Llegamos a uno de los mejores restaurantes de la ciudad, todo es de madera y se ve muy fino, pedimos nuestra comida y conversamos de todo un poco. Es muy fácil platicar con él de temas triviales, pero no habla nada de su vida, es muy reservado, decido no forzar nada y disfruto de la deliciosa comida.
Quedo satisfecha, son las 9:30 p.m. y me pregunta si quiero ir un rato a un bar que queda muy cerca, le digo que, si y él sonríe, sí sigue sonriendo de esa manera ya para las doce estaré enamorada ¿qué me pasa? me siento diferente como si no fuera yo misma.
El bar está lleno, es al aire libre se siente muy acogedor luces cuelgan por doquier. Suena la canción "Yellow de Coldplay" de fondo, hay antorchas en la entrada y una barra elegante al fondo en el bar, definitivamente me gusta, es nuevo hace poco lo abrieron me comenta Raúl. Conozco muy poca gente, en cambio él parece político y las mujeres no dejan de babear por él y claro me ven como si fuera una cucaracha que debería ser aplastada.
Él le hace una seña al mesero, quien lo reconoce de inmediato. Me pregunto con cuantas mujeres más habrá venido, el mesero nos lleva a una mesa vip y espera nuestro pedido.
—¿Qué quieres tomar bonita? —creo que así me llamará de ahora en adelante.
—Una cerveza, por favor —me encanta la cerveza, cuatro es mi límite.
—Dos cervezas importadas, por favor —el mesero dice en seguida y se va.
— Bonita, ya regreso voy al baño, no tardo —asiento, veo como las mujeres lo saludan y coquetean, pero él simplemente las saluda con cortesía.
— ¡Hola Edith! —esa voz, levanto mi rostro y es Leonardo mi exnovio, las cosas con él no funcionaron, pero terminamos tranquilos, a decir verdad, yo lo terminé era lo mejor no logré enamorarme y no era justo para él. Me pongo de pie para saludarlo.
—¡Hola Leo! ¡Qué gusto! ¿Cómo estás? —le doy un abrazo y un beso en la mejilla.
—¡Estas hermosísima! El gusto es mío, que milagro verte en un lugar así —me conoce, sabe que salgo muy poco por no decir una vez cada cuatro meses y eso porque Renata prácticamente me obliga.
—Sí, ya me conoces, pero hoy quise salir un rato —se ve muy guapo no entiendo por qué no logré enamorarme de él, tiene todo lo que una mujer podría desear.
—Lo sé, pero qué bueno que te animaste ¿cómo marcha todo en la hacienda? —pregunta con interés.
—Todo va bien, ya sabes siempre hay mucho trabajo, pero eso me hace feliz —sonríe, tiene una sonrisa tierna.
—Lo sé, es lo que más me gusta de ti —me sonrojo, está hablando aún en presente.
—Me gusta este nuevo bar, es bonito y elegante —le digo para cambiar de tema.
— Ahhh sí, a mí también me gusta vengo de vez en cuando a propósito ¿con quién vienes? —iba a responder cuando de pronto siento una mano posesiva en mi cintura, su aroma es inconfundible.
—¡Hola! Raúl Montes, mucho gusto —le extiende la otra mano para saludarlo.
—Leonardo, igualmente —contesta en tono serio y seco, lo queda viendo con desconfianza y cuando me mira, en sus ojos veo un "no deberías estar con él".
—Bonita, tu amiga Renata está aquí —me señala la barra —te saluda desde la barra —volteo y la veo agitando los brazos muy divertida por la escena, la saludo con mi mano.
—Adiós Edith, es bueno verte, cuídate —me da un beso en la mejilla y se despide con un apretón de manos de Raúl, va muy serio.
—Discúlpame Edith, ni siquiera te pregunté si tenías algo con alguien —a que viene eso.
—No comprendo, si acepté su salida es porque no tengo nada con nadie —¿qué le pasa? ¿con quién pensará que habla?
—Tienes razón, discúlpame de verdad ¿sí, bonita? —Pone cara de arrepentido y se ve hermosísimo, su carita, sus ojos, él me deja muda.
— ¡Gracias! Y sí, lo disculpo —el mesero interrumpe dándonos las cervezas, intentamos cambiar de tema y levanto mi cerveza, él la suya y brindamos, regresa la calma, no puedo evitar sentir tanta curiosidad por él, me atrae mucho.
Toda la noche se comporta como un caballero y no se aparta de mi lado, cuando voy al baño paso despidiéndome de Renata y los demás, ella me susurra al odio "Por favor, bésalo está loco por ti".
De camino de regreso a mi hacienda su olor me está volviendo loca, tengo ganas de abrir la ventana para no sentirlo tanto y abalanzármele. Veo mi W******p, tengo cientos de mensajes de Renata y algunos de Beto, de mamá y grupos familiares, suspiro.
—¿Desfilarás mañana? Es el comienzo de la feria —lo había olvidado por completo, tres octubre es el inicio de la feria patronal, dura un mes.
—No esta vez, mi caballo se está recuperando y no quiero exponerlo tanto tiempo al sol —todos los años montaba a caballo con mi padre en el desfile de inauguración de la feria. Después de su muerte, nuestra hacienda no volvió a participar; más de 100 caballos de las mejores haciendas de la ciudad desfilan con sus elegantes trotes y movimientos.
—Pero si tienes más de 15 caballos pura sangre Edith, escoge uno y acompáñame en el desfile —¡woooww! quiere que desfilemos juntos.
—Gracias de verdad, pero no, prometo aplaudirle —veo decepción en su rostro.
—Así no se vale, de verdad espero que vayas —me mira por un momento y luego fija su vista en el camino.
—¿Es una invitación? —pregunto coqueteando, es el efecto de las cervezas.
—Por supuesto que lo es bonita —afirma pensativo.
Ya casi estamos llegando, veo la entrada de mi hacienda en letras grandes "Hacienda Ríos", pasamos los dos guardias de la entrada y aparca frente a la puerta, pero no apaga el auto, siento escalofríos y no sé cómo actuar.
—¡Muchas gracias! La pasé muy bien —digo quitándome el cinturón a punto de despedirme y él pone su mano sobre la mía.
—Gracias a ti, eres la mejor compañía que pude tener —no me atrevo a levantar mi rostro estoy demasiado nerviosa, siento que mi respiración se escucha a kilómetros.
Su mano levanta mi barbilla y sus ojos brillan, se acerca hasta que percibo su aliento sobre mis labios y poco a poco me besa, me parece que estoy soñando, es suave y tierno.
Lento muy lento, su lengua comienza a invadir mi boca, su sabor es dulce y me dejo llevar, acaricia mi rostro mientras me besa y yo toco el suyo, su barba me encanta, la delineo con mis dedos. No sé cuánto tiempo llevamos así, hasta que soy consciente que no respiro y corto el beso lentamente, nos separamos despacio sin decir una palabra. Acaricia mi mejilla y baja del auto, me abre la puerta y camina junto a mí hasta la entrada de mi casa, agarra mi mano y la besa despidiéndose.
—Descansa bonita —espera a que entre y se va, siento que voy flotando hacia mi recámara, pero veo a mi madre y a mi nana que vienen conversando por el pasillo.
—Buenas noches princesa ¿cómo te fue? —les doy un abrazo, las amo tanto.
—Bien mamá ¿qué hacen despiertas a esta hora? —es extraño, sé que no es por mí ellas saben que estaría bien.
—Hace poco Guillermo y Lucía regresaron, quieren disfrutar de la feria —mi primo lleva el área administrativa de la hacienda junto con mamá, él y su esposa estaban de vacaciones en México.
—Olvidé la feria por completo, desde que papá no está ya no la disfruto como antes —inmediatamente la tristeza se refleja en los ojos de mamá y me arrepiento de haberlo dicho., sé que lo extraña y no ha sido fácil para ella perderlo.
—Sí, mi amor… ya nada es igual, pero tenemos que seguir él así lo hubiera querido —ella es fuerte, me lo ha demostrado todo este tiempo.
—Lo sé mamá, lo sé, me voy a dormir las quiero —les doy un beso y voy directo a mi recámara. La ausencia de papá es difícil para mí, es como si me faltara una parte de mi corazón, cuando le dio ese infarto nadie se esperaba algo así, estaba sano, pero Dios me lo prestó por poco tiempo.
Intento dormir, pero no puedo aun siento los labios de Raúl en los míos, su sabor y su roce...
"Un gesto tan simple como una sonrisa, tiene el poder despertar un corazón dormido".
Es domingo y no quiero salir de la cama, me estiro entre las sábanas aún siento sus besos sobre mis labios, pero debo pensar con la cabeza fría porque fue un beso y nada más. Mi nana llama a la puerta.—Pasa nana —entra y en sus manos tiene una charol
—Hija, desde la partida de tu padre, tu apetito prácticamente desapareció; si no fuera por nana Thelma y por mí no comerías, es como si te refugiaras únicamente en el trabajo. Sabes que estoy aquí y siempre lo estaré, quiero verte feliz —veo preocupación en sus ojitos cafés, me abraza amo su calor.—Lo siento mamá, no me doy cuenta y sé que estás para mí. Eres mi ancla sabes, yo trato de volver a ser la misma, pero papá se llevó la mitad de mí y si yo quedé as&iacu
—¡Hola Edith! ¿Cómo estás? — se dirige solo hacía a mí a pesar de que conoce a Renata, iba a contestar, pero Renata se adelanta.—Estamos bien Mariana ¿y tú? —ella arquea una ceja, ignora a Renata y vuelve a dirigirse a mí.
A la hora de despedirnos le dice a Beto que él me dejará en casa y que no se preocupe, Beto me ve esperando mi aprobación, le digo que sí con un gesto. Nos despedimos de todos y él me abre la puerta de su auto.—¡Gracias, que amable! —la noche es perf
Renata entra a despedirse, tiene que volver al consultorio y yo sigo mi día poniéndome a trabajar. Todos los lunes Guillermo, mamá y yo nos reunimos para hablar de lo administrativo de la hacienda, revisamos cuentas, informes económicos, etc. Guillermo aún no llega, así que solo estamos mamá y yo, aprovecho para comentarle algunas cosas de lo que ha pasado con Raúl, no se sorprende tal pareciera que ya se lo imaginaba.
Me detengo a lo largo y lo observo, él está sentado escribiendo en su celular, sigo mi camino hasta él, escucha el sonido de mis tacones y alza su mirada.—Hola bonita —me recorre de pies a cabeza, él luce guapísimo como siempre. Lleva una camisa de b
—¡Pasen! ¡Pasen, por favor! —nos hace señas para que nos acerquemos a ella, ya hay tres sillas al lado derecho de su cama.—¡Hola, doña Regina! Que gusto me da verla —Le doy un beso y un abrazo grande.
—Pues adivine, ¡sí, me molestó! No me gusta que me oculten cosas —sólo de recordar verlo ahí bien campante con la mujer que muere por él y que le robó un beso en mi cara, ¡me siento estúpida!—¿Con quién fuiste a comer allí? —me dice serio.