¿¡Por qué demonios acepto salir con él!? Siento que me consumo por dentro y no puedo impedírselo, me pasa por idiota. Sólo de pensar que puede rozarla si quiera, me hace querer salir corriendo detrás de ella y creo que es lo que haré, tal vez si la veo con otro se me salga de mi mente de una vez por todas.
—¡Doctor! —la enfermera Mar
Es lunes, abro mis ojos y respiro profundamente, es lo que más disfruto por las mañanas; respirar un nuevo día y aunque algunos son más difíciles que otros, me recuerda que estoy viva. Son las 5:00 a.m. Me levanto de la cama desperezándome, sintiendo el frío suelo de mi recámara, tomo una ducha rápida y cepillo mis dientes; me visto sin olvidar mis botas de campo negras, bajo a desayunar algo ligero y salgo con toda la energía, lista para trabajar.
—Sí, un gusto Raúl, ¿qué lo trae por aquí? —los ojos de mi madre se abren con asombro, yo siempre voy directo al grano ya que no me gusta perder el tiempo.—¡Hija! —me reprende.
Regreso a trabajar por la tarde, cuando escucho los gritos de mi amiga Renata ¡Dios! ella es como cien personas metidas en una sola, pero es incondicional por eso hemos forjado una amistad de más de diez años.—¡Titiiiiii holaaaaaa! ¿por qué demonios
Llegamos a uno de los mejores restaurantes de la ciudad, todo es de madera y se ve muy fino, pedimos nuestra comida y conversamos de todo un poco. Es muy fácil platicar con él de temas triviales, pero no habla nada de su vida, es muy reservado, decido no forzar nada y disfruto de la deliciosa comida. Es domingo y no quiero salir de la cama, me estiro entre las sábanas aún siento sus besos sobre mis labios, pero debo pensar con la cabeza fría porque fue un beso y nada más. Mi nana llama a la puerta.—Pasa nana —entra y en sus manos tiene una charolCapítulo 3. Soñadora
—Hija, desde la partida de tu padre, tu apetito prácticamente desapareció; si no fuera por nana Thelma y por mí no comerías, es como si te refugiaras únicamente en el trabajo. Sabes que estoy aquí y siempre lo estaré, quiero verte feliz —veo preocupación en sus ojitos cafés, me abraza amo su calor.—Lo siento mamá, no me doy cuenta y sé que estás para mí. Eres mi ancla sabes, yo trato de volver a ser la misma, pero papá se llevó la mitad de mí y si yo quedé as&iacu
—¡Hola Edith! ¿Cómo estás? — se dirige solo hacía a mí a pesar de que conoce a Renata, iba a contestar, pero Renata se adelanta.—Estamos bien Mariana ¿y tú? —ella arquea una ceja, ignora a Renata y vuelve a dirigirse a mí.
A la hora de despedirnos le dice a Beto que él me dejará en casa y que no se preocupe, Beto me ve esperando mi aprobación, le digo que sí con un gesto. Nos despedimos de todos y él me abre la puerta de su auto.—¡Gracias, que amable! —la noche es perf