres sillas al lado derecho de su cama.—¡Hola, doña Regina! Que gusto me da verla —Le doy un beso y un abrazo grande.
Último capítulo