Renata entra a despedirse, tiene que volver al consultorio y yo sigo mi día poniéndome a trabajar. Todos los lunes Guillermo, mamá y yo nos reunimos para hablar de lo administrativo de la hacienda, revisamos cuentas, informes económicos, etc. Guillermo aún no llega, así que solo estamos mamá y yo, aprovecho para comentarle algunas cosas de lo que ha pasado con Raúl, no se sorprende tal pareciera que ya se lo imaginaba.
Me detengo a lo largo y lo observo, él está sentado escribiendo en su celular, sigo mi camino hasta él, escucha el sonido de mis tacones y alza su mirada.—Hola bonita —me recorre de pies a cabeza, él luce guapísimo como siempre. Lleva una camisa de b
—¡Pasen! ¡Pasen, por favor! —nos hace señas para que nos acerquemos a ella, ya hay tres sillas al lado derecho de su cama.—¡Hola, doña Regina! Que gusto me da verla —Le doy un beso y un abrazo grande.
—Pues adivine, ¡sí, me molestó! No me gusta que me oculten cosas —sólo de recordar verlo ahí bien campante con la mujer que muere por él y que le robó un beso en mi cara, ¡me siento estúpida!—¿Con quién fuiste a comer allí? —me dice serio.
Las siguientes semanas pasan rápido, la feria está a punto de finalizar y para su cierre habrá una fiesta privada donde solo se podrá asistir con invitación formal de parte de la Asociación de Ganaderos. Por nuestra hacienda hemos recibido invitación, aunque piense que este formalismo es ridículo, sé que también es un espacio para hacer negocios. Tengo más de 10 llamadas perdidas de Raúl, algunas en la madrugada y otras hoy muy temprano. También hay mensajes, ni siquiera me atrevo a abrirlos siento como una lágrima resbala por mi mejilla y me la quito, ni una lágrima más, eso es todo y vuelvo a recostarme.Entra mi madre y nana Thelma con una charola repleta de comida, nunca podré conCapítulo 6.1
—¡Es impresionante! —dice Miguel mientras recorre la casa.—Lo impresionante es que algo te impresione —le respondo y sigo caminando al final del pasillo donde está mi cuarto y vaya que es bonito.
Me pongo mi pijama, me meto a la cama y trato de no pensar en él. La mañana siguiente trabajo como loca, pero sus ojos oscuros no me dejan en paz, ¿quién era ese hombre? Estaba en las tierras de doña Regina y dijo que era el dueño, ¿será su nieto? Su voz es fuerte y tiene un acento muy bonito. —¡No te atrevas, Edith! Salgamos y hablemos —alzo mi mirada y cuando estoy a punto de mandarlo a freír papas, aparece Mariana y hace que me suelte, no escucho lo que dicen y me voy a bailar.Nos movemos despacio, estoy en tacones y le doy a Armando poCapítulo 7.2