Seis meses después...
Emilia había conseguido un trabajo como instructora en un importante hospital, ahí mismo en la ciudad; donde enseñaba a las familias a tratar y aplicar ellos mismos los ejercicios a sus seres queridos con dificultades de movilidad o parálisis. Era algo muy parecido a lo que hacía lejos, más ahora podría hacerlo en plana cuidad y muy cerca de su familia. También instruiria a enfermeros recién saludos de la carrera, lo cual era una excelente oportunidad para ella dada su condición y las dificultades que está representa.
Los directivos del hospital quedaron impresionados con sus referencias y no dudaron en contratarla, no encontrando objeción alguna con su condición. Al contrario lo encontraron muy admirable; además de que creían no había nadie mejor que ella para ser un claro ejemplo de lo que necesitarían hacer por los
Oliver regresaba de un largo viaje de negocios en el extranjero; emocionado por volver a su hogar, pero sobre todo por reencontrarse con su novia. Barbara y él llevaban años juntos, más se conocían desde hacia mucho tiempo atrás. Aún así no fue hasta ese largo viaje que se dio cuenta de que su ausencia le dolía demasiado, que el no tenerla a su lado le parecía algo antinatural y estaba dispuesto a cambiar eso para siempre. Una vez estuvo seguro de lo que quería no perdió el tiempo para tomar los pasos necesarios para lograrlo. Al detenerse en una intercepción levantó el rostro, viéndose de reojo en el espejo retrovisor y lo que vio en este le sorprendió. Vio a un hombre locamente enamorado e inmensamente feliz; sus ojos brillaban y tenía una sonrisa que no podía borrar de sus labios al grado de que sus mejillas comenzaban a dolor. Saco entonces de la bolsa de su pantalón el objeto que cambiaría su futuro para siempre, el símbolo de su felicidad. Aún cuando solia ser un tanto impuls
Emilia se encontraba en su trabajo en un centro de rehabilitación en las afueras de la ciudad, en el cual trabajaba con niños pequeños y personas mayores con problemas de movilidad. Trabajaba ahí varios días a la semana, por lo cual el doctor Alvarez sabía bien donde encontrarla. Una vez llego al centro dio con ella en solo un par de minutos. Estaba en un pequeño jardín de flores, donde hablaba con un anciano en silla de ruedas. Este la veía con semblante severo, hasta que de pronto se relajo y le sonrió, entregándole una barra de chocolate que tenia oculta. Emilia entonces corto un trozo y se lo entrego, brindándole un giño. Justo entonces levanto el rostro y vio al doctor Alvarez, así que dejó al anciano disfrutando del sol de la tarde y se le acerco. - ¿Qué lo trae por aquí doctor? - le cuestionó extrañada por su presencia. - Quería saber como estas y saludarte - le respondió con aparente sinceridad. - Claro. Ahora digame por favor lo que le trae por aquí en realidad - le dijo
- No se quien eres y no me interesa en lo mas mínimo, solo quiero que salgas de mi habitación cuanto antes y no regreses - le exigió siendo un tanto grosero.- Si quieres que me valla vas a tener que sacarme tú mismo, porque tus gritos e insultos no me impresionan en lo más mínimo - le dijo con cierto tono de superioridad.- Largo ahora mismo - le grito molesto.- Ya te lo dije, si quieres que me valla vas a tener que sacarme tú mismo - le reitero sin impresión alguna.Oliver entonces intento estirarse hasta el buró y tomar su teléfono para llamar a seguridad, mas Emilia fue mucho mas rápida y lo tomo primero, poniéndolo así lejos de su alcance.- ¿Qué crees que haces? - le cuestiono furioso, pero sobre todo impotente. - Solo lo necesario; ahora déjeme ayudarle a vestirse y podrá bajar a desayunar con su familia - dijo tratando de acercarsele. - No pienso ir a ningún lado. Ahora salga de aquí, que no necesito de su ayuda - le ordeno con firmeza.- Me parece que si me necesita - le di
En el comedor se encontraba Oliver desayunando junto a sus hermanos y cuñada. No estaba muy animado, pero al menos era un avance de su anterior estado. Emilia llegaba a la reja delantera, cuando de pronto fue alcanzada por Luisa. - Espera un poco - le dijo al llegar a su lado. - ¿Sucede algo señora? - le pregunto extrañada. - Creo que hay cosas de las que debemos hablar, anda acompañame - le pidió regresando hacia la mansión. Aunque un tanto confundida, Emilia decidió ir con ella; después de todo aun faltaba un rato para que su turno en el centro de rehabilitación empezase. Una vez en el interior Luisa la guió hacia el despacho. - No estoy del todo de acuerdo con tus métodos, pero no puedo negar que parecen rendir frutos. Oliver a salido al fin de su habitación y ahora esta desayunando en el comedor con sus hermanos. Tú has logrado en sólo unos pocos minutos lo que nosotros no fuimos capaces en meses. Aunque sólo fuese para pelear, él ha salido de su habitación y es un avance sig
Este se quedo en silencio un momento en una guerra de miradas con Emilia, hasta que de pronto ella gano o al menos así lo pareció. Unos minutos después regreso con una bandeja donde tenia los medicamentos y un baso de agua, los cuales dejo en el buró. Lo hizo al tiempo que Patricio lo sacaba del baño cargado, dejándolo sobre la cama. - Acerca esa m*****a silla de ruedas antes de que esta mujer se vuelva loca y me arroje de nuevo un baso de agua - le dijo haciendo que Patricio se acercara a la silla de ruedas motorizada. - No quiero esa, sabes que la odio - le dijo deteniéndolo. - Permitame decirle que de momento es mejor que se acostumbre y la use. Según se no ha tomando ninguna clase de terapia desde el accidente y esta le hará mas sencillo y cómodo el poder moverse en su condición; además de que sera mas fácil para su familia poder interactuar con usted. ¿Acaso quiere seguir siendo una carga para sus hermanos? - le pregunto en voz baja para que solo él la escuchara y aunque en u
Una hora después estaba listo, así que le acompañó abajo en silencio. Una vez entraron al comedor la familia quedó admirada por su presencia, recibiéndolo con saludos afectuosos y sonrisas. - Te puedes retirar - le dijo a Emilia sin voltear a verla siquiera. - Con permiso - dijo retirándose. Se alejó hiendo hacia la cocina, donde desayunaria junto al resto del personal y es que por fortuna había sido bien recibida por estos. - Buenos días - les saludo acercase a la mesa. - Buenos días señorita, ande sientese - le insto la cocinera. - Por favor llamenme Emilia - les pidió pues no veía la necesidad de esa formalidad. Emilia entonces vio como una de las empleadas preparaba una bandeja de comida con rapidez. - Disculpa, ¿a quien le llevas eso? - le pregunto y es que le había llamado la atención. - Al joven Oliver - le respondió con obviedad y es que para todos en la casa lo era. - Él no la necesitará, esta en el comedor con su familia - le dijo llamando la atención de los
Un par de días después. Una noche después de retirarse a dormir escucho como sonaba un teléfono en la habitación de al lado. Era la media noche cuando escuchó un sonido que le despertó de pronto, preguntándose quien estaría llamando a tan altas horas de la noche. Escucho entonces como esta hablaba con alguien, aunque no alcanzaba a entender de lo que se trataba. Mas pronto se encendió la luz y se escuchó como buscaba algo, para después de un par de minutos apagarse la luz y abrirse la puerta que conectaba las habitaciones. Ante la incógnita que representaba esa situación decidió hacerse el dormido y ver lo que pasaba. Emilia se acerco un poco para comprobar su estado y luego emprendió la salida tratando de ser muy cuidadosa al andar por la casa. No quería que nadie la viera salir y es que su trabajo era estar disponible siempre para Oliver y por ende no podía irse así sin mas. Salio por el jardín trasero, donde había menos guardias; escabulléndose hasta llegar a la calle, donde le es
Apenas llegaron Paolo ayudó a Oliver a subir a su silla de ruedas sencilla y entrar a la casa sin demora. - ¡Mamá!, ¡todos vengan acá rápido! - les grito apenas atravesó el umbral de la puerta principal. Al escucharlo todos llegaron corriendo de donde estuviesen en la casa, preocupados por sus gritos, para encontrarse con ellos en la sala. Su angustia era lógica considerando que Oliver había salido con Paolo de forma intempestiva y sin avisarle a nadie, lo cual los tuvo todo el día preocupados. - ¿Qué pasa? - le cuestionó Patricio mas molesto que preocupado, sobre todo pues los veía llegar sanos y salvos. - ¿Te encuentras mal? - le pregunto Luisa, quien como su madre que era le aterraba que algo malo pudiera ocurrirles y en especial después de lo sufrido por Oliver. - Llamaremos a los médicos cuanto antes - dijo sin esperar ninguna respuesta y es que sentía que no había tiempo que perder. Oliver se dio cuenta de que los temores de su madre la estaban guiando a los extremos, a