Armando terminaba de colocarse su corbatín azul claro, ajustó sus tirantes, se sentía demasiado nervioso, percibía que algo no andaba bien. La necesidad de ver a su futura esposa comenzó a inquietarlo, la puerta se abrió y Miguel entró.
—Hermano, es hora de que bajes. Tengo que ir por la novia y tú ya deberías haber bajado —se dio la vuelta, cogió su saco y lo miró con inquietud.
—Miguel, necesito ver a Edith ahora mismo. ¿En qué cuarto está? —su amigo se preocupó al ver su rostro angustiado.
—En el de la abuela Regina, ¿sucede algo? —salió por la puerta y su amigo lo siguió.
—No, sólo necesito verla unos segundos —Miguel avanzó unos pasos y lo detuvo.
—Pero dicen que es mala suerte. ¡Calma! Ya estarás con ella toda una vida —le recordó sonriendo.
—Algo no está bien y puedo sentirlo —Miguel lo observaba extrañado —Yo no sé cómo expli... —no pudo continuar, un disparó se escuchó y los dos salieron corriendo al cuarto de doña Regina.
Armando g
La fiesta dio inicio, Edith le agradecía a Renata por la manera tan bonita que había organizado todo, su boda estaba siendo de ensueño. Todos bailaban, Armando le quitó la liga dejándole un pequeño mordisco en la pierna, salió emocionado del vestido. Miguel, Guillermo y Beto le hacían barra, cuando lanzó la liga, la ganó Miguel y todos voltearon a ver a Renata muertos de risa, Renata negaba con la cabeza, Miguel se puso la liga como diadema en la cabeza y se acercó bailando, dándole un beso.Edith lanzó el ramo, Alicia se apartó dejando que le cayera a Renata quién volteó los ojos incrédula, lo que faltaba pensó. Todos gozaban y disfrutaban la hermosa boda, la comida estaba exquisita y la barra libre era un éxito. Llegó el momento del primer baile como esposos, Armando caminó con su esposa a mitad de la pista y comenzó a sonar una balada con una letra demasiado hermosa, la había elegido Armando para los dos."Besar tus ojos oscuros,dejar atrás las heridas,dor
"Luna de miel"Cuando Edith abrió sus ojos, estaba en el avión acostada en una cama de lo más cómoda. ¿Cómo demonios habían llegado al avión sin darse cuenta? Bien podrían secuestrarla dormida. Se levantó y buscó a Armando, estaba ido en su computadora, ella se acercó y se le sentó en las piernas.—Buenos días esposa mía y buenos días a mis bebés —tocaba su vientre y le dio un pausado beso.—¿Cómo es que llegue aquí?—Estabas agotada, entre la boda y el sexo, no te quedó energía para nada. Yo me encargué de vestirte y traerte a bordo.—Lo bueno es que tengo un esposo fuerte y diligente. Y que además de eso es médico, así que no tengo de que preocuparme.—Tienes el kit completo —reía.—¡Su brandy señor! —la azafata con una sonrisa coqueta le daba la copa. Armando asintió en gesto de agradecimiento, mientras Edith levantó una ceja.—Me traes un zumo de naranja, por favor.—Enseguida, señorita —respondió a
"Edith"Intento verme mis pies, pero es imposible mi panza gemelar de siete meses no me lo permite. Mis dos varones están creciendo fuertes y sanos, estoy tan feliz. El pobre de mí bello esposo no duerme de los nervios, el más mínimo quejido de mi parte lo pone en alerta, así que trato de mostrarme lo más re
"Hacienda Ríos"Edith no cabía de la emoción, su familia y amigos le prepararon su cumpleaños junto con el baby shower. La decoración era hermosa, globos, retratos de ecografías con flores como centros de mesas, muchos pasteles y cupcakes. El nombre de ella en medio y a los lados los nombres de sus bebés, Jo
¿¡Por qué demonios acepto salir con él!? Siento que me consumo por dentro y no puedo impedírselo, me pasa por idiota. Sólo de pensar que puede rozarla si quiera, me hace querer salir corriendo detrás de ella y creo que es lo que haré, tal vez si la veo con otro se me salga de mi mente de una vez por todas.—¡Doctor! —la enfermera Mar
Es lunes, abro mis ojos y respiro profundamente, es lo que más disfruto por las mañanas; respirar un nuevo día y aunque algunos son más difíciles que otros, me recuerda que estoy viva. Son las 5:00 a.m. Me levanto de la cama desperezándome, sintiendo el frío suelo de mi recámara, tomo una ducha rápida y cepillo mis dientes; me visto sin olvidar mis botas de campo negras, bajo a desayunar algo ligero y salgo con toda la energía, lista para trabajar.
—Sí, un gusto Raúl, ¿qué lo trae por aquí? —los ojos de mi madre se abren con asombro, yo siempre voy directo al grano ya que no me gusta perder el tiempo.—¡Hija! —me reprende.
Regreso a trabajar por la tarde, cuando escucho los gritos de mi amiga Renata ¡Dios! ella es como cien personas metidas en una sola, pero es incondicional por eso hemos forjado una amistad de más de diez años.—¡Titiiiiii holaaaaaa! ¿por qué demonios