Al hacerlo un gran chorro salio disparado, cayendo en ella y dejándola empapada. Eso no le molestaría usualmente, pero traía puesta su faja especial para ayudar con el dolor, misma que era muy cara y que no podía mojar; así que dio un par de pasos atrás contrariada. - ¡Demonios! - exclamo molesta. - Descuida, hay ropa seca en la habitación que podrías usar - le dijo encontrando un tanto ilógica su actitud, pero buscando ayudarla. - Se lo agradezco, pero no puedo dejarle solo - le dijo bien consciente de sus obligaciones. - Claro que puedes. Yo descansaré un rato en el agua - le aseguró deseando poder relajarse un momento. - ¿Seguro? - le preguntó mostrándose un tanto reticente al respecto. - Por supuesto, anda ve - le instó muy tranquilo. Emilia entonces se alejo hacia la habitación, donde encontró no mas que ropa de hombre, de él probablemente; así que tomo una de sus camisas y se dirigió a la lavandería. Hay puso a lavar y secar su ropa, incluso su sostén; mientras que la faja
Llego su día libre nuevamente y como normalmente hacia salio temprano por la mañana en su motocicleta. Ese día lo hizo apenas amaneció y es que tenia muchas cosas por hacer fuera. Por desgracia cuando estaba apunto de volver ya que había caído la noche, su motocicleta no arranco. Javier se encontraba a las puertas del centro comunitario despidiendo algunos de los voluntarios, cuando la vio batallando con la motocicleta. - ¿Qué pasa? - le pregunto una vez estuvo a su lado. - No arranca y debo regresar a la casa en donde trabajo - le respondió un tanto frustrada. - Dejame revisarla - le dijo tratando de ayudarla, mas no encontró el problema en la maquinaria. - Lo siento, pero no encuentro el desperfecto - le dijo apenado por su fallo. - Descuida, la dejare aquí por ahora y pediré un taxi - le respondió dándose por vencida y tomando su mochila. - Por eso no te preocupes, los chicos la recogerán y arreglaran. Yo mismo les llamare en un rato, pero por ahora dejame llevarte a tu tra
A decir verdad había imaginado muchas reacciones de su parte; desde la alegría por la noticia, sorpresa, molestia, decepción e incluso que le pidiera que abortase, pero no lo que paso a continuación. - Me alegro por ti, ¿qué dice el padre? - le pregunto en calma mientras se reclinaba en su silla para verla fijamente. - ¿Cómo dice? - le preguntó deseando con todas sus fuerzas haber escuchado mal y en ese punto rogaba porque fuese de ese modo. - Pregunto que como lo tomo el padre. Es el tipo de la moto, ¿cierto? - le preguntó con toda calma. Se estaba refiriendo a Javier, quien trabajaba con ella en el centro comunitario y la llevo un día de vuelta a la casa. Apenas podía dar crédito a que pensase algo semejante, sobre todo después de lo que había pasado entre ellos y es que no darse cuenta de la verdad le volvía un estupido. - No, no es él. Al parecer el padre no estará presente y esta bien - le contesto tratando de permanecer en calma, aun cuando entonces le estaba resultando impo
La recuperación de Oliver iba viento en popa, ganaba cada vez mas fuerza y sensibilidad en sus piernas; pero aun así había decidido mantenerlo en secreto para su familia. Lo quería de ese modo al menos hasta que estuviera seguro de volver a ponerse en pie y es que no deseaba darles falsas esperanzas, mismas que podían no volverse realidad. Un buen día estaban haciendo sus ejercicios, cuando de pronto este la detuvo. - Hay algo que quiero intentar - le dijo inesperadamente. - ¿De que se trata? - le preguntó deteniendo los ejercicios que le estaba haciendo. - Llevamos un tiempo con estos ejercicios y creo que es momento de comprobar si puedo ponerme en pie - le dijo ansioso por averiguarlo. - Si así lo quiere lo aremos, solo deseo estar segura de que se sienta listo. No solo en lo físico, sino también en lo emocional ante un posible resultado fallido - le dijo consiente de que esa posibilidad existía. - Lo estoy, deseo hacer esto - le aseguró convencido al respecto. - De acuerdo;
Al salir de esa casa se sintió profundamente afectada por lo que pasaba y es que se sentía culpable por todo lo que había ocultado, por el gran secreto que se estaba llevando consigo en sus entrañas. Estaba consciente de las mentiras que acaba de decir, pues se marchaba por cobardía. Lo peor de todo es que no tenia otro empleo esperándola y valla que lo necesitaba, ni mucho menos una casa donde vivir y en su estado eso le tenia profundamente preocupada. Se marcho con su mochila al hombro, su ultimo pago y un bono; pero con una criatura creciendo en su interior. Oliver, Patricio, Paolo y Frederick regresaron a media tarde, felices por el magnífico día que habían pasado fuera; mas él estaba agotado y decidió retirarse a su habitación. - ¿Donde esta Emilia? - les cuestiono pues necesitaría de su ayuda. - Hijo, creo que debemos hablar - le dijo Luisa acercándosele. - Perdón, pero ahora no madre. Solo quiero descansar un poco - le respondió sin poner mucha atención a lo que tuviera pa
Lo mas lógico habría sido marcharse, después de todo ya había cumplido con su cometido o al menos eso era lo que se repetía sin parar. Aún así cuando volvió al coche no se marcho, sino que permaneció en este hasta unas horas después cuando cayó la noche y el local se dispuso a cerrar. Un rato después esta salio al fin; mas no lo hizo sola, sino con el resto de los empleados. Estos la acompañaron calle adelante hasta la parada del autobús, donde estos siguieron de largo y ella esperó unos pocos minutos hasta que paso su transporte. Este la siguió hasta la calle donde la había seguido tiempo atrás, aquella donde hacia voluntariado. Apenas bajo del autobús Emilia comenzó a caminar por la calle en penumbra, misma en la cual unos tipos pronto comenzaron a seguirle el paso de cerca. Al ver eso Oliver deseo salir del coche para ayudarla y es que no tenían apariencia muy amable y le preocupada sus intenciones para con ella, sobre todo ya que estaba embarazada. Estos pronto le alcanzaron y
Al día siguiente por la tarde Luisa fue junto a su chofer y guardias a la dirección que Oliver le indicó como la casa de Emilia. Ella estaba preparando algo de cenar cuando escuchó como alguien llamaba a la puerta y al asomarse por la ventana vio que en la calle estaba uno de los autos de la familia Grant. Creyó se trataba de Oliver y se dispuso a abrir furiosa. Estaba dispuesta a reñirle por su presencia, mas al salir con quien se encontró fue con Luisa. - ¿Señora, que hace aquí? - le pregunto en verdad confundida por su presencia. - Vine a hablar contigo, si me lo permites claro - le contesto con su clásica dulzura. - Claro, ande entre por favor - le dijo haciéndose a un lado para permitir que entrara a la casa. - ¿En que puedo servirle? - le pregunto guiándola hacia la sala de espera, misma en que solían reunirse los voluntarios a descansar. - ¿Cómo estas? - le pregunto mientras la ayudaba a tomar asiento. - Bien, por fortuna ambos estamos muy bien - le contesto pasando las
En ese momento entró la empleada con la mujer de la puerta, la cual apenas entro se acerco a Oliver para saludarlo con un beso en los labios. El ver eso le hizo sentir un profundo dolor en el pecho, mismo que tuvo que reprimir a base de pura voluntad y orgullo. Permaneció con la cabeza en algo y mirada al frente. Entonces el doctor Alvarez reparó en su presencia y le volteo a ver con cierta preocupación, pero se quedó sentado en su lugar a la mesa. - Anda toma asiento, vamos a cenar - le insto Sandra tomándola del brazo para que fuese con ella. - No gracias, estoy cansada y lo mejor sera que me retire a descansar a mi habitación; de cualquier modo gracias - le respondió excusándose y es lo que menos deseaba era tener que sentarse a aquella mesa. - ¿Estas segura? - le pregunto Luisa. - Si, por supuesto - le contesto mostrándose segura al respecto. Salio entonces del comedor, viendo como la mujer aquella se sentaba junto a Oliver y colocaba de forma discreta una mano en su muslo, h